11 de octubre de 2024
25 de septiembre de 2024
Árbol
Árbol
A cada uno, sus zapatos
A cada uno, sus zapatos
Una llave
Una llave
24 de septiembre de 2024
Respeten a los mayores
Respeten a los mayores
Mira por dónde pisas
Mira por dónde pisas
Mientras caía, se acordó de toda su vida.
Y, al
estamparse, maldijo la piel de plátano que acaba de pisar.
Él nunca te olvidará
Él nunca te olvidará
11 de septiembre de 2024
Madre
Madre
Ella es el amor primero.
Ella es aquel eslabón,
Que te une al mundo entero.
Y aunque le rompas el corazón
Te dará un perdón sincero.
Estará ahí para escuchar
Y ayudarte con tus problemas.
Sin pegar el ojo va a esperar
Si hace falta, las noches enteras,
Para verte a casa regresar.
Será tu amiga y confidente,
El hombro firme en el que llorar.
Estará contigo muy paciente
Hasta que tú podrás recuperar
Tus fuerzas y seguir de frente.
Mamá, mamita, madre.
Madre, mamita, mamá…
Su corazón y el tuyo laten
Como si fuera uno, al compás.
31 de agosto de 2024
La Muerte Perfumada
La presentación en toda regla
(O lo que puedo contarles y dejarles vivos)
Hola, mi querido Lector.
Permíteme que me presente. Soy a la que llaman «La Muerte Perfumada». Por su puesto es un nombre en clave, ya que el que me dieron mis padres al nacer, está olvidado. Lo hice olvidar. Y los que lo sabían, ya no están entre los vivos.
Soy una mujer normal: ni alta, ni baja; ni delgada, ni rellenita; ni guapa ni fea… En todos los sentidos, no la llamo atención, a no ser que se requiera según qué circunstancias. Soy muy inteligente, sin duda alguna. Hablo varios idiomas con fluidez: ruso, ucraniano (es donde nací), español, inglés, francés, alemán y mandarín. Me encanta leer y tengo una magnífica memoria. Soy muy buena en el terreno desconocido, ya que mi sentido de orientación casi nunca me falla. También soy muy, pero que muy resolutiva. Es mi punto fuerte. Encuentro la solución a cualquier situación. Y como un valor añadido a mi perfil, soy camaleónica. Sí, sí. Observo que no puede contener la sonrisa, querido Lector. Es que no miento. Me encanta disfrazarme. ¿Igual porque de niña nunca he podido hacerlo? Será por esto. El oficio al que me dedico es muy antiguo. No. No es el que piensa. No saque tan rápido las conclusiones. De hecho, es el oficio que me eligió a mí de muy joven y es otra historia de la que no voy a hablar. Por ahora.
La Muerte Perfumada… Me encanta como suena. Aunque me ha llevado años a crear este apodo y la fama. Muchos años y demasiados cadáveres a mis espaldas… Muy justificados, sin duda aluna. Soy una asesina. Fría, retorcida y despiadada asesina que tiene sus propias reglas. Los que me contratan solo requieren de mis servicios cuando hay que ser tan delicado, como un alfarero, y tan sutil, como una pluma. Y esta soy yo. Cuando yo acepto un trabajo, no hay nada que me pare. Así que espero no tenerle entre mis encargos.
Por ahora, no diré nada más. Dejaré que me vaya conociendo poco a poco, sorbito a sorbito, como un McKallan de dieciocho años. Lo bueno se disfruta lentamente. Y yo soy muy, pero que muy buena en lo mío.
Nos vemos… Ja, ja, ja… Es una broma. Espero no verle nunca.
La Muerte Perfumadaen Gijón a 30 de agosto de 2024
Permíteme que me presente. Soy a la que llaman «La Muerte Perfumada». Por su puesto es un nombre en clave, ya que el que me dieron mis padres al nacer, está olvidado. Lo hice olvidar. Y los que lo sabían, ya no están entre los vivos.
Soy una mujer normal: ni alta, ni baja; ni delgada, ni rellenita; ni guapa ni fea… En todos los sentidos, no la llamo atención, a no ser que se requiera según qué circunstancias. Soy muy inteligente, sin duda alguna. Hablo varios idiomas con fluidez: ruso, ucraniano (es donde nací), español, inglés, francés, alemán y mandarín. Me encanta leer y tengo una magnífica memoria. Soy muy buena en el terreno desconocido, ya que mi sentido de orientación casi nunca me falla. También soy muy, pero que muy resolutiva. Es mi punto fuerte. Encuentro la solución a cualquier situación. Y como un valor añadido a mi perfil, soy camaleónica. Sí, sí. Observo que no puede contener la sonrisa, querido Lector. Es que no miento. Me encanta disfrazarme. ¿Igual porque de niña nunca he podido hacerlo? Será por esto.
La Muerte Perfumada… Me encanta como suena. Aunque me ha llevado años a crear este apodo y la fama. Muchos años y demasiados cadáveres a mis espaldas… Muy justificados, sin duda aluna. Soy una asesina. Fría, retorcida y despiadada asesina que tiene sus propias reglas. Los que me contratan solo requieren de mis servicios cuando hay que ser tan delicado, como un alfarero, y tan sutil, como una pluma. Y esta soy yo. Cuando yo acepto un trabajo, no hay nada que me pare. Así que espero no tenerle entre mis encargos.
Por ahora, no diré nada más. Dejaré que me vaya conociendo poco a poco, sorbito a sorbito, como un McKallan de dieciocho años. Lo bueno se disfruta lentamente. Y yo soy muy, pero que muy buena en lo mío.
Nos vemos… Ja, ja, ja… Es una broma. Espero no verle nunca.
18 de agosto de 2024
Noticias
Noticias
La noticia, seguida de un dolor
punzante, me dejó estupefacta. El reloj, regalo de mi padre para mis dieciséis,
estaba hecho trizas y la sangre, que caía de un profundísimo corte, se mezclaba
con la arena y el cristal — un desastre a mis pies. Y pensar que, hasta hace
nada, yo estaba tan tranquila…
En la televisión hablaban de las manifestaciones, “especialmente
violentas”, de los agricultores. Las imágenes de cientos de tractores y gente
de campo se alternaban con los de la policía preparada para dispersarles.
El sol, salido de entre las nubes, entró descaradamente por la ventana,
sacando a la luz toneladas de polvo y bolas de pelo de los perros. ¡Por Dios! ¡Si
ayer mismo pasé el aspirador! Antes de que se me ocurriera volver a aspirar,
bajé la persiana: así el salón se verá limpio. Encendí la lámpara de pie.
La plancha soltó el vapor, avisándome que ya estaba preparada para dejar
perfecto un montón de ropa que llevaba esperando… ¿Cuánto? ¿Una semana? La
verdad es que no me gusta planchar, aunque se me da bastante bien. Y, según leí
en algún blog de esos que dan soluciones a todos los problemas de la vida,
tiene su lado positivo. Es como meditar: sabemos que es necesario, pero nunca
lo hacemos. Así es con la plancha. Mientras estiras las arrugas y poco a poco
las conviertes en una prenda suave, perfumada y preparada para ir al armario
para después volver a estar sucia y estrujada (la rueda de la vida), tienes la
mente en blanco. En estos momentos solo
piensas en planchar… En nada más. Meditación.
Las noticias de la tele me deprimen. Tampoco me veo con las ganas de
empezar una nueva serie. Me conozco. Si me engancho, dejaré que el aspirador y
la plancha queden apartados para el después. La fuerza de voluntad se fomenta
con estos pequeños sacrificios. Me siento fuerte y apago la televisión.
Pido a Alexa que ponga la cadena de siempre. De nuevo noticias. Madre
mía. Estoy a punto de pedirle algo de música. Veo que el reloj de arena necesita
que le den la vuelta. Dios, qué dispersa estoy hoy. Así nunca acabaré de
planchar. Y ya toca preparar la cena.
Este reloj… Cuantos recuerdos. Me lo regaló mi padre como el “símbolo a
la puntualidad”. Sí, mi papá tenía un sentido de humor un poco negro, ya que de
adolescente yo llegaba tarde a todos los sitios. Le doy la vuelta. Tiene polvo.
Agarro el bajo de mi camiseta de “andar por casa” y empiezo a limpiar…
«Ahora proseguimos con el sorteo de cada viernes. Cinco… Cero… Uno…
Seis… Nueve. El número ganador es cincuenta mil ciento sesenta y nueve. La serie
cincuenta y cinco. Les recordamos que al acierto de las cinco cifras le corresponde
el premio de doscientos cincuenta mil euros. Si coincide también la serie, el
premio es de un millón de euros. Enhorabuena a los afortunados.»
Me quedé congelada en el tiempo y en el espacio, con el reloj en la mano y con
la fecha de mi cumpleaños, dando vueltas en la cabeza: cinco de enero de mil
novecientos sesenta y nueve. Lo llevo jugando un montón de años… ¡Un cuarto de
millón de euros! ¡Me ha tocado! ¡Me ha to...!
¡Crack! ¡Dios, qué dolor! El
reloj, regalo de mi papá, está hecho trizas y la sangre, que cae a chorros de
mi mano, se mezcla con la arena y el cristal. Empiezo a llorar y gritar de
dolor y rabia. El reloj de los diez minutos, el único objeto de mi padre que me
quedaba…
17/08/2024, Gijón
10 de julio de 2024
Hablando de nada y de todo
Hablando de nada y de todo
—¿Llevas
mucho tiempo aquí arriba?
—Una buena
pregunta. Si hablamos sobre mi existencia — una eternidad. Pero en este sitio,
no tanto. Cuando la contemplé por vez primera, la ciudad era mucho más pequeña
y con casas bajas. Y ahora, obsérvala — emerge bella y luminosa — por un lado,
besada por el mar y por el otro, guardada por las montañas. Incomparable con
ninguna. Y las personas que la habitan, la complementan a la perfección.
—Sí, es un
sitio bastante aceptable para anidar y criar a la prole. Hay comida en demasía. Gente simpática y dadivosa. Aunque siempre
hay algún que otro tonto.
—En la villa
del Señor de todo ha de haber. Lo sé por experiencia… Créemelo. Lo he sufrido
en carne propia.
—Sí, sí, ya
que lo dices, tienes unas heridas ahí abajo. Y parece que te falta algún que
otro trocito. ¿Qué te ha pasado?
—Ah, son las
señales de la guerra que hubo aquí. Me han disparado. Muchas veces. Me han
dinamitado. Casi destruyéndome del todo. Pero ya los he perdonado por aquello. Prefiero
no recordar los tiempos oscuros. Mi padre me enseñó que hay que amar y perdonar
a los que nos han hecho daño. Pero cuéntame, ¿cómo es que no estás con los
tuyos? ¿No andáis de un lugar al otro buscando y rebuscando? Y, también,
dejando un rastro feo. Espero que me respetes.
—Bah.
Necesitaba un descansito. A veces hay que parar, aunque sea un poco. Sacudirse
del polvo y suciedad. Retozar en el agua. He subido aquí a secarme y a
calentarme al sol. Y los míos en esta época se vuelven insoportables, se pelean
por cualquier cosa. Yo paso de los líos…
Los rayos
dorados dibujaron de oro la calmada superficie del mar y rebotaron en las
fachadas acristaladas del paseo marítimo. El contraste de luces y sombras se
hizo más pronunciado. La briza con sabor a sal trajo el refresco a las calles
llenas del bullicio.
—Ya se está
poniendo el sol. Me voy volando. La parienta estará preguntándose a dónde me he
metido. Si Dios quiere, mañana volveré. A pesar de que no tienes ni plumas ni
alas y estás hecho de piedra, me ha gustado este rato de plática contigo. Por
cierto, ¿cómo te llaman?
— Jesús…
Esta charla
entre un palomo y la estatua de Jesús pudo haber sucedido o no… Yo solo he sido
un testigo involuntario que intentaba hacer una foto de la Basílica del Sagrado
Corazón.
4 de julio de 2024
"Seré bueno"
“Seré bueno”
Mis dedos temblorosos apenas han podido sostener la
llave maestra y esta se cayó al suelo. La recogí y la metí en la cerradura. El
suave clic y el crujido de las bisagras me provocaron un escalofrío. Durante unos
segundos me quedé paralizado. Al otro lado, dentro, estaba el mundo del que hui
y al que me prometí no volver jamás —el piso de mis tíos— la única familia que
me quedaba después del accidente de mis padres.
Entré…
El olor a cerrado y a un cuerpo en
descomposición me dio de pleno como una bofetada. Sentí unas arcadas y, rodeado de una nube de moscas, salí de nuevo al rellano.
Me obligué a volver. Recorrí con la mirada las
paredes forradas en papel pintado con un horroroso estampado, los muebles
oscuros y añejos sobre el suelo cubierto de polvo y trastos, amontonados por
doquier. Nada había cambiado en los últimos treinta años. La casa de mis tíos
como un lóbrego mausoleo seguía asustándome. Me paré sin ganas de adentrarme
más …
De repente
todo se llenó de uniformes y trajes blancos. Los focos y flashes han iluminado
el ambiente opresivo con una luz fría, sacando a la vista los tenebrosos
rincones y un enorme e hinchado cadáver… de mi tío.
El cerdo la
había palmado en su asqueroso sofá. Era su lugar preferido. Ahí pasaba todo el
día sentado viendo los documentales. De esos, donde un animal mata al otro para
comérselo todavía vivo. Y las hienas… Sí, esas le encantaban. De hecho, él se
parecía mucho a una. Aunque le sobraban unos cien kilos. Estaba muy gordo, el cabrón
…
Juan, mi
compañero me preguntó algo. Le dejé hacer y de nuevo me sumergí en el pasado…
Mi tía. La
hermana de mi padre. Pobre mujer. Se mató. Después de la enésima paliza, salió de
casa y nunca volvió. Pasados unos días de su entierro oí a las vecinas decir
que se tiró al mar, «pobrecita ella». La odié por aquello como puede odiar un
niño de seis años que se ha quedado a merced de un monstruo. Ya nadie me iba a
proteger, ni recibir los golpes por mí. Ni darme los besos con sabor a lágrimas…
La vida con
mi tío ha sido una confusa sucesión de golpes y castigos hasta que los
servicios sociales me han sacado de aquel infierno con casi nueve años…
Los de la morgue
ya se han llevado el cadáver, mi compañero hablaba con la vecina, un par de
agentes continuaban recogiendo las muestras y yo seguía clavado al lado del
sofá. Juan me sacó al presente:
— Manu, el
piso está vacío. Los de la científica casi han terminado. Según el forense, el
tal M.J. Pérez lleva muerto unos cuatro meses.
También que la muerte podría ser accidental. El tipo se atragantó con un
trozo de pizza. Lo que no me sorprende. El tique de la pizzería es de cuatro de
marzo, así que las fechas cuadran. La
vecina dijo que no salía mucho. Ni siquiera a comprar. Todo le traían los
repartidores. Tampoco trataba con los vecinos. No le suena que tuviera
parientes. Era un tipo muy raro. Creo que es todo. ¿Nos vamos?
— Espera,
daré otra vuelta por si se nos había escapado algo. Ya sabes, los cuatro ojos
ven mejor que dos. No tardaré. —No me gusta mentir a mi compañero, pero necesito
estar a solas unos minutos.
Mis pasos me llevan a una
puerta al final del pasillo. Es mi habitación. Lo era. Sigue igual: una cama pequeña
cubierta con el edredón de ganchillo que me hizo mi tía, la mesita con una
lámpara en forma de faro y la foto de una mujer muy guapa y risueña con un niño
rubio en sus brazos. Mi tía y yo… Antes de vivir en el infierno. Un oso azul de
peluche… Un par de coches en un estante… Comparada con el resto de la casa, la
habitación estaba ordenada.
Me aproximé al
armario cerrado. Giré la llave. Lo abrí de par en par… El interior oscuro olía
a orín. Aparté algunas prendas. Con las
manos temblorosas saque mi linterna. La encendí. Casi se me cae al suelo. En la
pared del fondo con algo afilado se veía grabada en repetidas veces la frase “seré
bueno”, “seré bueno”, “seré bueno” … De varios tamaños. En distintas
direcciones. Todas escritas con la misma mano, la mía…
Cerré el
armario y volví al salón. Ya todos se habían ido. En el sofá quedaba una enorme
mancha maloliente.
Ya ves, tío.
Al final, no he sido bueno, ¿verdad? El trozo de pizza que te metí por el
gaznate lo confirma.
14 de junio de 2024
Muerte por flechazo
Muerte por flechazo
—Abogado de la defensa, ¿cómo se declara la
acusada?
—No culpable, Señoría.
—¿Y la acusada desea hacer alguna declaración?
— Sí, Señoría.
— Suba al estrado, señorita Acosta. ¿Jura
decir la verdad?
— Gracias, Señoría. Sí. Lo juro.
—Prosiga, la acusada.
—Antes de todo les ruego que me comprendan,
por favor. Me encontré superada por las
circunstancias… No vi otra salida … Tuve que hacerlo. Quiero que oigáis mi
historia. Estoy segura de que cualquiera en mi situación habría hecho lo
mismo. Todo empezó hace un año.
»
Yo soy una mujer corriente. Como podéis ver – ni guapa ni delgada – sino todo
lo contrario. No soy de esas que enamoran por donde van. Pero a principios de
febrero del año pasado, mi soledad y el deseo de tener un hombre decente en mi
vida me han llevado a un estado de desesperación. Ver parejas se me hacía
insoportable. Y mucho más, cuando parecían felices y enamoradas. Ya tengo una
edad, ¿saben? Y el tiempo vuela. Así que
el día catorce se me ocurrió ir a la iglesia de San Valentín. ¿No es un Santo
de novios? Pues eso. Le llevé un ramo de
rosas y unas velas y me puse a rezar. Recé mucho. Muchísimo. Estuve arrodillada durante horas y horas…
» Aquella misma
noche me despertó un ruido. Cuando encendí la lámpara de la mesita, a los pies
de la cama, vi sentado a un niño o alguien que se le parecía mucho. Era
desnudo, con el pelo rubio ensortijado, unas alitas muy cucas y un arco dorado
y flechas…
La sala del tribunal exploto en risas y
carcajadas. El juez mandó a callar al público so pena de expulsión y pidió a la
acusada continuar.
— Gracias, Señoría. Ejem, ejem… En conjunto,
era la cosita más adorable que yo haya visto nunca. Y, de repente, se dirige a
mí con una voz muy grave: “Mujer, vamos al grano. Mi jefe, San Valentín, me mandó
a solucionar tu problema. Dime cómo lo quieres. No te enrolles demasiado que no
tengo toda la noche. Hay montones de pedigüeños como tú. No me mires con esa cara
de boba. Al hombre, ¿cómo lo quieres?”.
» Apenas pude
articular una palabra para contestarle:
—
No lo sé. Así de pronto. Que sea muy detallista y romántico, que me regale
flores, que me … —Y el Cupido desapareció con la palabra “hecho”, flotando en
el aire.
» Al día siguiente, al abrir la puerta de
mi piso, vi un enorme ramo de rosas rojas con una tarjeta:
Para la mujer más
bella del mundo, la que me hace vibrar como
un abejorro
buscando el dulce néctar de las flores.
Siempre tuyo, tu
enamorado secreto. N.B.
»
Madre mía, me puse loca de contenta. Nunca, jamás, me han regalado ni siquiera
un cactus escamochado. ¿Quién sería ese hombre?
»
Al llegar al trabajo, también había ahí un enorme ramo de rosas. Los compañeros
estaban ojipláticos, viendo aquello. Y yo, tan contenta. Por fin, alguien se
había fijado en mí. El ramo también tenía una tarjeta:
Las rosas rojas
para mi dulce rosa escarlata.
Con todo el amor,
tu enamorado secreto. N.B.
»
Cuando llegué a casa con mis rosas, en la puerta de nuevo había un enorme ramo,
pero de lirios. Con la tarjeta con un poema muy romántico que hablaba de mis
atributos físicos. Había tantas flores que he ocupado con ellas todos los
jarrones y botes que tenía.
»
Al día siguiente, otra vez en la puerta había un enorme ramo de rosas blancas.
Con tarjeta. Y en el trabajo, también. Con tarjeta. Regalé mis flores a todos
los compañeros. Estaba muy contenta y ellos, también.
»
Al volver a casa, de nuevo encontré un gigantesco ramo de flores en mi felpudo.
Gladiolos o dalias. Ya no me acuerdo. Con otra tarjeta y un poema. Tuve que ir
al chino a comprar más jarrones. La casa olía como un jardín botánico o como un
funeral. Mi mente está confusa al respecto.
»
Y así, durante varias semanas, tres o cuatro enormes ramos de flores cada día.
Ya no sabía dónde meterlos. Los compañeros empezaban a reírse a mis espaldas. Tampoco
nadie quería flores, ni regaladas. Entre las marchitas y las frescas me mareaba.
Los vecinos se quejaron de que los ramos amontonados en mi puerta daban un mal
olor y el aspecto de abandono. Ya no podía más… Estaba desesperada … Ejem… Llamé
a la policía. Me han dicho que nada podían hacer al respecto, ya que no era
ningún delito regalar flores. Tampoco se molestaron en averiguar quién era el
repartidor o florista que traía los ramos. Me dio la impresión de que les
divertía la situación…
Las risas del público subieron de tono y el
juez de nuevo llamó al orden:
—
Señores y Señoras presentes, me veo obligado a interrumpir este juicio para un
receso de media hora. Espero que recapacitéis y a la vuelta tomaréis esta corte
con más seriedad y respeto. Acusada, seguiremos con su declaración después del
receso. Tómese un descanso, veo que lo necesita. Se levanta la sesión.
Pasada
media hora, después de subir al estrado, la señorita Acosta continuó con la voz
temblorosa:
— La situación empeoró cuando la prensa se
instaló en el portal. Salir de mi casa a diario se convirtió en un suplicio… No
podía dar un paso sin una alcachofa en mi cara… Sobre mí publicaron en el
periódico local y nacional. Ya ni hablo de las redes sociales… Mi cara estaba
en todas partes. Hasta llamaron a mis padres, pobrecitos ellos. Me pusieron
varios apodos: la mujer de mil rosas, la mujer florero, la mujer de flores
marchitas… Era insoportable vivir así… Ejem, ejem, ejem… Y, mientras tanto, los
ramos aparecían en mi puerta y en el trabajo como por arte de magia. Ahí es
cuando comprendí que el Cupido me ha tomado el pelo. Esto no podía continuar
más, así que he vuelto a la iglesia para suplicar a San Valentín que pare esta
locura…
— ¡Ruego el silencio en la sala! Aguacil,
expulse a aquel grupo del fondo. Este juicio no es una broma, señores. Señorita
Acosta, ¿desea un vaso de agua? Continúe, por favor.
— Le agradezco, Señoría.
»
Como dije, he vuelto a la iglesia. Y me quedé ahí rezando durante horas. Por la
noche el Cupido no apareció. (El público volvió a reír. La acusada empezó a
llorar). Perdonen, pero es que todo es tan absurdo, lo sé… He vuelto otras dos
o tres veces a suplicar a San Valentín. Cuando ya perdí la esperanza de ser
escuchada, el Cupido apareció en mi dormitorio. Estaba muy enfadado; me gritó y
me llamó de todo. Que yo era una caprichosa, chivata, que no sabía lo que
quería…
»
Parece mentira, pero aquel ser me culpaba de todo… (La pobre mujer lloraba y no
paraba de sonarse la nariz.) Con su
flecha gesticulaba como un loco. Así que no aguanté y se la arranqué de la
mano. Lo agarré por sus alitas con la otra y le clavé la flecha. Justo en la
barriguita … Y la he vuelto a clavar y clavar y clavar… Cuando me di cuenta, el
cuerpo del Cupido parecía un colador… Estaba muerto. Muy muerto. Después,
desapareció.
»
Llamé a urgencias. Creyeron que estaba bromeando. Llamé a la policía… Varias
veces… Cuando vinieron los acompañaba una ambulancia. Ejem, ejem… Para mí… Me
ingresaron en la planta de psiquiatría… Estuve ahí casi tres meces…
»
Un día, cuando pasaba delante de una floristería, algo hizo un “clic” en mi
cabeza. Así que he ido a la gasolinera más cercana y compré una garrafa de
gasolina. Esperé que las floristas cerraran la tienda. Ya de noche, con una
tapa de registro, rompí el escaparate; metí la garrafa dentro y la volqué. Con
un fular hice la mecha y le prendí el fuego.
»
Me senté en el banco de un jardín cercano a disfrutar del espectáculo. Por vez
primera en un año estaba feliz y aliviada. No me importa ir a la cárcel, ¿sabe?
Mientras no haya flores ahí …
SUCESOS
El Cupido “ataca” de nuevo
La Pluma del Este
Hoy,
25/03/2024, hemos sabido que en una pequeña ciudad de EE. UU., Tennesi
Stone, una mujer ha prendido fuego a una tienda de juguetes y ha disparado a un
camión de reparto de Toys & A con un arma semiautomática. El conductor
salió ileso. Tampoco hubo víctimas entre los trabajadores de la tienda.
En
su declaración a la policía, la mujer dijo: «Que ya estaba harta de tanto pu…
oso de peluche y que ella solo quería a un hombre detallista y que el cabrón
del Cupido le ha tomado el pelo…» Estas eran sus palabras exactas.
Por
lo que hemos podido averiguar, la señora americana, estuvo recibiendo ingentes
cantidades de osos de peluche con un corazón rojo donde pone escrito I love
you desde el Día de los Enamorados. La pobre tuvo una tremenda crisis
nerviosa a causa de aquello.
Queremos
recordar a nuestros lectores un caso parecido que sucedió en España el año
pasado. Pero aquí han sido los incontables ramos de flores frescas. Y la mujer,
víctima de una pesada broma – lo que se confirmó en la investigación y la consiguiente
sentencia – ha quemado una floristería. También sin víctimas.
Seguiremos
informando.
12 de junio de 2024
Cariño, ya estoy en casa
Cariño, ya estoy en casa
El peso de cientos de kilos de tierra y escombros poco
a poco hace su trabajo: aplastarme como un miserable insecto.
He perdido la
noción del tiempo. ¿Cuánto llevo aquí abajo? ¿Una hora, un día, una semana…? Da
lo mismo. Para mí — una eternidad. El pánico de primeros minutos acabó cuando
un punzante dolor en el costado izquierdo me hizo desmayar…
Cuando me he
vuelto en mí, comprendí que muy pronto iba a morir… Un rato después, dejé de
gritar y llorar… Me reí con la boca llena de tierra. Qué situación más absurda:
todavía vivo, pero muerto. Es para morirse. Puta redundancia.
Apenas respiro
y tengo un hierro clavado en el costado. Mi vida se me escapa a borbotones.
¿Cuánta sangre tiene una persona? ¿Cinco, seis litros? A principio pude sentir
el calor del chorro pegajoso. No he podido taponarlo ni siquiera con las manos,
ya que las tengo retorcidas en ángulos imposibles, rotas y encajadas entre los
trozos de hormigón.
Ya no noto el
goteo. Parece que la tierra y la sangre coagulada han hecho un tapón. Justo
para que el rato que me quede de vida esté divagando gilipolleces. Total, nadie
sabe dónde estoy.
No tenía que
haber vuelto a… mi antigua casa. Estúpido… Imbécil… Joder. Pude dejarlo todo a la
suerte y olvidar. Igual nadie la hubiera encontrado después de más de veinte
años. A mi primera esposa… Son solo unos
huesos. Limpios y blancos. Hervidos con lejía durante horas. Seguro que ni ADN
encontrarían. Pero tuve miedo. Mucho miedo. Mi vida actual ahora es perfecta. Y
he pagado un precio muy alto para conseguirla.
Así que aquí
estoy, de vuelta con ella: en el pozo de nuestra casa. Su calavera con las
mandíbulas rotas a martillazos, cuando le arranque los dientes, me mira
fijamente. Y se ríe de mí. Maldita hija de puta. Ni muerto puedo separarme de
ti. Cariño, he vuelto… A casa contigo…
Ja, ja, ja…
Una semana antes.
«—… Sí, sí, es
un ambicioso proyecto de construcción que cambiará la imagen del barrio de
Cerrillano. Toda esta zona de casas viejas, hasta el mes pasado, era un foco de
insalubridad y tráfico de estupefacientes. Los ocupas y delincuentes tenían
aterrorizados a los vecinos. Pero gracias a los fondos europeos y la
participación del sector privado, el barrio volverá a ser bonito y con mucha
gente nueva que se mudará a esta zona residencial.
—Gracias,
Señor alcalde. Cómo podéis observar, las máquinas excavadoras ya han empezado a
demoler y remover el terreno. Según el proyecto, debajo de cada edificio habrá
dos plantas de aparcamientos, lo que no es usual en este tipo de construcciones.
Así que van a cavar muy profundo…»
¡Mierda,
mierda, mierda…! ¡Joder! No puede ser. Ahora, no. ¡Si aquello antes era un
pueblo fuera de la ciudad! Nunca se me había ocurrido que iban a construir ahí.
¡Mierda! Tengo que desenterrarla y cambiarla de sitio. ¡Joder!:
—Laura, nena,
debo ir de viaje unos días a Madrid. Sí, también el fin de semana, pero ya
sabes, que el curro es lo que tiene: te avisan de un momento a otro. Dale un
beso a Nina de mi parte. Las veré el lunes. Te quiero.
5 de junio de 2024
Todas son iguales
Todas son iguales
— ¡Vaya pinta, tío! Ni que una manada de
búfalos pasara sobre ti. Hey, tú, sírvele a mi compadre un vaso de ese
matarratas que tienes. Y a mi otro. Joder, deja la botella, roñoso. Apúntala a
mi cuenta. Bebe, Jonny, y cuéntame tus peripecias.
—No hay mucho que conta, estoy jodio,
tío, eventao po dento. Y muy a disgusto. La puñetea Camen no me hace ni puto
caso. Y eso que me quedé pendao de ella naa más vela. Su cuepo, sus andaes, su
pote… Dese que está conmigo, come de lo mejocito. No escatimo en las viandas. Dueme
en el mejo sitio. Intento no fozala mucho. Y la cabona me tata así. Tengo el
cuepo paa escombo. Tengo golpes por toos laos. Estoy hecho un puñeteo moraón con
patas, joer. Man engañao con ella. Cuando vea al viejo Billy, le pegaé un tio
en toa fente.
—Por Cristo, ¿por qué hablas así?
—Joer. ¡Mia! Me fatan tes dientes, joer. La
cabona me tió cuando la quise montá. Me caí como un saco de bosta. Y la hija e
puta me pateó en la cabeza. Casi no lo cuento.
—Mal asunto con las hembras: las de dos
patas o de cuatro, todas son iguales. Venga,
toma otro vaso…
05/06/2024, Gijón
4 de junio de 2024
La "mascota" maldita
La «mascota» maldita
—¡Maestro, nos han robado! Cuando llegué, la puerta de
la cripta estaba abierta. El arca de contención — vacía. Los ladrones han dejado
una nota: «Hemos sacado a vuestra mascota de paseo. Prometemos devolverla, sana
y salva. ¡Ja, ja, ja, ja!» Firmado por S.A.A.
El Maestro de
la Orden quedó blanco y su ayudante tuvo que agarrarlo antes de que se cayera
al suelo. Unos estúpidos e insensatos la han dejado libre. Que Dios se apiade
de sus almas:
— Avisa a
todos, Saúl. Hay que encontrarla enseguida antes de que sea tarde. Ellos no
saben de lo que es capaz.
Mientras
tanto, en alguna zona de la misma ciudad, en una casa, llena de jóvenes
bailando como posesos y bebiendo el calimocho en cantidades industriales, tres
chavales juegan y se hacen fotos con algo parecido a una calavera. Esperen,
¡sí! Es un cráneo humano y estos zopencos se lo pasan como si fuera una pelota
de rugby.
A medianoche,
en el pleno apogeo de la fiesta, las luces y los aparatos eléctricos explotan y
la casa se sume en la oscuridad. Después de unos segundos de silencio el
ambiente se llena de gritos. Empujándose, los chavales intentan salir, pero las puertas y ventanas no se abren. Prueban a romper los cristales, es inútil:
parece que están hechos de hormigón.
Debajo de
lloros y gritos empieza a oírse un molesto zumbido. El sonido va subiendo de
volumen, taladrando los oídos. El rincón alejado del salón se tiñe de una luz
roja que se expande por toda la estancia. La acompaña el olor desagradable a
podrido. La luz se hace más intensa. Los chicos quedan como petrificados.
Algunos se esconden. No saben que es inútil. Ella les encontrará…
14 de mayo de 2024
La Isla Bonita
La Isla Bonita
13 de mayo de 2024
La víspera del joropo
La víspera del joropo
Quedaba un día para el joropo y
ella todavía no sabía si Marcelo vendría.
Nada más ver sus ojos
verdes y la linda sonrisa, que no se le quitaba de la cara, supo que era para
ella. Por más que su amigo maripozuelo le advertía que era un picaflor y que
contaba las copuchentas a todas las mozas de los pueblos cercanos, para ella
eran tan solo rumores y habladurías de los envidiosos.
Él hacía bailar su corazón como un rayo del sol en el agua cristalina del
arroyo. Todo en él la atraía. Para ella él era perfecto y … Lo amaba.
Marcelo, un huacho sin dinero y flacuchento, tocaba con la gran maestría
la marimba. Sus dedos con mucha delicadeza agarraban los palillos que recorrían
las láminas y ella imaginaba estos dedos sobre su cuerpo.
La semana pasada se han encontrado en el cocotal que quedaba más allá del
pueblo. Después de besarla con mucho brío,
le había confesado que era la única para él y que quería casarse con ella. Y
ella le contestó…
El grito de su madre
la bajó de las nubes:
—¡Hija, se te está quemando la
marucha! ¡Deja de soñar despierta y no me vengas con alharacas amorosas por un
muerto de hambre!
Quedaba un día para el joropo y
ella todavía no sabía si Marcelo vendría.
Nada más ver sus ojos
verdes y la linda sonrisa, que no se le quitaba de la cara, supo que era para
ella. Por más que su amigo maripozuelo le advertía que era un picaflor y que
contaba las copuchentas a todas las mozas de los pueblos cercanos, para ella
eran tan solo rumores y habladurías de los envidiosos.
Él hacía bailar su corazón como un rayo del sol en el agua cristalina del
arroyo. Todo en él la atraía. Para ella él era perfecto y … Lo amaba.
Marcelo, un huacho sin dinero y flacuchento, tocaba con la gran maestría
la marimba. Sus dedos con mucha delicadeza agarraban los palillos que recorrían
las láminas y ella imaginaba estos dedos sobre su cuerpo.
La semana pasada se han encontrado en el cocotal que quedaba más allá del
pueblo. Después de besarla con mucho brío,
le había confesado que era la única para él y que quería casarse con ella. Y
ella le contestó…
El grito de su madre
la bajó de las nubes:
—¡Hija, se te está quemando la
marucha! ¡Deja de soñar despierta y no me vengas con alharacas amorosas por un
muerto de hambre!
10 de mayo de 2024
El tío duro
El tío duro
— ¿Qué, vas a llorar como una niñita? ¿Ya no eres tan terne? Me vas a suplicar que pare, mientras escupes los dientes. Lo que quedará de ti, lo tendrán que recoger con una pala. — El tipo me dio varias patadas en el estómago. Me doblé del dolor. Sus compinches le jalearon.
» Por el rabillo del ojo avizoré a Marco haciéndome la señal de que el rescate ha salido bien. Mis hijos están a salvo.
» El odio y la rabia acumulados me impelieron al ataque. Cogí al cabrón por sorpresa. Con un fuerte puñetazo en los riñones y con una patada en su rodilla derecha, lo derribé al suelo. Me puse encima y con un twister le rompí el cuello. Los pandilleros se quedaron mudos. Ahora a por ellos…
— ¡Corten! ¡Corten! Los del maquillaje, necesito más drama y más sangre. La cara del protagonista no está bastante maltratada. Los de la banda, no sois tan fieros como exige el guion. ¡Poneos las pilas! Vamos a repetir la escena. Cuando quieran.
— ¡5 y Acción!
Mis ojos tumefactos apenas han visto venir el puñetazo. Ser un especialista es una mierda…
09/05/2024, Gijón