31 de julio de 2023

INVIERNO

 

El manto frío de purísima blancura

lentamente cubre el mundo herido.

Los árboles, cargados de escarcha,

parecen los fantasmas del olvido.


Las huellas de pequeños moradores

encadenan los dibujos en la nieve.

La fragancia del sueño se repite,

cristalizando todo con un toque leve.


El brillo dorado del amanecer,

que el sol valiente nos ofrece,

ayuda a la naturaleza renacer,

mientras la oscuridad desaparece.


La magia secreta del invierno

intenta esconder la fealdad

de las ruinas en el paisaje yermo

creado por el hombre y su maldad.


La fuerza de la vida sigue indemne

y anhela la llegada del calor.

El invierno dejará de ser perenne

cediendo el paso al verde resplandor.



                                    31/07/2023, Gijón



28 de julio de 2023

Las citas de la abuela

Las citas de la abuela

(Serie «Amor en el ocaso»)

   

— ¡Ernesto, abrázame y no me sueltes nunca!
   — ¡, amor mío! Eres la única para mí. Te amo, Magnolia. Huye conmigo…
   Teléfono…
   Echa una mirada de fastidio al techo y pone en pausa la televisión. Será otro vendedor de estos que la tienen harta con tanta llamadita.
   — ¡Diga!
   — Abuela, soy Lucía.
   — Ay, hija mía, perdona. ¿Ha pasado algo?
   — No, abuela. Tengo que contarte una cosa. Te veo en un rato.
   “Qué raro. ¿Qué será lo que esté tramando mi nieta?”— doña Inés vuelve a dar al “play” y sigue con la escena de los enamorados.
   Timbre…
   — Hola, abuela. No te enfades conmigo. Lo hice porque te quiero muchísimo. No te pongas nerviosa. O, mejor, siéntate.
   La muchacha empieza a dar vueltas por el salón cogiendo y soltando los adornos. La anciana la observa, deseando que rompa alguno. Le faltaba valor para desprenderse de esas chucherías.
   — Abuela, desde la muerte del abuelo, vives muy sola. No, no, déjame hablar, porfa. Sí, estamos todos nosotros. Pero no es lo mismo. Necesitas divertirte. Ya, ya, tus amigas. Pero no es lo mismo. ¿Pilates? Ya lo sé. No-es-lo-mis-mo. Necesitas un novio. Respira, abuela. Tampoco es para tanto. Te he apuntado a una página de internet. No te enfades. Es un sitio para la gente sería que busca pareja. Noooo, no son ligues. No te tomo el pelo.
   Lucía saca una tablet.
   — Mira, abuela. Esta eres tú. Puse la foto de perfil, la más bonita que tienes. Es de las últimas fiestas del pueblo donde llevabas aquel vestido verde que te favorece muchísimo.
   Doña Inés se quedó sin palabras. Todavía en su cabeza los enamorados de la novela cabalgaban juntos hacia el ocaso…
   — Pues verás, abuela. Tienes varios admiradores que te han mandado corazones. Ahora puedes visitar sus perfiles también. Y si alguno te gusta, le devuelves el corazón. Así podréis chatear y, si te apetece, quedar para conoceros. Te enseño cómo funciona la web y te dejo la tablet.
   Después de una clase intensiva y tomando los apuntes, doña Inés se sumergió en el mundo de citas por internet…
   Con casi setenta años, todavía estaba de buen ver. Comía sano, hacía ejercicios, leía muchísimo y se interesaba por todo. Añoraba a su Julito, que en paz descanse, pero al mismo tiempo deseaba ese algo que la hiciera vibrar e ilusionarse para lo que le queda de vida o de cabeza.
   Durante tres meses siguientes mantuvo conversaciones por internet que acabaron en varios encuentros para tomar un café y pasear, alguna que otra cena y… un tremendo chasco. Nadie le hizo tilín. Lucía le decía que no perdiera la esperanza. Pero ya estaba cansada. Así que decidió darse de baja y volver a la tranquilidad y las novelas románticas.
   Entró en su cuenta y vio que tenía un mensaje: 

 «Estimada Señora. 
  Para mí sería un enorme placer poder conocerla en persona. Ya no somos jovencitos para perder el tiempo en un chat. Me quedo a su disposición para que elija la hora, el día y el lugar. Espero su respuesta. 
Un cariñoso saludo, Alejandro Álvarez Fernández».


   “Madre mía —pensó doña Inés—, cuánta caballerosidad y qué romántico. Bueno, no pierdo nada por ir, aunque sea la última vez”.
   Dicho y hecho.
   La cita sería mañana, a las siete de la tarde, en la terraza de un café que abrieron hace poco. Estaba algo lejos, pero mejor así.
   Se puso unos vaqueros, que le sentaban estupendamente (Pilates sí que funciona), blusa blanca, botines camperos y la chaqueta vaquera, regalo de su nieta. En la espalda tenía escrito: “Las roqueras no tienen edad”.
   Cuando llegó al café, se fijó en él enseguida. No parecía a nadie a quien conozca. Camiseta negra. Gafas oscuras. La barba bien recortada de color blanco inmaculado. Brazos con tatuajes. En la mesa, una rosa roja.
   Cuando la vio, se levantó, se quitó las gafas y los ojos de color azul cielo, rodeados de finas arrugas, han acompañado a su bonita sonrisa.
   — Hola, Inés. Es un placer conocerte en persona. Soy Alejandro, pero los amigos me llaman Alex. ¿Nos sentamos?
   La charla agradable empezó a fluir como el agua. Él tenía setenta años, también viudo, con dos hijos adultos y un nieto. Le gustaba el deporte, viajar, leer y la cocina. Y algún día le encantaría cocinar para ella.
   Doña Inés estaba en las nubes. Era un hombre casi perfecto.
   Cuando llegó la hora de despedirse, él se ofreció a acercarla hasta su casa. A no ser, que ella tenía miedo de montarse en una moto.
   Por Dios, ¡no!
   Después, doña Inés se subió al corcel metálico y se abrazó fuertemente a la ancha espalda de su galán. Y, con el rugido del motor, los dos “cabalgaron” hacia el ocaso…




FIN

                                                                                                 28/07/2023, Gijón


24 de julio de 2023

La nueva capa


   Tenía que ver a la abuelita.
   Puso su vieja capa roja, cogió la cesta y entró en el bosque. ¿Por qué la yaya viviría ahí? Otra vez se enganchó con las ramas. Le venía bien una nueva capa. Pedirá que la abuela que le haga una.
   El sendero culebreaba entre los árboles, adentrándose en la oscura espesura. El silencio apagaba los cantos de los pájaros. La muchacha iba absorta en sus pensamientos. El sonido de una rama rota la hizo parar. Oyó un jadeo justo detrás. Poco a poco empezó a girar…
   -Hola, preciosa. ¿A dónde….?
   El desagradable olor a pelo quemado le entró por la nariz. El taser, que tenía muchas ganas de estrenar, ha funcionado de maravilla. Ahora, a ver a la abuela...
   El apetecible aroma de una barbacoa atrajo al leñador hacia una casita justo en el más profundo del bosque. ¿Quién en su sano juicio viviría aquí?
Le abrió la puerta una guapa moza con una tremenda capa de piel de lobo.
   -Hola, forastero. Vienes en un buen momento. Yo y mi abuela justo sentábamos a comer una rica barbacoa. ¿Te apuntas?




                                                                                                     07/05/2023, Gijón

20 de julio de 2023

El destino

Él

    Es el colmo de lo absurdo.
Él, que es un hombre acaudalado, que tiene carencia de empatía y fobia a los pobres, no puede apartar la mirada de aquel niño de la calle, sucio y famélico.
   El muchacho se muestra cauto cuando el hombre medroso se baja de su lujoso coche y le ofrece una chocolatina. La pequeña mano con una tremenda celeridad la hace desaparecer en sus andrajosos ropajes. Su mirada furtiva muestra mucho miedo y a la vez, la candidez, tan propia de un niño, acostumbrado a cuidarse de sí mismo.
   El hombre tiene una solución idónea para el chico. Su esposa había tenido varios abortos y le mentaba cada poco sobre aquello. Así que echa una plegaria diligente al cielo y acompaña a su futuro hijo al coche.



Ella

   Las ha vuelto a ver: madre e hija.
   Como cada tarde, iban, cogidas de la mano, hacia el carrusel, rodeado de familias felices y de niños, esperando su turno. Todo muy bucólico y perfecto. Sentía tanta envidia, que le costaba hasta respirar. ¿Por qué no ellos? ¿Qué han hecho para merecer el semejante castigo?
   Había abortado cuatro veces. Con cada pérdida, el sueño de tener hijos se hacía más efímero. Su marido ya lo había aceptado. Decía que la amaba por encima de todo. Pero ella entró en depresión y llevaba ya varias semanas sin salir de casa, convirtiéndose en una mera espectadora de vidas ajenas.
   Vio el coche de su esposo cruzando el portón. Qué raro, es muy pronto para que volviera del trabajo. Al abrirle la puerta, este entró con una enigmática sonrisa. De repente, una cara, pequeña y sucia, se asomó detrás de su gabardina. Unos enormes ojos marrones, llenos de inseguridad y vulnerabilidad, la han apresado para siempre.
   Un niño, un hijo. Destino...








                                                                                                                  05/01/2023, Gijón


4 de julio de 2023

Los zapatos


   Mi amiga me dio el chivatazo: a la zapatería de su barrio llegarán los zapatos de tacón de aguja, el sueño de cualquier chica de diecisiete años. Yo ya trabajaba por entonces y podía permitirme este gasto.
   Quedamos dos horas antes de la apertura. Era todavía de noche, nevaba y hacía muchísimo frío. En la puerta ya se veía una enorme cola que daba la vuelta a la manzana. Aun así, nos quedamos para tentar la suerte.
   En aquellos años casi no había cafeterías, así que trajimos los bocadillos y los termos con el té. Nos turnábamos para ir al baño y calentar los pies en casa de mi compañera.
   Pasaban las horas y la cola apenas se movía. A las que intentaban colarse, las atacábamos como hienas. ¡Serán sinvergüenzas!
   Después de unas siete horas, mi amiga tuvo que irse. Por delante quedaba una treintena de personas. Yo no me iba a echar atrás. Deseaba esos zapatos por encima de todo. Las caras de las afortunadas despertaban en mí una tremenda envidia. Pronto yo sería una de ellas.
   Por fin entré…
   La zapatería estaba arrasada. En un estante del fondo quedaba un último par: negros, acharolados, de tacón alto y fino. Mi sueño... Y de números diferentes. No me importó. Después de casi diez horas, eran míos. Con un poco de algodón en la punta, estarán perfectos.
Corría el año mil novecientos ochenta y ocho en Ucrania soviética.





                                                                                             29/03/2023, Gijón

2 de julio de 2023

Fermín de Pompaelo

   El obispo Fermín contempla su ciudad, cuando el sol ya empieza teñir de oro bruñido los tejados de Pompaelo y sus calles estrechas se llenan del bullicio festivo.
   A Fermín le agradan las ferias. Cuando era un muchacho, se mezclaba con los vendedores, juglares errantes y gente, venida de Hispania y Aquitania. Su padre, el gobernador, no lo aprobaba. Y para frenar el ímpetu de su vástago, lo puso bajo la tutela del presbítero Honesto, que lo envió a Tolosa, en Occitania, para completar la formación. Cuando la fe cristiana lo llamó, Fermín solicitó que lo ordenasen como sacerdote.
   No sin dolor recuerda aquella época. Desde la muerte de Cristo, los cristianos no eran extraños en este mundo, pero los credos paganos todavía oscurecían las almas de los no creyentes.
   Hace unos cinco años regresó a su querida Pompaelo, ya como el obispo, para continuar con la obra de Dios. Hasta hoy.
   Mañana, después de maitines, Fermín de nuevo emprenderá el camino a las Galias. De ciudad en ciudad, convertirá a miles de personas. La fe crecerá y con ella, el miedo. Por esto los prefectos romanos lo querrán muerto. Y bajo el manto de la noche, de su cuello brotará un pañuelo carmesí.


                                                                                              28/05/2023, Gijón

Pompaelo - nombre de Pamplona en los tiempos del Imperio Romano.
Obispo Fermín - según las leyendas es gracias a él nace la festividad de Pamplona.
El pañuelo carmesí es el símbolo de la sangre que ha brotado del cuello de San Fermín.
Fuente: www.sanfermin.com