11 de octubre de 2024

Propiedad privada

 Propiedad privada




Me senté en la hierba a fumar un cigarrillo.
La brisa con olor a la tierra revuelta jugaba con la llama del mechero. Por fin el humo llenó mis fosas nasales y buscó la salida. A la tercera calada dejé de temblar. Otra calada. Otra más. Casi me quemo los dedos con la colilla. La tiré al agujero donde se apagó con un suave siseo.
   Me quedé a oscuras. La luna apenas se reflejaba en el metal frío de la pala. El silencio cómplice de la noche redujo todos los sonidos. El mundo que me rodeaba sabía lo que estaba haciendo. Sentí que me observaban. No me importó: tenía la razón de mi lado. No era yo quien entró en una casa ajena. Tampoco fui yo, él, que cuchillo en mano, atacó al propietario. Y no he sido yo el que mató primero…
   Con un fuerte empujón, el cuerpo del intruso cayó al hoyo. Enseguida empecé a llenarlo con piedras y tierra. El nogal, que esperaba ser plantado, movió sus hojas en señal de protesta. Parece que el abono no era de su gusto… Pero es lo que hay.
    Mañana me ocuparé de Nico. Mi perro. Un amigo fiel merece ser enterrado a plena luz del día.






10/10/2024, Gijón


 

25 de septiembre de 2024

Árbol

 Árbol



Los círculos crean dibujos que nos cuentan su vida.
De él hacen cosas maravillosas, pero, también, las cajas de cartón.




                                                                                             25/09/2024, Gijón

A cada uno, sus zapatos

A cada uno, sus zapatos 




Su existencia - corta o larga.
Son ricos o pobres.
Caminan, saltan, corren, protegen, adornan…
Al llegar a casa, se desnudan.




25/09/2024, Gijón

Una llave

 Una llave




Su comedido es tenerlo todo cerrado.
Un día se extravió.
Los bomberos vinieron para sustituirla.
De la cocina salía humo.




                                                                                                       25/09/2024, Gijón

24 de septiembre de 2024

Respeten a los mayores

 Respeten a los mayores




La estaban empujando. 
Gritó… 
Nada…
Dando la última estacada con su paraguas, la anciana, por fin, se subió al bus.





                                                                                 24/09/2024, Gijón

Mira por dónde pisas

 Mira por dónde pisas



Mientras caía, se acordó de toda su vida. 
Y, al estamparse, maldijo la piel de plátano que acaba de pisar. 






                                                                                           24/09/2024, Gijón


Él nunca te olvidará

 Él nunca te olvidará




Venía a la estación. 
Solo…
Lo buscaba en cada rostro, en cada sonido, en cada olor. 
Pero el amo no regresaba.




 
                                                                            24/09/2024, Gijón

11 de septiembre de 2024

Madre

 Madre



Ella es el amor primero.
Ella es aquel eslabón,

Que te une al mundo entero.
Y aunque le rompas el corazón

Te dará un perdón sincero.

 

Estará ahí para escuchar

Y ayudarte con tus problemas.

Sin pegar el ojo va a esperar

Si hace falta, las noches enteras,

Para verte a casa regresar.

 

Será tu amiga y confidente,

El hombro firme en el que llorar.

Estará contigo muy paciente

Hasta que tú podrás recuperar

Tus fuerzas y seguir de frente.

 

 

 

Mamá, mamita, madre.

Madre, mamita, mamá…

Su corazón y el tuyo laten

Como si fuera uno, al compás.




          
                                                                                                          



                                                                                                                     10/09/2024, Gijón

31 de agosto de 2024

La Muerte Perfumada

La presentación en toda regla
(O lo que puedo contarles y dejarles vivos)





Hola, mi querido Lector. 
Permíteme que me presente. Soy a la que llaman «La Muerte Perfumada». Por su puesto es un nombre en clave, ya que el que me dieron mis padres al nacer, está olvidado. Lo hice olvidar. Y los que lo sabían, ya no están entre los vivos. 
   Soy una mujer normal: ni alta, ni baja; ni delgada, ni rellenita; ni guapa ni fea… En todos los sentidos, no la llamo atención, a no ser que se requiera según qué circunstancias. Soy muy inteligente, sin duda alguna. Hablo varios idiomas con fluidez: ruso, ucraniano (es donde nací), español, inglés, francés, alemán y mandarín. Me encanta leer y tengo una magnífica memoria. Soy muy buena en el terreno desconocido, ya que mi sentido de orientación casi nunca me falla. También soy muy, pero que muy resolutiva. Es mi punto fuerte. Encuentro la solución a cualquier situación. Y como un valor añadido a mi perfil, soy camaleónica. Sí, sí. Observo que no puede contener la sonrisa, querido Lector. Es que no miento. Me encanta disfrazarme. ¿Igual porque de niña nunca he podido hacerlo? Será por esto. 
   El oficio al que me dedico es muy antiguo. No. No es el que piensa. No saque tan rápido las conclusiones. De hecho, es el oficio que me eligió a mí de muy joven y es otra historia de la que no voy a hablar. Por ahora. 
   La Muerte Perfumada… Me encanta como suena. Aunque me ha llevado años a crear este apodo y la fama. Muchos años y demasiados cadáveres a mis espaldas… Muy justificados, sin duda aluna. Soy una asesina. Fría, retorcida y despiadada asesina que tiene sus propias reglas. Los que me contratan solo requieren de mis servicios cuando hay que ser tan delicado, como un alfarero, y tan sutil, como una pluma. Y esta soy yo. Cuando yo acepto un trabajo, no hay nada que me pare. Así que espero no tenerle entre mis encargos. 
  Por ahora, no diré nada más. Dejaré que me vaya conociendo poco a poco, sorbito a sorbito, como un McKallan de dieciocho años. Lo bueno se disfruta lentamente. Y yo soy muy, pero que muy buena en lo mío. 
   Nos vemos… Ja, ja, ja… Es una broma. Espero no verle nunca.
                              
                                                            

La Muerte Perfumada
en Gijón a 30  de agosto de 2024





18 de agosto de 2024

Noticias

 Noticias




La noticia, seguida de un dolor punzante, me dejó estupefacta. El reloj, regalo de mi padre para mis dieciséis, estaba hecho trizas y la sangre, que caía de un profundísimo corte, se mezclaba con la arena y el cristal — un desastre a mis pies. Y pensar que, hasta hace nada, yo estaba tan tranquila…
   En la televisión hablaban de las manifestaciones, “especialmente violentas”, de los agricultores. Las imágenes de cientos de tractores y gente de campo se alternaban con los de la policía preparada para dispersarles.
   El sol, salido de entre las nubes, entró descaradamente por la ventana, sacando a la luz toneladas de polvo y bolas de pelo de los perros. ¡Por Dios! ¡Si ayer mismo pasé el aspirador! Antes de que se me ocurriera volver a aspirar, bajé la persiana: así el salón se verá limpio. Encendí la lámpara de pie.
   La plancha soltó el vapor, avisándome que ya estaba preparada para dejar perfecto un montón de ropa que llevaba esperando… ¿Cuánto? ¿Una semana? La verdad es que no me gusta planchar, aunque se me da bastante bien. Y, según leí en algún blog de esos que dan soluciones a todos los problemas de la vida, tiene su lado positivo. Es como meditar: sabemos que es necesario, pero nunca lo hacemos. Así es con la plancha. Mientras estiras las arrugas y poco a poco las conviertes en una prenda suave, perfumada y preparada para ir al armario para después volver a estar sucia y estrujada (la rueda de la vida), tienes la mente en blanco.  En estos momentos solo piensas en planchar… En nada más. Meditación.
   Las noticias de la tele me deprimen. Tampoco me veo con las ganas de empezar una nueva serie. Me conozco. Si me engancho, dejaré que el aspirador y la plancha queden apartados para el después. La fuerza de voluntad se fomenta con estos pequeños sacrificios. Me siento fuerte y apago la televisión.
   Pido a Alexa que ponga la cadena de siempre. De nuevo noticias. Madre mía. Estoy a punto de pedirle algo de música. Veo que el reloj de arena necesita que le den la vuelta. Dios, qué dispersa estoy hoy. Así nunca acabaré de planchar. Y ya toca preparar la cena.
   Este reloj… Cuantos recuerdos. Me lo regaló mi padre como el “símbolo a la puntualidad”. Sí, mi papá tenía un sentido de humor un poco negro, ya que de adolescente yo llegaba tarde a todos los sitios. Le doy la vuelta. Tiene polvo. Agarro el bajo de mi camiseta de “andar por casa” y empiezo a limpiar…
   «Ahora proseguimos con el sorteo de cada viernes. Cinco… Cero… Uno… Seis… Nueve. El número ganador es cincuenta mil ciento sesenta y nueve. La serie cincuenta y cinco. Les recordamos que al acierto de las cinco cifras le corresponde el premio de doscientos cincuenta mil euros. Si coincide también la serie, el premio es de un millón de euros. Enhorabuena a los afortunados.»
   Me quedé congelada en el tiempo y en el espacio, con el reloj en la mano y con la fecha de mi cumpleaños, dando vueltas en la cabeza: cinco de enero de mil novecientos sesenta y nueve. Lo llevo jugando un montón de años… ¡Un cuarto de millón de euros! ¡Me ha tocado! ¡Me ha to...!
    ¡Crack! ¡Dios, qué dolor! El reloj, regalo de mi papá, está hecho trizas y la sangre, que cae a chorros de mi mano, se mezcla con la arena y el cristal. Empiezo a llorar y gritar de dolor y rabia. El reloj de los diez minutos, el único objeto de mi padre que me quedaba…






                                                                          17/08/2024, Gijón






  


10 de julio de 2024

Hablando de nada y de todo

 Hablando de nada y de todo




     —¿Llevas mucho tiempo aquí arriba?
   —Una buena pregunta. Si hablamos sobre mi existencia — una eternidad. Pero en este sitio, no tanto. Cuando la contemplé por vez primera, la ciudad era mucho más pequeña y con casas bajas. Y ahora, obsérvala — emerge bella y luminosa — por un lado, besada por el mar y por el otro, guardada por las montañas. Incomparable con ninguna. Y las personas que la habitan, la complementan a la perfección.
   —Sí, es un sitio bastante aceptable para anidar y criar a la prole. Hay comida en demasía.  Gente simpática y dadivosa. Aunque siempre hay algún que otro tonto.
   —En la villa del Señor de todo ha de haber. Lo sé por experiencia… Créemelo. Lo he sufrido en carne propia.
   —Sí, sí, ya que lo dices, tienes unas heridas ahí abajo. Y parece que te falta algún que otro trocito. ¿Qué te ha pasado?
   —Ah, son las señales de la guerra que hubo aquí. Me han disparado. Muchas veces. Me han dinamitado. Casi destruyéndome del todo. Pero ya los he perdonado por aquello. Prefiero no recordar los tiempos oscuros. Mi padre me enseñó que hay que amar y perdonar a los que nos han hecho daño. Pero cuéntame, ¿cómo es que no estás con los tuyos? ¿No andáis de un lugar al otro buscando y rebuscando? Y, también, dejando un rastro feo. Espero que me respetes.
   —Bah. Necesitaba un descansito. A veces hay que parar, aunque sea un poco. Sacudirse del polvo y suciedad. Retozar en el agua. He subido aquí a secarme y a calentarme al sol. Y los míos en esta época se vuelven insoportables, se pelean por cualquier cosa. Yo paso de los líos…
   Los rayos dorados dibujaron de oro la calmada superficie del mar y rebotaron en las fachadas acristaladas del paseo marítimo. El contraste de luces y sombras se hizo más pronunciado. La briza con sabor a sal trajo el refresco a las calles llenas del bullicio.
   —Ya se está poniendo el sol. Me voy volando. La parienta estará preguntándose a dónde me he metido. Si Dios quiere, mañana volveré. A pesar de que no tienes ni plumas ni alas y estás hecho de piedra, me ha gustado este rato de plática contigo. Por cierto, ¿cómo te llaman?
— Jesús…
  
   Esta charla entre un palomo y la estatua de Jesús pudo haber sucedido o no… Yo solo he sido un testigo involuntario que intentaba hacer una foto de la Basílica del Sagrado Corazón.




                                                            




                                                          10/07/2024, Gijón

 


4 de julio de 2024

"Seré bueno"

“Seré bueno”


 

Mis dedos temblorosos apenas han podido sostener la llave maestra y esta se cayó al suelo. La recogí y la metí en la cerradura. El suave clic y el crujido de las bisagras me provocaron un escalofrío. Durante unos segundos me quedé paralizado. Al otro lado, dentro, estaba el mundo del que hui y al que me prometí no volver jamás —el piso de mis tíos— la única familia que me quedaba después del accidente de mis padres.
   Entré…
   El olor a cerrado y a un cuerpo en descomposición me dio de pleno como una bofetada. Sentí unas arcadas y, rodeado de una nube de moscas, salí de nuevo al rellano.
   Me obligué a volver. Recorrí con la mirada las paredes forradas en papel pintado con un horroroso estampado, los muebles oscuros y añejos sobre el suelo cubierto de polvo y trastos, amontonados por doquier. Nada había cambiado en los últimos treinta años. La casa de mis tíos como un lóbrego mausoleo seguía asustándome. Me paré sin ganas de adentrarme más …
   De repente todo se llenó de uniformes y trajes blancos. Los focos y flashes han iluminado el ambiente opresivo con una luz fría, sacando a la vista los tenebrosos rincones y un enorme e hinchado cadáver… de mi tío.
   El cerdo la había palmado en su asqueroso sofá. Era su lugar preferido. Ahí pasaba todo el día sentado viendo los documentales. De esos, donde un animal mata al otro para comérselo todavía vivo. Y las hienas… Sí, esas le encantaban. De hecho, él se parecía mucho a una. Aunque le sobraban unos cien kilos. Estaba muy gordo, el cabrón …
   Juan, mi compañero me preguntó algo. Le dejé hacer y de nuevo me sumergí en el pasado…
   Mi tía. La hermana de mi padre. Pobre mujer. Se mató. Después de la enésima paliza, salió de casa y nunca volvió. Pasados unos días de su entierro oí a las vecinas decir que se tiró al mar, «pobrecita ella». La odié por aquello como puede odiar un niño de seis años que se ha quedado a merced de un monstruo. Ya nadie me iba a proteger, ni recibir los golpes por mí. Ni darme los besos con sabor a lágrimas…
   La vida con mi tío ha sido una confusa sucesión de golpes y castigos hasta que los servicios sociales me han sacado de aquel infierno con casi nueve años…
  Los de la morgue ya se han llevado el cadáver, mi compañero hablaba con la vecina, un par de agentes continuaban recogiendo las muestras y yo seguía clavado al lado del sofá. Juan me sacó al presente:
   — Manu, el piso está vacío. Los de la científica casi han terminado. Según el forense, el tal M.J. Pérez lleva muerto unos cuatro meses.  También que la muerte podría ser accidental. El tipo se atragantó con un trozo de pizza. Lo que no me sorprende. El tique de la pizzería es de cuatro de marzo, así que las fechas cuadran.  La vecina dijo que no salía mucho. Ni siquiera a comprar. Todo le traían los repartidores. Tampoco trataba con los vecinos. No le suena que tuviera parientes. Era un tipo muy raro. Creo que es todo. ¿Nos vamos?
   — Espera, daré otra vuelta por si se nos había escapado algo. Ya sabes, los cuatro ojos ven mejor que dos. No tardaré. —No me gusta mentir a mi compañero, pero necesito estar a solas unos minutos.
   Mis pasos me llevan a una puerta al final del pasillo. Es mi habitación. Lo era. Sigue igual: una cama pequeña cubierta con el edredón de ganchillo que me hizo mi tía, la mesita con una lámpara en forma de faro y la foto de una mujer muy guapa y risueña con un niño rubio en sus brazos. Mi tía y yo… Antes de vivir en el infierno. Un oso azul de peluche… Un par de coches en un estante… Comparada con el resto de la casa, la habitación estaba ordenada.
   Me aproximé al armario cerrado. Giré la llave. Lo abrí de par en par… El interior oscuro olía a orín.  Aparté algunas prendas. Con las manos temblorosas saque mi linterna. La encendí. Casi se me cae al suelo. En la pared del fondo con algo afilado se veía grabada en repetidas veces la frase “seré bueno”, “seré bueno”, “seré bueno” … De varios tamaños. En distintas direcciones. Todas escritas con la misma mano, la mía…
   Cerré el armario y volví al salón. Ya todos se habían ido. En el sofá quedaba una enorme mancha maloliente.
   Ya ves, tío. Al final, no he sido bueno, ¿verdad? El trozo de pizza que te metí por el gaznate lo confirma.



                                                    
                                                                                                            04/07/2024, Gijón

  

14 de junio de 2024

Muerte por flechazo

Muerte por flechazo 





   —Abogado de la defensa, ¿cómo se declara la acusada?

   —No culpable, Señoría.

   —¿Y la acusada desea hacer alguna declaración?

   — Sí, Señoría.

   — Suba al estrado, señorita Acosta. ¿Jura decir la verdad?

   — Gracias, Señoría. Sí. Lo juro.

   —Prosiga, la acusada.

   —Antes de todo les ruego que me comprendan, por favor.  Me encontré superada por las circunstancias… No vi otra salida … Tuve que hacerlo. Quiero que oigáis mi historia. Estoy segura de que cualquiera en mi situación habría hecho lo mismo. Todo empezó hace un año.

» Yo soy una mujer corriente. Como podéis ver – ni guapa ni delgada – sino todo lo contrario. No soy de esas que enamoran por donde van. Pero a principios de febrero del año pasado, mi soledad y el deseo de tener un hombre decente en mi vida me han llevado a un estado de desesperación. Ver parejas se me hacía insoportable. Y mucho más, cuando parecían felices y enamoradas. Ya tengo una edad, ¿saben? Y el tiempo vuela.  Así que el día catorce se me ocurrió ir a la iglesia de San Valentín. ¿No es un Santo de novios? Pues eso.  Le llevé un ramo de rosas y unas velas y me puse a rezar. Recé mucho. Muchísimo. Estuve arrodillada durante horas y horas…

» Aquella misma noche me despertó un ruido. Cuando encendí la lámpara de la mesita, a los pies de la cama, vi sentado a un niño o alguien que se le parecía mucho. Era desnudo, con el pelo rubio ensortijado, unas alitas muy cucas y un arco dorado y flechas…

   La sala del tribunal exploto en risas y carcajadas. El juez mandó a callar al público so pena de expulsión y pidió a la acusada continuar.

   — Gracias, Señoría. Ejem, ejem… En conjunto, era la cosita más adorable que yo haya visto nunca. Y, de repente, se dirige a mí con una voz muy grave: “Mujer, vamos al grano. Mi jefe, San Valentín, me mandó a solucionar tu problema. Dime cómo lo quieres. No te enrolles demasiado que no tengo toda la noche. Hay montones de pedigüeños como tú. No me mires con esa cara de boba. Al hombre, ¿cómo lo quieres?”.

» Apenas pude articular una palabra para contestarle:

   — No lo sé. Así de pronto. Que sea muy detallista y romántico, que me regale flores, que me … —Y el Cupido desapareció con la palabra “hecho”, flotando en el aire.

» Al día siguiente, al abrir la puerta de mi piso, vi un enorme ramo de rosas rojas con una tarjeta:

 

Para la mujer más bella del mundo, la que me hace vibrar como

un abejorro buscando el dulce néctar de las flores.

Siempre tuyo, tu enamorado secreto. N.B.

 

» Madre mía, me puse loca de contenta. Nunca, jamás, me han regalado ni siquiera un cactus escamochado. ¿Quién sería ese hombre?

» Al llegar al trabajo, también había ahí un enorme ramo de rosas. Los compañeros estaban ojipláticos, viendo aquello. Y yo, tan contenta. Por fin, alguien se había fijado en mí. El ramo también tenía una tarjeta:

 

Las rosas rojas para mi dulce rosa escarlata.

Con todo el amor, tu enamorado secreto. N.B.

 

» Cuando llegué a casa con mis rosas, en la puerta de nuevo había un enorme ramo, pero de lirios. Con la tarjeta con un poema muy romántico que hablaba de mis atributos físicos. Había tantas flores que he ocupado con ellas todos los jarrones y botes que tenía.

» Al día siguiente, otra vez en la puerta había un enorme ramo de rosas blancas. Con tarjeta. Y en el trabajo, también. Con tarjeta. Regalé mis flores a todos los compañeros. Estaba muy contenta y ellos, también.

» Al volver a casa, de nuevo encontré un gigantesco ramo de flores en mi felpudo. Gladiolos o dalias. Ya no me acuerdo. Con otra tarjeta y un poema. Tuve que ir al chino a comprar más jarrones. La casa olía como un jardín botánico o como un funeral. Mi mente está confusa al respecto.

» Y así, durante varias semanas, tres o cuatro enormes ramos de flores cada día. Ya no sabía dónde meterlos. Los compañeros empezaban a reírse a mis espaldas. Tampoco nadie quería flores, ni regaladas. Entre las marchitas y las frescas me mareaba. Los vecinos se quejaron de que los ramos amontonados en mi puerta daban un mal olor y el aspecto de abandono. Ya no podía más… Estaba desesperada … Ejem… Llamé a la policía. Me han dicho que nada podían hacer al respecto, ya que no era ningún delito regalar flores. Tampoco se molestaron en averiguar quién era el repartidor o florista que traía los ramos. Me dio la impresión de que les divertía la situación…

   Las risas del público subieron de tono y el juez de nuevo llamó al orden:

   — Señores y Señoras presentes, me veo obligado a interrumpir este juicio para un receso de media hora. Espero que recapacitéis y a la vuelta tomaréis esta corte con más seriedad y respeto. Acusada, seguiremos con su declaración después del receso. Tómese un descanso, veo que lo necesita. Se levanta la sesión.

   Pasada media hora, después de subir al estrado, la señorita Acosta continuó con la voz temblorosa:

   — La situación empeoró cuando la prensa se instaló en el portal. Salir de mi casa a diario se convirtió en un suplicio… No podía dar un paso sin una alcachofa en mi cara… Sobre mí publicaron en el periódico local y nacional. Ya ni hablo de las redes sociales… Mi cara estaba en todas partes. Hasta llamaron a mis padres, pobrecitos ellos. Me pusieron varios apodos: la mujer de mil rosas, la mujer florero, la mujer de flores marchitas… Era insoportable vivir así… Ejem, ejem, ejem… Y, mientras tanto, los ramos aparecían en mi puerta y en el trabajo como por arte de magia. Ahí es cuando comprendí que el Cupido me ha tomado el pelo. Esto no podía continuar más, así que he vuelto a la iglesia para suplicar a San Valentín que pare esta locura…

   — ¡Ruego el silencio en la sala! Aguacil, expulse a aquel grupo del fondo. Este juicio no es una broma, señores. Señorita Acosta, ¿desea un vaso de agua? Continúe, por favor.

   — Le agradezco, Señoría.

» Como dije, he vuelto a la iglesia. Y me quedé ahí rezando durante horas. Por la noche el Cupido no apareció. (El público volvió a reír. La acusada empezó a llorar). Perdonen, pero es que todo es tan absurdo, lo sé… He vuelto otras dos o tres veces a suplicar a San Valentín. Cuando ya perdí la esperanza de ser escuchada, el Cupido apareció en mi dormitorio. Estaba muy enfadado; me gritó y me llamó de todo. Que yo era una caprichosa, chivata, que no sabía lo que quería…

» Parece mentira, pero aquel ser me culpaba de todo… (La pobre mujer lloraba y no paraba de sonarse la nariz.) Con su flecha gesticulaba como un loco. Así que no aguanté y se la arranqué de la mano. Lo agarré por sus alitas con la otra y le clavé la flecha. Justo en la barriguita … Y la he vuelto a clavar y clavar y clavar… Cuando me di cuenta, el cuerpo del Cupido parecía un colador… Estaba muerto. Muy muerto. Después, desapareció.

» Llamé a urgencias. Creyeron que estaba bromeando. Llamé a la policía… Varias veces… Cuando vinieron los acompañaba una ambulancia. Ejem, ejem… Para mí… Me ingresaron en la planta de psiquiatría… Estuve ahí casi tres meces…

» Un día, cuando pasaba delante de una floristería, algo hizo un “clic” en mi cabeza. Así que he ido a la gasolinera más cercana y compré una garrafa de gasolina. Esperé que las floristas cerraran la tienda. Ya de noche, con una tapa de registro, rompí el escaparate; metí la garrafa dentro y la volqué. Con un fular hice la mecha y le prendí el fuego.

» Me senté en el banco de un jardín cercano a disfrutar del espectáculo. Por vez primera en un año estaba feliz y aliviada. No me importa ir a la cárcel, ¿sabe? Mientras no haya flores ahí …

 

 


 

SUCESOS

El Cupido “ataca” de nuevo

La Pluma del Este

 

 

Hoy, 25/03/2024, hemos sabido que en una pequeña ciudad de EE. UU., Tennesi Stone, una mujer ha prendido fuego a una tienda de juguetes y ha disparado a un camión de reparto de Toys & A con un arma semiautomática. El conductor salió ileso. Tampoco hubo víctimas entre los trabajadores de la tienda.

 

En su declaración a la policía, la mujer dijo: «Que ya estaba harta de tanto pu… oso de peluche y que ella solo quería a un hombre detallista y que el cabrón del Cupido le ha tomado el pelo…» Estas eran sus palabras exactas.

 

Por lo que hemos podido averiguar, la señora americana, estuvo recibiendo ingentes cantidades de osos de peluche con un corazón rojo donde pone escrito I love you desde el Día de los Enamorados. La pobre tuvo una tremenda crisis nerviosa a causa de aquello.

 

Queremos recordar a nuestros lectores un caso parecido que sucedió en España el año pasado. Pero aquí han sido los incontables ramos de flores frescas. Y la mujer, víctima de una pesada broma – lo que se confirmó en la investigación y la consiguiente sentencia – ha quemado una floristería. También sin víctimas.

 

Seguiremos informando.

 

 

 

 

 


12 de junio de 2024

Cariño, ya estoy en casa

 Cariño, ya estoy en casa





El peso de cientos de kilos de tierra y escombros poco a poco hace su trabajo: aplastarme como un miserable insecto.
   He perdido la noción del tiempo. ¿Cuánto llevo aquí abajo? ¿Una hora, un día, una semana…? Da lo mismo. Para mí — una eternidad. El pánico de primeros minutos acabó cuando un punzante dolor en el costado izquierdo me hizo desmayar…
   Cuando me he vuelto en mí, comprendí que muy pronto iba a morir… Un rato después, dejé de gritar y llorar… Me reí con la boca llena de tierra. Qué situación más absurda: todavía vivo, pero muerto. Es para morirse. Puta redundancia.
   Apenas respiro y tengo un hierro clavado en el costado. Mi vida se me escapa a borbotones. ¿Cuánta sangre tiene una persona? ¿Cinco, seis litros? A principio pude sentir el calor del chorro pegajoso. No he podido taponarlo ni siquiera con las manos, ya que las tengo retorcidas en ángulos imposibles, rotas y encajadas entre los trozos de hormigón.
   Ya no noto el goteo. Parece que la tierra y la sangre coagulada han hecho un tapón. Justo para que el rato que me quede de vida esté divagando gilipolleces. Total, nadie sabe dónde estoy.
  No tenía que haber vuelto a… mi antigua casa. Estúpido… Imbécil… Joder. Pude dejarlo todo a la suerte y olvidar. Igual nadie la hubiera encontrado después de más de veinte años.  A mi primera esposa… Son solo unos huesos. Limpios y blancos. Hervidos con lejía durante horas. Seguro que ni ADN encontrarían. Pero tuve miedo. Mucho miedo. Mi vida actual ahora es perfecta. Y he pagado un precio muy alto para conseguirla.
   Así que aquí estoy, de vuelta con ella: en el pozo de nuestra casa. Su calavera con las mandíbulas rotas a martillazos, cuando le arranque los dientes, me mira fijamente. Y se ríe de mí. Maldita hija de puta. Ni muerto puedo separarme de ti. Cariño, he vuelto…  A casa contigo… Ja, ja, ja…
 


Una semana antes.
  «—… Sí, sí, es un ambicioso proyecto de construcción que cambiará la imagen del barrio de Cerrillano. Toda esta zona de casas viejas, hasta el mes pasado, era un foco de insalubridad y tráfico de estupefacientes. Los ocupas y delincuentes tenían aterrorizados a los vecinos. Pero gracias a los fondos europeos y la participación del sector privado, el barrio volverá a ser bonito y con mucha gente nueva que se mudará a esta zona residencial.
   —Gracias, Señor alcalde. Cómo podéis observar, las máquinas excavadoras ya han empezado a demoler y remover el terreno. Según el proyecto, debajo de cada edificio habrá dos plantas de aparcamientos, lo que no es usual en este tipo de construcciones. Así que van a cavar muy profundo…»
   ¡Mierda, mierda, mierda…! ¡Joder! No puede ser. Ahora, no. ¡Si aquello antes era un pueblo fuera de la ciudad! Nunca se me había ocurrido que iban a construir ahí. ¡Mierda! Tengo que desenterrarla y cambiarla de sitio. ¡Joder!:
   —Laura, nena, debo ir de viaje unos días a Madrid. Sí, también el fin de semana, pero ya sabes, que el curro es lo que tiene: te avisan de un momento a otro. Dale un beso a Nina de mi parte. Las veré el lunes. Te quiero.







                                                                                                11/06/2024, Gijón

 

 

 


5 de junio de 2024

Todas son iguales

 Todas son iguales



   — ¡Vaya pinta, tío! Ni que una manada de búfalos pasara sobre ti. Hey, tú, sírvele a mi compadre un vaso de ese matarratas que tienes. Y a mi otro. Joder, deja la botella, roñoso. Apúntala a mi cuenta. Bebe, Jonny, y cuéntame tus peripecias.
   No hay mucho que conta, estoy jodio, tío, eventao po dento. Y muy a disgusto. La puñetea Camen no me hace ni puto caso. Y eso que me quedé pendao de ella naa más vela. Su cuepo, sus andaes, su pote… Dese que está conmigo, come de lo mejocito. No escatimo en las viandas. Dueme en el mejo sitio. Intento no fozala mucho. Y la cabona me tata así. Tengo el cuepo paa escombo. Tengo golpes por toos laos. Estoy hecho un puñeteo moraón con patas, joer. Man engañao con ella. Cuando vea al viejo Billy, le pegaé un tio en toa fente.
   —Por Cristo, ¿por qué hablas así?
   —Joer. ¡Mia! Me fatan tes dientes, joer. La cabona me tió cuando la quise montá. Me caí como un saco de bosta. Y la hija e puta me pateó en la cabeza. Casi no lo cuento.
   —Mal asunto con las hembras: las de dos patas o de cuatro, todas son iguales.  Venga, toma otro vaso…




05/06/2024, Gijón


 


4 de junio de 2024

La "mascota" maldita

 La «mascota» maldita




   —¡Maestro, nos han robado! Cuando llegué, la puerta de la cripta estaba abierta. El arca de contención — vacía. Los ladrones han dejado una nota: «Hemos sacado a vuestra mascota de paseo. Prometemos devolverla, sana y salva. ¡Ja, ja, ja, ja!» Firmado por S.A.A.
   El Maestro de la Orden quedó blanco y su ayudante tuvo que agarrarlo antes de que se cayera al suelo. Unos estúpidos e insensatos la han dejado libre. Que Dios se apiade de sus almas:
   — Avisa a todos, Saúl. Hay que encontrarla enseguida antes de que sea tarde. Ellos no saben de lo que es capaz.
   Mientras tanto, en alguna zona de la misma ciudad, en una casa, llena de jóvenes bailando como posesos y bebiendo el calimocho en cantidades industriales, tres chavales juegan y se hacen fotos con algo parecido a una calavera. Esperen, ¡sí! Es un cráneo humano y estos zopencos se lo pasan como si fuera una pelota de rugby.
   A medianoche, en el pleno apogeo de la fiesta, las luces y los aparatos eléctricos explotan y la casa se sume en la oscuridad. Después de unos segundos de silencio el ambiente se llena de gritos. Empujándose, los chavales intentan salir, pero las puertas y ventanas no se abren. Prueban a romper los cristales, es inútil: parece que están hechos de hormigón.
   Debajo de lloros y gritos empieza a oírse un molesto zumbido. El sonido va subiendo de volumen, taladrando los oídos. El rincón alejado del salón se tiñe de una luz roja que se expande por toda la estancia. La acompaña el olor desagradable a podrido. La luz se hace más intensa. Los chicos quedan como petrificados. Algunos se esconden. No saben que es inútil. Ella les encontrará…




                                                            
                                                                    03/04/2024, Gijón

  

14 de mayo de 2024

La Isla Bonita

La Isla Bonita






Nunca he sentido tanta impotencia.
   Ver a mi hija de tres años comer aquella cosa del color grisáceo y de una textura apelmazada, llamada “el pan”, con tanta ansia y disfrute, me dejaba hecha polvo. Pobre niña no sabía lo que era un pan blanco, esponjoso y rico, untado con la mantequilla y mermelada, con un vaso de leche de verdad y no de polvo amarillento, hecho de no se sabe qué…
   Vine a Cuba cuando la URSS empezaba a desmoronarse y su ayuda a la Isla disminuía con mucha rapidez. Sin sospecharlo, todos íbamos de cabeza al “periodo especial”. 
   Para los cubanos fueron los años de hambre y miseria. Con los apagones de dieciséis horas diarias. Con las estanterías de los supermercados vacías. Farmacias, sin medicamentos. Por la libreta apenas se vendían los productos básicos. Para conseguir huevos, mantequilla o algo de leche, recurríamos a la “bolsa negra” - el mercado ilegal. 
   Tuvimos que adaptarnos para sobrevivir. Aprendimos a sacar donde no había nada; reciclar, reinventar. Hacer lo que nunca uno ha pensado para llenar la barriga con algo. Éramos como aquellos niños pobres que miran los escaparates con golosinas; así veíamos las “shopping” para los turistas y gente con contactos, llenos de todo tipo de productos, y sin poder siquiera entrar ahí.
   Lloraba mucho, metida en el baño. Lloraba cuando acostaba a mi pequeña, contando sus costillas. Y me sentía culpable por no darle más, porque ella no tenía la misma infancia que tuve yo.
   Me ha costado mucho muchísimo esfuerzo para salir de la isla.  Pero al final me marché, me escapé y me llevé a mi hija conmigo…
   Sin embargo, una parte de mi corazón ha quedado ahí para siempre.







                                                                                                                        14/01/2023, Gijón

13 de mayo de 2024

La víspera del joropo

   La víspera del joropo



Quedaba un día para el joropo y ella todavía no sabía si Marcelo vendría.
   Nada más ver sus ojos verdes y la linda sonrisa, que no se le quitaba de la cara, supo que era para ella. Por más que su amigo maripozuelo le advertía que era un picaflor y que contaba las copuchentas a todas las mozas de los pueblos cercanos, para ella eran tan solo rumores y habladurías de los envidiosos.
   Él hacía bailar su corazón como un rayo del sol en el agua cristalina del arroyo. Todo en él la atraía. Para ella él era perfecto y …  Lo amaba.
   Marcelo, un huacho sin dinero y flacuchento, tocaba con la gran maestría la marimba. Sus dedos con mucha delicadeza agarraban los palillos que recorrían las láminas y ella imaginaba estos dedos sobre su cuerpo.
   La semana pasada se han encontrado en el cocotal que quedaba más allá del pueblo. Después de besarla con mucho brío, le había confesado que era la única para él y que quería casarse con ella. Y ella le contestó…
   El grito de su madre la bajó de las nubes:
—¡Hija, se te está quemando la marucha! ¡Deja de soñar despierta y no me vengas con alharacas amorosas por un muerto de hambre!
 





                                                                                                                  13/05/2024, Gijón

Diccionario:
Joropo - fiesta popular, fiesta en un pueblo
Copuchentas - chismes y murmuraciones
Huacho - huérfano
Marimba - instrumento musical
Marucha - un corte de carne de vacuno




10 de mayo de 2024

El tío duro

 

El tío duro

 

Con una inesperada finta el atacante me dejó casi KO. El golpe ha sido tan fuerte que mi cabeza empezó a dar vueltas y sentí tremendas ganas de vomitar.
   — ¿Qué, vas a llorar como una niñita? ¿Ya no eres tan terne? Me vas a suplicar que pare, mientras escupes los dientes. Lo que quedará de ti, lo tendrán que recoger con una pala. — El tipo me dio varias patadas en el estómago. Me doblé del dolor. Sus compinches le jalearon.
   » Por el rabillo del ojo avizoré a Marco haciéndome la señal de que el rescate ha salido bien. Mis hijos están a salvo.
   » El odio y la rabia acumulados me impelieron al ataque. Cogí al cabrón por sorpresa. Con un fuerte puñetazo en los riñones y con una patada en su rodilla derecha, lo derribé al suelo. Me puse encima y con un twister le rompí el cuello. Los pandilleros se quedaron mudos. Ahora a por ellos…
   — ¡Corten! ¡Corten! Los del maquillaje, necesito más drama y más sangre. La cara del protagonista no está bastante maltratada. Los de la banda, no sois tan fieros como exige el guion. ¡Poneos las pilas! Vamos a repetir la escena. Cuando quieran.
   — ¡5 y Acción!
   Mis ojos tumefactos apenas han visto venir el puñetazo. Ser un especialista es una mierda…
  


                                                                      09/05/2024, Gijón