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17 de marzo de 2025
4 de febrero de 2025
La suerte golpea dos veces
La suerte golpea dos veces
El sonido de un cuchillo, aporreando la copa, interrumpió la animada
conversación familiar.
—¡Ya… no… puedo… más!
—¿Y eso? Horacio, ¿se puede saber a qué viene tanta tontería?
—Eustaquia, a punto de meterse en la boca otro trozo de la suculenta pechuga de
pavo, miró por encima de las gafas de culo de botella a su marido.
—¡Que llevo con este sinvivir días y no lo aguanto más!
—Venga, hombre, desembucha. Que nos tienes en ascuas. —Su cuñado,
le guiño el ojo.
—Cariño, ¿te acuerdas de cuando estuvimos en Madrid, yo me
quedé en la cola en Doña Manolita? Era tan larga que daba una vuelta a la
manzana. Tú te cabreaste conmigo y te fuiste de compras a El Corte Inglés.
—¡Y con razón! ¡Gastaste doscientos euros en un solo número,
imbécil!… Solo de recordarlo me pongo
mala… Cof… ¡Cof!… ¡Cofffff!…
—Pues verás… Nos ha
tocado. ¡Cuatro millones de euros! ¿Cariño? Eustaquia, ¿qué te pasa, mi amor? Te
estás poniendo morada… ¡Por Dios! ¡Respira!…
—¡Se muere, imbécil!… ¡Haz algo!… ¡Mi hermana se muere, joder!… ¡Se atragantó
con el puto pavo!…
—Buenoooooo… Cuando uno
está en racha, está en racha… ¿Igual habría que
llamar a urgencias? No sé yo…
04/01/2025, Gijón
© La Pluma del Este
29 de enero de 2025
Los mazapanes
Los mazapanes
Toc, toc, toc…
—Pase.
—Señor juez, una
mujer pregunta por vos. Y yo me marcho ya. Hasta el lunes. Acuérdese de que voy a
hacer una visita mi hija.
—Sí, sí, por
supuesto. Dígale que entre. Hasta el lunes… Ah, doña Carmen, qué ricos estaban
los mazapanes que me compró para el café. Tráigame una docena más cuando pueda…
Señora, pase. Siéntese, por favor. ¿Qué puedo hacer por vos? No tengo el gusto
de conocerla.
—Buenas noches, juez.
Soy Maya Fernández, la madre de Terecita Fernández. Vivimos en un pueblo
cercano. Vivíamos… ¿Se acuerda de ella? Vino aquí hará un año para solicitarle
unos papeles para entrar en la mancebía del puerto.
—No sé de quién me
habla, señora. Por aquí pasan muchas fulanas en busca del permiso legal. Si no
tiene otro asunto que tratar, puede irse…
—Ah, no… No me iré
antes de decirle un par de cosas. ¿Cuántas muchachas ha “probado” antes de
mandarlas al burdel? Hablo de chicas inocentes y muy perdidas… Mi hija tenía
catorce años y era muy niña para trabajar de puta. Y, vos, un viejo libidinoso,
la desvirgó y la echó a los lobos… La pobre murió al dar a luz a… ¡Su bastardo!
Por cierto, ¿le gustaron los mazapanes? Veo la bandejita vacía. ¿No pudo
resistir y los ha comido todos? ¿No ha notado nada raro en ellos?… Veo que sí… Muy tarde para vos. Morirá aquí solo como la rata asquerosa que es.
© La
Pluma del Este
3 de enero de 2025
Nocturnidades recurrentes
Nocturnidades recurrentes
Me desperté con una extraña sensación de que algo
horrible iba a suceder.
Encendí la
lámpara de la mesita. Las agujas del reloj estaban a punto de reunirse en las
doce. Salí de mi cama caliente al frescor del dormitorio. Los rescoldos de la
chimenea apenas podían con el frío invernal que exudaban las paredes de piedra.
Me arrebujé en la colcha, metí los pies en las heladas zapatillas y me acerqué
a la ventana…
El pueblo, cubierto
por la espesa niebla y el humo de hogares, dormía con un profundo e invernal
sueño. Ni los perros ladraban. Sin un ser vivo en las calles, los canes se refugiaban
en sus casetas. Hacía demasiado frío para cumplir con su cometido.
La luna, oculta
detrás de las nubes, intentaba zafarse de su prisión. La farola
cerca de mi casa iluminaba a los delicados copos de la nieve que jugaban a
perseguirse, creando pequeños remolinos blancos. Era la noche típica de un
invierno cualquiera.
Ya me iba de
vuelta al acogedor capullo de mi cama cuando vi a un hombre surgir de la
niebla. Iba encorvado, con pasos lentos y hundiéndose en la nieve. ¿Pero qué
hacía ahí, fuera, a estas horas y precisamente en esta noche? No podría ser un
vecino del pueblo, ya que todos estábamos seguros en nuestras casas y jamás nos atreveríamos a salir. Tendría que ser un forastero. Pobre ignorante. Estuve a punto de
llamarlo, pero ha vuelto a desaparecer en la niebla. Como un fantasma. Eso es.
No había nadie fuera y era la imaginación de mi cerebro medio dormido.
Continué con
mi retirada cuando un grito desgarrador me dejó clavado en el sitio… Otro más…
Y un fuerte aullido.
Una detrás de
otra, las oscuras ventanas de mi calle se iluminaron con las tímidas luces.
Algunas se abrieron. Unas cuantas cabezas se asomaron hacia la oscuridad. Yo,
también… Nadie decía nada… Vi a santiguarse a doña Manuela desde su pequeña
ventana. El cartero, don Francisco, secundó su gesto y cerró la suya.
Parecía que
todos estábamos esperando al final del desenlace. Los gritos se repitieron una
y otra vez… Y gruñidos, mezclados con los ruidos de lucha a vida o muerte,
entre la espesa niebla. Con otro aullido vino el silencio.
El viento
disipó las nubes y la brillante luna llena se hizo presente. La niebla se
replegó cual cortina de un escenario y pudimos ver el horripilante espectáculo
de la inmaculada nieve teñida de un rojo intenso como la sangre. De hecho, era
la sangre. Esparcida por la calle principal de nuestro pueblo. Y algún que
otro bulto oscuro. Es todo lo que había quedado del pobre forastero que se
atrevió a salir en esta diabólica noche.
Las cabezas de los vecinos desaparecieron,
las ventanas se cerraron… Seguro que con los pestillos extra. Nunca se sabe…
Igual se ha quedado con hambre.
Y, por la mañana, la mayoría iremos a otro
pueblo a por el pan fresco. El panadero tardará un par de días en volver en sí. Pobre hombre, quedará destrozado cuando su mujer le cuente lo de esta noche. Pero no es culpa de él. Haberlo encerrado mucho mejor en el sótano. Les dije que mi presupuesto de
la puerta blindada era muy razonable. Ahora, lo pagarán con más ganas. Ya
miraré si les pongo un plus de inmediatez.
Me voy a la
cama. Mañana será un día muuuuy largo…
29 de octubre de 2024
Sara
Sara
El hombre bajaba por la escalera hacia la oscuridad.
Con mucho cuidado y apoyándose en las paredes de cemento, llegó al sótano. Encendió
la bombilla.
La puerta de
hierro oxidado estaba abierta de par en par. La cadena y el candado, rotos,
reflejaban la sucia luz.
—Saraaaaaa… Saraaaaaaaa… ¿Estás aquí? ¿Dónde te escondes?
Has sido una chica mala. Muy mala. ¿Qué voy a hacer contigo ahora?
Desde un
rincón se oyó un lloro y suaves quejidos. Una sombra se ha movido y algo se
arrastró hacia el hombre. Era una muchacha de unos trece años, delgada, desnuda
y llena de sangre y arañazos. Su melena apelmazada escondía un rostro sucio y
con los surcos claros de lágrimas. Los
ojos azules imploraron al hombre. Este la cubrió con una manta rosa.
—Lo… lo…
Siento muuucho. Por favor… Lo siento…
—¿Cómo
pudiste escapar? Te di el triple de somníferos, te encadené y cerré bien esta
puerta de hierro. —El hombre la abrazó para tranquilizarla. —¡Qué desastre!
Cada luna te haces más y más fuerte. Y esta vez has dejado cuerpos. ¡Hablamos
de no cazar a las personas!… No tenías que haber ido a aquel parking. ¡Tres hombres! ¡Destrozaste a tres tipos
más grandes que yo, muchacha! De nuevo tendremos que mudarnos. Sube a ducharte
y a descansar un poco. Avisaré al colegio que estás con la gripe… Pero… ¿Qué
escondes ahí? ¡Madre mía!… ¿Un conejo vivo?
—Papi, porfa,
déjamelo. Quiero tenerlo. Por favor. No lo mataré. Lo prometo…
11 de octubre de 2024
La propiedad privada
La propiedad privada
Me senté en la hierba a fumar un cigarrillo.
La brisa con olor a la tierra revuelta jugaba con la
llama del mechero. Por fin el humo llenó mis fosas nasales y buscó la salida. A
la tercera calada dejé de temblar. Otra calada. Otra más. Casi me quemo los
dedos con la colilla. La tiré al agujero, donde se apagó con un suave siseo.
Me quedé a
oscuras. La luna apenas se reflejaba en el metal frío de la pala. El silencio cómplice
de la noche redujo todos los sonidos. El mundo que me rodeaba sabía lo que estaba
haciendo. Sentí que me observaban. No me importó: tenía la razón de mi lado. No fui yo quien entró en una casa ajena. Tampoco fui yo, él, que cuchillo en mano, atacó al propietario. Y no he sido yo el que mató primero…
Con un fuerte
empujón, el cuerpo del intruso cayó al hoyo. Enseguida empecé a llenarlo con
piedras y tierra. El nogal, que esperaba ser plantado, movió sus hojas en señal
de protesta. Parece que el abono no era de su gusto… Pero es lo que hay.
Mañana me ocuparé de Nico. Mi perro. Un amigo
fiel merece ser enterrado a plena luz del día.
4 de julio de 2024
"Seré bueno"
“Seré bueno”
Mis dedos temblorosos apenas han podido sostener la
llave maestra y esta se cayó al suelo. La recogí y la metí en la cerradura. El
suave clic y el crujido de las bisagras me provocaron un escalofrío. Durante unos
segundos me quedé paralizado. Al otro lado, dentro, estaba el mundo del que hui
y al que me prometí no volver jamás —el piso de mis tíos— la única familia que
me quedaba después del accidente de mis padres.
Entré…
El olor a cerrado y a un cuerpo en
descomposición me dio de pleno como una bofetada. Sentí unas arcadas y, rodeado de una nube de moscas, salí de nuevo al rellano.
Me obligué a volver. Recorrí con la mirada las
paredes forradas en papel pintado con un horroroso estampado, los muebles
oscuros y añejos sobre el suelo cubierto de polvo y trastos, amontonados por
doquier. Nada había cambiado en los últimos treinta años. La casa de mis tíos
como un lóbrego mausoleo seguía asustándome. Me paré sin ganas de adentrarme
más …
De repente
todo se llenó de uniformes y trajes blancos. Los focos y flashes han iluminado
el ambiente opresivo con una luz fría, sacando a la vista los tenebrosos
rincones y un enorme e hinchado cadáver… de mi tío.
El cerdo la
había palmado en su asqueroso sofá. Era su lugar preferido. Ahí pasaba todo el
día sentado viendo los documentales. De esos, donde un animal mata al otro para
comérselo todavía vivo. Y las hienas… Sí, esas le encantaban. De hecho, él se
parecía mucho a una. Aunque le sobraban unos cien kilos. Estaba muy gordo, el cabrón
…
Juan, mi
compañero me preguntó algo. Le dejé hacer y de nuevo me sumergí en el pasado…
Mi tía. La
hermana de mi padre. Pobre mujer. Se mató. Después de la enésima paliza, salió de
casa y nunca volvió. Pasados unos días de su entierro oí a las vecinas decir
que se tiró al mar, «pobrecita ella». La odié por aquello como puede odiar un
niño de seis años que se ha quedado a merced de un monstruo. Ya nadie me iba a
proteger, ni recibir los golpes por mí. Ni darme los besos con sabor a lágrimas…
La vida con
mi tío ha sido una confusa sucesión de golpes y castigos hasta que los
servicios sociales me han sacado de aquel infierno con casi nueve años…
Los de la morgue
ya se han llevado el cadáver, mi compañero hablaba con la vecina, un par de
agentes continuaban recogiendo las muestras y yo seguía clavado al lado del
sofá. Juan me sacó al presente:
— Manu, el
piso está vacío. Los de la científica casi han terminado. Según el forense, el
tal M.J. Pérez lleva muerto unos cuatro meses.
También que la muerte podría ser accidental. El tipo se atragantó con un
trozo de pizza. Lo que no me sorprende. El tique de la pizzería es de cuatro de
marzo, así que las fechas cuadran. La
vecina dijo que no salía mucho. Ni siquiera a comprar. Todo le traían los
repartidores. Tampoco trataba con los vecinos. No le suena que tuviera
parientes. Era un tipo muy raro. Creo que es todo. ¿Nos vamos?
— Espera,
daré otra vuelta por si se nos había escapado algo. Ya sabes, los cuatro ojos
ven mejor que dos. No tardaré. —No me gusta mentir a mi compañero, pero necesito
estar a solas unos minutos.
Mis pasos me llevaron a una
puerta al final del pasillo. Es mi habitación. Lo era. Sigue igual: una cama pequeña
cubierta con el edredón de ganchillo que me hizo mi tía, la mesita con una
lámpara en forma de faro y la foto de una mujer muy guapa y risueña con un niño
rubio en sus brazos. Mi tía y yo… Antes de vivir en el infierno. Un oso azul de
peluche… Un par de coches en un estante… Comparada con el resto de la casa, la
habitación estaba ordenada.
Me aproximé al
armario cerrado. Giré la llave. Lo abrí de par en par… El interior oscuro olía
al orín. Aparté algunas prendas. Con las
manos temblorosas saqué mi linterna. La encendí. Casi se me cae al suelo. En la
pared del fondo, con algo afilado, se veía grabada en repetidas veces la frase “seré
bueno”, “seré bueno”, “seré bueno” … De varios tamaños. En distintas
direcciones. Todas escritas con la misma mano, la mía…
Cerré el
armario y volví al salón. Ya todos se habían ido. En el sofá quedaba una enorme
mancha maloliente.
Ya ves, tío.
Al final, no he sido bueno, ¿verdad? El trozo de pizza que te metí por el
gaznate lo confirma.
14 de junio de 2024
Muerte por flechazo
Muerte por flechazo
—Abogado de la defensa, ¿cómo se declara la
acusada?
—No culpable, Señoría.
—¿Y la acusada desea hacer alguna declaración?
— Sí, Señoría.
— Suba al estrado, señorita Acosta. ¿Jura
decir la verdad?
— Gracias, Señoría. Sí. Lo juro.
—Prosiga, la acusada.
—Antes de todo les ruego que me comprendan,
por favor. Me encontré superada por las
circunstancias… No vi otra salida … Tuve que hacerlo. Quiero que oigáis mi
historia. Estoy segura de que cualquiera en mi situación habría hecho lo
mismo. Todo empezó hace un año.
»
Yo soy una mujer corriente. Como podéis ver – ni guapa ni delgada – sino todo
lo contrario. No soy de esas que enamoran por donde van. Pero a principios de
febrero del año pasado, mi soledad y el deseo de tener un hombre decente en mi
vida me han llevado a un estado de desesperación. Ver parejas se me hacía
insoportable. Y mucho más, cuando parecían felices y enamoradas. Ya tengo una
edad, ¿saben? Y el tiempo vuela. Así que
el día catorce se me ocurrió ir a la iglesia de San Valentín. ¿No es un Santo
de novios? Pues eso. Le llevé un ramo de
rosas y unas velas y me puse a rezar. Recé mucho. Muchísimo. Estuve arrodillada durante horas y horas…
» Aquella misma
noche me despertó un ruido. Cuando encendí la lámpara de la mesita, a los pies
de la cama, vi sentado a un niño o alguien que se le parecía mucho. Era
desnudo, con el pelo rubio ensortijado, unas alitas muy cucas y un arco dorado
y flechas…
La sala del tribunal exploto en risas y
carcajadas. El juez mandó a callar al público so pena de expulsión y pidió a la
acusada continuar.
— Gracias, Señoría. Ejem, ejem… En conjunto,
era la cosita más adorable que yo haya visto nunca. Y, de repente, se dirige a
mí con una voz muy grave: “Mujer, vamos al grano. Mi jefe, San Valentín, me mandó
a solucionar tu problema. Dime cómo lo quieres. No te enrolles demasiado que no
tengo toda la noche. Hay montones de pedigüeños como tú. No me mires con esa cara
de boba. Al hombre, ¿cómo lo quieres?”.
» Apenas pude
articular una palabra para contestarle:
—
No lo sé. Así de pronto. Que sea muy detallista y romántico, que me regale
flores, que me … —Y el Cupido desapareció con la palabra “hecho”, flotando en
el aire.
» Al día siguiente, al abrir la puerta de
mi piso, vi un enorme ramo de rosas rojas con una tarjeta:
Para la mujer más
bella del mundo, la que me hace vibrar como
un abejorro
buscando el dulce néctar de las flores.
Siempre tuyo, tu
enamorado secreto. N.B.
»
Madre mía, me puse loca de contenta. Nunca, jamás, me han regalado ni siquiera
un cactus escamochado. ¿Quién sería ese hombre?
»
Al llegar al trabajo, también había ahí un enorme ramo de rosas. Los compañeros
estaban ojipláticos, viendo aquello. Y yo, tan contenta. Por fin, alguien se
había fijado en mí. El ramo también tenía una tarjeta:
Las rosas rojas
para mi dulce rosa escarlata.
Con todo el amor,
tu enamorado secreto. N.B.
»
Cuando llegué a casa con mis rosas, en la puerta de nuevo había un enorme ramo,
pero de lirios. Con la tarjeta con un poema muy romántico que hablaba de mis
atributos físicos. Había tantas flores que he ocupado con ellas todos los
jarrones y botes que tenía.
»
Al día siguiente, otra vez en la puerta había un enorme ramo de rosas blancas.
Con tarjeta. Y en el trabajo, también. Con tarjeta. Regalé mis flores a todos
los compañeros. Estaba muy contenta y ellos, también.
»
Al volver a casa, de nuevo encontré un gigantesco ramo de flores en mi felpudo.
Gladiolos o dalias. Ya no me acuerdo. Con otra tarjeta y un poema. Tuve que ir
al chino a comprar más jarrones. La casa olía como un jardín botánico o como un
funeral. Mi mente está confusa al respecto.
»
Y así, durante varias semanas, tres o cuatro enormes ramos de flores cada día.
Ya no sabía dónde meterlos. Los compañeros empezaban a reírse a mis espaldas. Tampoco
nadie quería flores, ni regaladas. Entre las marchitas y las frescas me mareaba.
Los vecinos se quejaron de que los ramos amontonados en mi puerta daban un mal
olor y el aspecto de abandono. Ya no podía más… Estaba desesperada … Ejem… Llamé
a la policía. Me han dicho que nada podían hacer al respecto, ya que no era
ningún delito regalar flores. Tampoco se molestaron en averiguar quién era el
repartidor o florista que traía los ramos. Me dio la impresión de que les
divertía la situación…
Las risas del público subieron de tono y el
juez de nuevo llamó al orden:
—
Señores y Señoras presentes, me veo obligado a interrumpir este juicio para un
receso de media hora. Espero que recapacitéis y a la vuelta tomaréis esta corte
con más seriedad y respeto. Acusada, seguiremos con su declaración después del
receso. Tómese un descanso, veo que lo necesita. Se levanta la sesión.
Pasada
media hora, después de subir al estrado, la señorita Acosta continuó con la voz
temblorosa:
— La situación empeoró cuando la prensa se
instaló en el portal. Salir de mi casa a diario se convirtió en un suplicio… No
podía dar un paso sin una alcachofa en mi cara… Sobre mí publicaron en el
periódico local y nacional. Ya ni hablo de las redes sociales… Mi cara estaba
en todas partes. Hasta llamaron a mis padres, pobrecitos ellos. Me pusieron
varios apodos: la mujer de mil rosas, la mujer florero, la mujer de flores
marchitas… Era insoportable vivir así… Ejem, ejem, ejem… Y, mientras tanto, los
ramos aparecían en mi puerta y en el trabajo como por arte de magia. Ahí es
cuando comprendí que el Cupido me ha tomado el pelo. Esto no podía continuar
más, así que he vuelto a la iglesia para suplicar a San Valentín que pare esta
locura…
— ¡Ruego el silencio en la sala! Aguacil,
expulse a aquel grupo del fondo. Este juicio no es una broma, señores. Señorita
Acosta, ¿desea un vaso de agua? Continúe, por favor.
— Le agradezco, Señoría.
»
Como dije, he vuelto a la iglesia. Y me quedé ahí rezando durante horas. Por la
noche el Cupido no apareció. (El público volvió a reír. La acusada empezó a
llorar). Perdonen, pero es que todo es tan absurdo, lo sé… He vuelto otras dos
o tres veces a suplicar a San Valentín. Cuando ya perdí la esperanza de ser
escuchada, el Cupido apareció en mi dormitorio. Estaba muy enfadado; me gritó y
me llamó de todo. Que yo era una caprichosa, chivata, que no sabía lo que
quería…
»
Parece mentira, pero aquel ser me culpaba de todo… (La pobre mujer lloraba y no
paraba de sonarse la nariz.) Con su
flecha gesticulaba como un loco. Así que no aguanté y se la arranqué de la
mano. Lo agarré por sus alitas con la otra y le clavé la flecha. Justo en la
barriguita … Y la he vuelto a clavar y clavar y clavar… Cuando me di cuenta, el
cuerpo del Cupido parecía un colador… Estaba muerto. Muy muerto. Después,
desapareció.
»
Llamé a urgencias. Creyeron que estaba bromeando. Llamé a la policía… Varias
veces… Cuando vinieron los acompañaba una ambulancia. Ejem, ejem… Para mí… Me
ingresaron en la planta de psiquiatría… Estuve ahí casi tres meces…
»
Un día, cuando pasaba delante de una floristería, algo hizo un “clic” en mi
cabeza. Así que he ido a la gasolinera más cercana y compré una garrafa de
gasolina. Esperé que las floristas cerraran la tienda. Ya de noche, con una
tapa de registro, rompí el escaparate; metí la garrafa dentro y la volqué. Con
un fular hice la mecha y le prendí el fuego.
»
Me senté en el banco de un jardín cercano a disfrutar del espectáculo. Por vez
primera en un año estaba feliz y aliviada. No me importa ir a la cárcel, ¿sabe?
Mientras no haya flores ahí …
SUCESOS
El Cupido “ataca” de nuevo
La Pluma del Este
Hoy,
25/03/2024, hemos sabido que en una pequeña ciudad de EE. UU., Tennesi
Stone, una mujer ha prendido fuego a una tienda de juguetes y ha disparado a un
camión de reparto de Toys & A con un arma semiautomática. El conductor
salió ileso. Tampoco hubo víctimas entre los trabajadores de la tienda.
En
su declaración a la policía, la mujer dijo: «Que ya estaba harta de tanto pu…
oso de peluche y que ella solo quería a un hombre detallista y que el cabrón
del Cupido le ha tomado el pelo…» Estas eran sus palabras exactas.
Por
lo que hemos podido averiguar, la señora americana, estuvo recibiendo ingentes
cantidades de osos de peluche con un corazón rojo donde pone escrito I love
you desde el Día de los Enamorados. La pobre tuvo una tremenda crisis
nerviosa a causa de aquello.
Queremos
recordar a nuestros lectores un caso parecido que sucedió en España el año
pasado. Pero aquí han sido los incontables ramos de flores frescas. Y la mujer,
víctima de una pesada broma – lo que se confirmó en la investigación y la consiguiente
sentencia – ha quemado una floristería. También sin víctimas.
Seguiremos
informando.
12 de junio de 2024
Cariño, ya estoy en casa
Cariño, ya estoy en casa.
El peso de cientos de kilos de tierra y escombros poco
a poco hace su trabajo: aplastarme como un miserable insecto.
He perdido la
noción del tiempo. ¿Cuánto llevo aquí abajo? ¿Una hora, un día, una semana…? Da
lo mismo. Para mí, una eternidad. El pánico de los primeros minutos acabó cuando
un punzante dolor en el costado izquierdo me hizo desmayar…
Cuando me he
vuelto en mí, comprendí que muy pronto iba a morir… Un rato después, dejé de
gritar y llorar… Me reí con la boca llena de tierra. Qué situación más absurda:
todavía vivo, pero muerto. Es para morirse. Puta redundancia.
Apenas respiro
y tengo un hierro clavado en el costado. Mi vida se me escapa a borbotones.
¿Cuánta sangre tiene una persona? ¿Cinco, seis litros? Al principio pude sentir
el calor del chorro pegajoso. No he podido taponarlo ni siquiera con las manos,
ya que las tengo retorcidas en ángulos imposibles, rotas y encajadas entre los
trozos de hormigón.
Ya no noto el
goteo. Parece que la tierra y la sangre coagulada han hecho un tapón. Justo
para que el rato que me quede de vida esté divagando gilipolleces. Total, nadie
sabe dónde estoy.
No tenía que
haber vuelto a… mi antigua casa. Estúpido… Imbécil… Joder. Pude dejarlo todo a la
suerte y olvidar. Igual nadie la hubiera encontrado después de más de veinte
años. A mi primera esposa… Son solo unos
huesos. Limpios y blancos. Hervidos con lejía durante horas. Seguro que ni ADN
encontrarían. Pero tuve miedo. Mucho miedo. Mi vida actual ahora es perfecta. Y
he pagado un precio muy alto para conseguirla.
Así que aquí
estoy, de vuelta con ella: en el pozo de nuestra casa. Su calavera con las
mandíbulas rotas a martillazos, cuando le arranque los dientes, me mira
fijamente. Y se ríe de mí. Maldita hija de puta. Ni muerto puedo separarme de
ti. Cariño, he vuelto… A casa contigo…
Ja, ja, ja…
Una semana antes.
«—… Sí, sí, es
un ambicioso proyecto de construcción que cambiará la imagen del barrio de
Cerrillano. Toda esta zona de casas viejas, hasta el mes pasado, era un foco de
insalubridad y tráfico de estupefacientes. Los okupas y delincuentes tenían
aterrorizados a los vecinos. Pero gracias a los fondos europeos y la
participación del sector privado, el barrio volverá a ser bonito y con mucha
gente nueva que se mudará a esta zona residencial.
—Gracias,
señor alcalde. Como podéis observar, las máquinas excavadoras ya han empezado a
demoler y remover el terreno. Según el proyecto, debajo de cada edificio habrá
dos plantas de aparcamientos, lo que no es usual en este tipo de construcciones.
Así que van a cavar muy profundo…»
¡Mierda,
mierda, mierda…! ¡Joder! No puede ser. Ahora, no. ¡Si aquello antes era un
pueblo fuera de la ciudad! Nunca se me había ocurrido que iban a construir ahí.
¡Mierda! Tengo que desenterrarla y cambiarla de sitio. ¡Joder!
—Laura, nena,
debo ir de viaje unos días a Madrid. Sí, también el fin de semana, pero ya
sabes, que el curro es lo que tiene: te avisan de un momento a otro. Dale un
beso a Nina de mi parte. Las veré el lunes. Te quiero.
4 de junio de 2024
La "mascota" maldita
La «mascota» maldita
—¡Maestro, nos han robado! Cuando llegué, la puerta de
la cripta estaba abierta. El arca de contención — vacía. Los ladrones han dejado
una nota: «Hemos sacado a vuestra mascota de paseo. Prometemos devolverla, sana
y salva. ¡Ja, ja, ja, ja!» Firmado por S.A.A.
El Maestro de
la Orden quedó blanco y su ayudante tuvo que agarrarlo antes de que se cayera
al suelo. Unos estúpidos e insensatos la han dejado libre. Que Dios se apiade
de sus almas:
— Avisa a
todos, Saúl. Hay que encontrarla enseguida antes de que sea tarde. Ellos no
saben de lo que es capaz.
Mientras
tanto, en alguna zona de la misma ciudad, en una casa, llena de jóvenes
bailando como posesos y bebiendo el calimocho en cantidades industriales, tres
chavales juegan y se hacen fotos con algo parecido a una calavera. Esperen,
¡sí! Es un cráneo humano y estos zopencos se lo pasan como si fuera una pelota
de rugby.
A medianoche,
en el pleno apogeo de la fiesta, las luces y los aparatos eléctricos explotan y
la casa se sume en la oscuridad. Después de unos segundos de silencio el
ambiente se llena de gritos. Empujándose, los chavales intentan salir, pero las puertas y ventanas no se abren. Prueban a romper los cristales, es inútil:
parece que están hechos de hormigón.
Debajo de
lloros y gritos empieza a oírse un molesto zumbido. El sonido va subiendo de
volumen, taladrando los oídos. El rincón alejado del salón se tiñe de una luz
roja que se expande por toda la estancia. La acompaña el olor desagradable a
podrido. La luz se hace más intensa. Los chicos quedan como petrificados.
Algunos se esconden. No saben que es inútil. Ella les encontrará…
10 de mayo de 2024
El tío duro
El tío duro
— ¿Qué, vas a llorar como una niñita? ¿Ya no eres tan terne? Me vas a suplicar que pare, mientras escupes los dientes. Lo que quedará de ti, lo tendrán que recoger con una pala. — El tipo me dio varias patadas en el estómago. Me doblé del dolor. Sus compinches le jalearon.
» Por el rabillo del ojo avizoré a Marco haciéndome la señal de que el rescate ha salido bien. Mis hijos están a salvo.
» El odio y la rabia acumulados me impelieron al ataque. Cogí al cabrón por sorpresa. Con un fuerte puñetazo en los riñones y con una patada en su rodilla derecha, lo derribé al suelo. Me puse encima y con un twister le rompí el cuello. Los pandilleros se quedaron mudos. Ahora a por ellos…
— ¡Corten! ¡Corten! Los del maquillaje, necesito más drama y más sangre. La cara del protagonista no está bastante maltratada. Los de la banda, no sois tan fieros como exige el guion. ¡Poneos las pilas! Vamos a repetir la escena. Cuando quieran.
— ¡5 y Acción!
Mis ojos tumefactos apenas han visto venir el puñetazo. Ser un especialista es una mierda…
09/05/2024, Gijón
7 de mayo de 2024
El rescate fallido
El rescate fallido
He llegado demasiado tarde.
El graznido
estridente de los cuervos que sobrevolaban el pueblo y el olor dulzón de la
muerte no me prepararon para tan dantesco espectáculo. Los cuerpos mutilados de
los habitantes estaban por todas partes. A algunos les faltaban las
extremidades, a otros, las cabezas. Decenas de mujeres y niños destrozados. Ni
los hombres armados se salvaron. El olor repugnante me hizo vomitar. Tropecé
con un brazo pequeño, que agarraba un conejito rosa. Caí al suelo ensangrentado.
Me ahogaba en rabia y culpa por no estar ahí. Grité, lloré… El eco de mi dolor resonó
en todo el pueblecito. Me olvidé por completo del peligro: el causante de
aquella carnicería podría estar cerca.
Y sí que estaba…
Oí una respiración y
jadeos, seguidos de unos pasos. Lo vi. En la oscuridad sus ojos, fijados en mí,
inyectados en sangre, emanaban el odio visceral. Las pupilas amarillas tenían
un brillo diabólico. Esta mirada no era de un ser humano, sino de una criatura
hambrienta, salida de las peores pesadillas. Cada poro de su piel exudaba una
maldad primigenia. Su demonio interior, agazapado a la espera de una mínima
ocasión para matarme…
Pero no la tuvo: mi
Desert Eagle, con su bala del calibre cincuenta, le reventó la cabeza.
25 de abril de 2024
Un trabajo perfecto
Un trabajo perfecto
Decía mi padre, que en paz descanse: “En todo lo que
hagas, intenta ser el mejor. Un trabajo bien hecho requiere las mismas energías
que uno desastroso. Y el respeto de la gente será tu tarjeta de visita”.
He seguido su
consejo al pie de la letra toda mi vida.
Por ejemplo,
ahora mismo. Con mucha delicadeza voy echando el producto al agua y con la
paleta estoy mezclando los ingredientes. A mano. No me gustan los artilugios,
soy un artesano. Lo remuevo todo con constancia y calma. En esto las prisas no
son buenas. Por fin la mezcla adquiere una textura suave y ligeramente elástica,
con un poco de brillo lacado. Perfecta.
Con movimientos
precisos, desarrollados durante muchos años de mi total dedicación al oficio, voy
colocando un ladrillo detrás de otro. Ya no necesito usar el nivel. Mi ojo del
buen cubero sabe detectar cualquier defecto. Las filas rectas de ladrillos unidos
con mortero van subiendo a buen ritmo. Ya casi he terminado la pared.
Echo el
último vistazo a mi obra. Perfecta. Nada falta, nada sobra.
Pasarán
muchos años, seguro que yo estaré criando malvas, pero alguien descubrirá mi
colección de cuerpos emparedados. En fin, es a lo que me dedico…
22 de enero de 2024
SUCESOS: "El afortunado"
Encontrado
el cuerpo sin vida de un hombre
La
Pluma del Este
Ayer,
22/01/2024, a las 10.35 de la mañana un paseante de perros encontró el cuerpo
sin vida de un hombre en la playa de San Lorenzo.
A.G.G.
declaró que a principio pensó que era una alfombra enrollada, pero al acercarse
vio que era un hombre vestido con un traje y gabardina.
Las
autoridades no quieren especular, sin embargo, las fuentes cercanas hablan de
un posible suicidio. El comisario Benítez no lo ha confirmado, pero tampoco lo
ha desmentido.
Al
finalizar su rueda de prensa la policía ha pedido la colaboración ciudadana
para poder identificar el cuerpo del desconocido. Para aportar la información
sobre el caso contactar por tel. 999 999 999.
Descripción del fallecido:
Varón
de unos 50-52 años. Alto, de complexión mediana. Calvo. Vestido con el traje
color azul marino y la gabardina gris. En el bolsillo interior de la misma se
encontró una nota:
“Después de veinte años jugando los
mismos números, este sábado, por fin, me ha tocado el Gordo. Con tanta suerte
que mi mujer ha lavado mis pantalones sin mirar en los bolsillos.
Esto no
es vida…”
Seguiremos informando.
19 de enero de 2024
El accidente
El accidente
La cada vez más grande mancha roja
se expandía por el suelo, llegando a la nueva alfombra beige… Las caras de los presentes estaban congeladas por el
susto y sin saber qué hacer. Él solo podía pensar en los noventa y cinco euros
que le ha costado la puñetera botella de vino.