26 de abril de 2024

SOY...

 Soy …

 

 Soy un viajero solitario
En busca del aquel amor
Que me saque de la oscuridad
En la que oculto moro.
 
Mis tinieblas bajo llave están
Me corrompen y quieren salir.
No soporto la decepción
De no poder controlarme.
 
Soy un viajero errante
En busca de un sueño
Quizás imposible de soñar
Pero tan añorado de vivir.
 
¿Dónde estás, el amor anhelado?
Sálvame con tu bendita luz.
Ilumina mi ánima oscura,
Ayúdame a vencer la soledad.
 
Soy un viajero perdido,
Guiado por la estrella fugaz,
La que murió en el firmamento,
Condenándome a la inexistencia.



Soy...

26/04/2024, Gijón


25 de abril de 2024

Un trabajo perfecto

 Un trabajo perfecto

 

 

Decía mi padre, que en paz descanse: “En todo lo que hagas, intenta ser el mejor. Un trabajo bien hecho requiere las mismas energías que uno desastroso. Y el respeto de la gente será tu tarjeta de visita”.
   He seguido su consejo al pie de la letra toda mi vida.
   Por ejemplo, ahora mismo. Con mucha delicadeza voy echando el producto al agua y con la paleta estoy mezclando los ingredientes. A mano. No me gustan los artilugios, soy un artesano. Lo remuevo todo con constancia y calma. En esto las prisas no son buenas. Por fin la mezcla adquiere una textura suave y ligeramente elástica, con un poco de brillo lacado. Perfecta.
   Con movimientos precisos, desarrollados durante muchos años de mi total dedicación al oficio, voy colocando un ladrillo detrás de otro. Ya no necesito usar el nivel. Mi ojo del buen cubero sabe detectar cualquier defecto. Las filas rectas de ladrillos unidos con mortero van subiendo a buen ritmo. Ya casi he terminado la pared.
   Echo el último vistazo a mi obra. Perfecta. Nada falta, nada sobra.
   Pasarán muchos años, seguro que yo estaré criando malvas, pero alguien descubrirá mi colección de cuerpos emparedados. En fin, es a lo que me dedico…
 


                                                                           25/04/2024, Gijón

11 de abril de 2024

En silencio

 

 

En silencio

 
 Hablamos en silencio con los labios cerrados.
Nos miramos con los ojos sin abrir.
Y acariciamos con el roce de la brisa.
Sin tocarnos nos podemos sentir.
 
Cada instante de amor lo guardamos
Como un tesoro sin querer compartir
Con el mundo, lleno de envidia,
Que cruelmente nos quiere herir.
 
Lo que sentimos es algo tan bello
Y, sin embargo, tan frágil también.
Pero resiste a pesar de los tiempos
Sin importarnos el “cómo” y el “porque”.
 
Caminamos cogidos de las manos
Nos sostenemos sin dejarnos caer
En la triste rutina y el desánimo.
Si nos amamos, los podemos vencer.
 
Hablamos en silencio y, sin embargo,
Nos decimos todo…







         11/04/2024, Gijón

9 de abril de 2024

El estreno desastroso..o no

 El estreno desastroso… o no

 No sé si les ha pasado alguna vez, chicas.
   Un día te levantas, estás feliz y con un bonito subido. Te metes un buen desayuno de huevos y bacón entre pecho y espalda acompañado de un enorme tazón de café con leche. Claro, sin pan. Una tiene que mantener la línea. Te vistes a estrenar y te maquillas según el último tutorial de YouTube. Estás despampanante.
   Antes de salir a la calle a comer el mundo, te entran las ganas de hacer pis. La vejiga es muy inoportuna y más cuando tienes el medio litro de leche y café dentro.
   Por fin, sales del portal y bajas a la calle igual que una diosa. Barbilla en alto y haciendo el caso omiso (aunque disfrutando como el cerdo en una charca) de los piropos que te echan desde los coches que te adelantan. Llevas una falda nueva, de esas que tienen mucho vuelo y encaje. Un top ajustado y zapatos de aguja. Te encanta sentirte empoderada y rezas para no tropezar y caer desde la altura de tu ego.  En el fondo eres una mujer normal y no estás acostumbrada a tanta atención. Por fin te das cuenta de que la dieta Keto funciona y que el sacrificio corporal en el gimnasio ha dado sus frutos. ¿Quién lo iba a decir?
   Tú eres una nave con velas henchidas que surca el mar de la multitud hasta que esperando en el paso de peatones oyes un carraspeo:
   — Señora, disculpe. — Te giras y ves a un hombre elegante y de buen ver—. Siento molestarla, pero tiene su falda levantada justo por detrás. Se le ve todo…
   Ahí mismo te mueres y antes de entrar en el purgatorio te das cuenta de que cuando fuiste al baño, el bajo de tu nueva falda ha quedado dentro de la cinturilla de los pantis. Y tú, sin enterarte, ibas enseñando el culo desde hace una eternidad.
  ¿Que qué pasó después?
   Me casé con este hombre galante y samaritano. Por cierto, no me permitió tirar la falda. Alguna que otra vez la uso en nuestros juegos de alcoba.




                                                                                                                             08/04/2024, Gijón

  

22 de marzo de 2024

Traición

 

TRAICIÓN

 

 

¿Y qué le digo yo ahora? Dios, qué situación:
   — Cariño, esto no es lo que parece. Es un malentendido. No te pongas así. Deja que te lo explique…
   — A ver, cabronazo, cómo me vas a explicar esto—. Mi cabeza iba a mil por hora. Me sentía demasiado dolida y decepcionada. ¿Cómo pudo romper nuestro acuerdo? — Y tú, ¿qué haces aquí todavía? ¡Lárgate!
   «Uf, vaya lío. Nunca me pasó nada igual. Pobre hombre. No le envidio. Aunque su mujer está buenísima. Pero ponerse así por una pizza, bueno, por dos, no es normal. Menos mal que ya he cobrado.» — El repartidor puso los pies en polvorosa. Los gritos de la mujer sobre la dieta y el sacrificio todavía se oían cuando arrancó su moto.
 




                                                          20/09/2024, Gijón

18 de marzo de 2024

Las lágrimas de Ianthe

 LAS LÁGRIMAS DE IANTHE

 

 Las olas de un añil cristalino la estaban meciendo arriba, abajo, arriba, abajo… El agua templada la envolvía con suavidad y los rayos de sol besaban su hermoso cuerpo. Ianthe estaba relajada, se sentía feliz y complacida con el momento de tranquilidad sin el molesto ajetreo de los navíos.  Aunque este rato no durara mucho, ella aprovechaba cualquier oportunidad para salir a la superficie y disfrutar las magníficas vistas del cielo, lleno de azules, y de la enigmática costa, donde vivían los humanos, a la cual ella no podía acercarse: le estaba vedado. Su mera existencia dependía de la ocultación.
Un día, hace muchas lunas, ella ha roto el tabú: se acercó a un humano. Él la había enamorado con su música, aquel extraño sonido que salía de un instrumento que tocaba.
   Lo vio por vez primera en una puesta de sol, cuando sus rayos dibujaban el camino dorado hacia el horizonte.
  Después de cazar unos peces, Ianthe retozaba en el suave vaivén de las olas. Él vino en una nave blanca, una de tantas que surcan las aguas de su hogar.  Echó el ancla y quedó muy quieto mirando al más allá. Parecía que estaba rezando. Después abrió una especie de vasija y tiró unos polvos al mar. Empezó a llorar. Lloró mucho, postrado de rodillas. Se le veía muy triste y abatido. Después se sentó, abrió un enorme cofre y sacó algo grande de una extraña forma redondeada. Puso este objeto entre sus piernas y con un palo fino empezó a hacer unos movimientos.
   De repente el aire se llenó de un sonido delicado y a la vez, potente. Ella nunca había oído nada igual. Gaviotas y albatros se han enmudecido. Y el mar se calmó, convirtiéndose en un enorme plato de cristal.
    Ianthe se sintió arrastrada por la triste melodía y quiso acompañarla con su voz. Al unísono – el hombre y la sirena – empezaron a tejer una bella canción que los atraparía en un vertiginoso baile de emociones.
   El hombre dejó de tocar. Extrañado se acercó al borde para ver quién era la cantante. Pero ella ya se había sumergido a las profundidades del mar.
   Pasaron unos días y él volvió.
   De nuevo se puso a tocar, pero esta vez la melodía era más alegre que invitaba a bailar y saltar las olas como si fuera un pez volador. Por lo menos es lo que ella sentía en aquel momento. Ianthe lo acompañó con su voz cantarina y cuando él quiso verla, se escabulló por debajo del navío sin atreverse a más.
   Pasaron muchas lunas, varias tormentas y tempestades, pero el hombre volvía a la bahía a tocar su música y la sirena le acompañaba en aquel ritual lleno de magia.
   Un día él no tocó. Solamente se sentó en el borde de la nave con los pies colgando. Estaba esperando a su acompañante. Por si esta, por fin, se dejaría ver. Él tenía tantas ganas de conocerla. Amaba su voz y quería ponerle una cara.
   Ella se acercó al yate y empezó a flotar suavemente, dejándose a llevar.
   Sus miradas se encontraron y se reconocieron al instante. Algo muy antiguo ha resurgido en sus corazones. ¿Tal vez un amor de la vida pasada? ¿Quién lo sabe? Pero estos dos seres tan diferentes se sintieron como uno solo. Se han reencontrado.
   Después vinieron muchos atardeceres llenos de música y amor. Ella ya sabía su nombre, Leonardo, y el extraño instrumento que tocaba era un «violonchelo». Que aquel día, cuando le cantó por vez primera, él vino a tirar al mar las cenizas de su mujer que había fallecido de una terrible enfermedad. Leonardo iba a tirarse al mar también, ya que no imaginaba vivir sin su esposa. Pero conocerla a ella, Ianthe, le ha salvado de aquella terrible decisión.
   Él era un profesor en un lugar llamado “la universidad”. Vivía en una ciudad pequeña costera, Sutomore, y le explicaba las maravillas de la vida en la tierra firme. Ella le contaba sobre los tesoros ocultos de las profundidades y de sus habitantes. Los dos eran huérfanos, dos almas solitarias, que se encontraron en un mundo tan inmenso.
   El tiempo pasaba. El pelo castaño de Leonardo iba cogiendo color de la madera blanquecida por el sol.  Su cara poco a poco se llenaba de arrugas. Ya no era tan fuerte y vigoroso. Sin embargo, Ianthe seguía siendo la misma, con su melena violeta y la piel tersa y suave de una mujer joven.
   La música de Leonardo ya no sonaba con tanto ímpetu, pero ella seguía acompañándola con su voz cristalina. Con esto le bastaba.
   Algunas veces, Leonardo tardaba en regresar y Ianthe nadaba dando vueltas, desesperada y loca de preocupación por su enamorado. Pero él siempre volvía. Tocaba su violonchelo y ella cantaba para él. Después, retozaban juntos en un suave vaivén de las olas.
   Un día él no volvió.
   Pasaron varias lunas…
   Ella seguía en el mismo lugar como si estuviera anclada con una cadena invisible. «Vendrá. Seguro que volverá. Somos uno solo.»
   De repente, en el ocaso, apareció un navío que ella conocía tan bien. ¡Por fin! ¡Ha vuelto! Ianthe estaba fuera de sí de alegría y preocupación. Lo reñiría por ser tan desconsiderado y dejarla sola tanto tiempo. Se abrió el paso entre las olas y se acercó al yate.
   La persona que la saludó no era su Leonardo. Era una mujer joven. Después salió un hombre.
   Ella no sabía qué hacer: huir o preguntar por Leonardo. La muchacha lo hizo por ella:
   — Hola, Ianthe. No te asustes, por favor. Señor Leonardo nos habló mucho sobre ti. Somos sus alumnos y amigos. Yo soy Dafne y él es Eric. Sentimos decirte que Leonardo ha fallecido. Su último deseo era volver aquí, contigo. Estas son sus cenizas…
   Un grito desgarrador rompió la calma marina. La sirena estiró sus manos para coger la urna con los restos de su amado y se sumergió en aguas profundas. Los muchachos levantaron el ancla. El yate se perdió en el ocaso siguiendo la estela dorada del sol. El silencio con su halo mortuorio cubrió aquel rincón del Adriático, testigo de un gran amor y de una gran pérdida.
   Todavía hoy, después de cada tormenta, se oye el llanto de Ianthe. La sirena llora por su amado. Algunos han visto su cabellera, ahora blanca, surcando las olas. Y, los más afortunados, han podido encontrar una rara perla de color violeta. Dicen que son las lágrimas de Ianthe. Pero pocos se atreven a buscarlas en el mar, el dominio de una sirena enloquecida por dolor.
  
         



 

                                                                               15/03/2024, Gijón

  

    

12 de marzo de 2024

Prisionero

 PRISIONERO

 

Mi mente encerrada sin barrotes
Con agonía lucha por salir.
Apenas se agarra al aquello
Lo que antes he podido vivir.
 Los huesos torturados ya no sufren
Y golpes en carne viva, sin dolor.
Mis verdugos ya no queman cigarrillos
Sobre los restos de mi cuerpo roto.
 Postrados en el suelo inmundo
Yacen los trozos de mi humanidad.
Orgullo y honor, como despojos
En un rincón tirados sin piedad.
 He pasado el umbral de la tortura
Pero la vida me sigue sin abandonar
En la inconsciencia de un dolor agudo
Que apenas puedo soportar.
 Que Dios se apiade de mi alma
Que me perdone por no saber huir
Y quedar como un buen soldado
 Y resistir, resistir, resistir…
 Mi corazón sigue bombeando
La sangre, obligándome a vivir.
Señor, te ruego, te suplico que te lleves
Mi pobre alma lejos de aquí,
Aunque mi lugar es el purgatorio.

La misericordia ha muerto para mí.




 
                                                                           10/03/2024, Gijón
 

10 de marzo de 2024

Solo tú

 SOLO TÚ

 

Tu voz me rodea con brazos invisibles,
Me susurra al oído, erizando mi piel.
Me invita a seguir camino de las rosas
También plagado de espinas afiladas.
 
Tu risa me contagia y llena de colores
Cada amanecer de cama revuelta
Donde nuestros cuerpos enlazados
Están tejiendo melodía del amor.
 
Tu mirada me habla en silencio
Y hace que mi mente hambrienta
Se llene de fantasía y deseo
Que solo tú sabes cumplir.
 
Tu tacto tan sutil como la pluma
Que hace humedecer mi piel
Con la punta de los dedos,
Y me dejas con ganas de ti.
 
Tu olor me evoca la madera
De sándalo y flores de jazmín.
Después, te hueles a mí
Y a la fragancia de nuestros cuerpos.
 
Tu sabor sutil y almizclado
Se posa en mis labios mordidos
Que exigen ser besados por los tuyos
En las largas noches de placer. 

 



                                                             10/03/2024, Gijón



2 de marzo de 2024

No estás solo

 NO ESTÁS SOLO


Hay circunstancias en la vida cuando te ves muy perdido, sin fuerzas vitales y emocionales para afrontar siquiera el día a día. Es una sensación muy extraña, muy particular. El miedo y las ganas de dejarlo todo se mezclan con una tremenda lástima por ti mismo. En estos momentos no hay ni un abrazo ni una mano amiga que valgan para ayudarte. Lo que experimentas es algo tan tuyo, tan interiorizado, que solo la soledad y una especie de catarsis te pueden aportar el sosiego.
    Sal de casa. En vez de paredes de hormigón envuélvete con el silencio de un campo o el run-run del oleaje del mar. Busca un lugar tranquilo, lejos de todo, donde los amplios espacios te permiten contemplar la inmensidad. Te sentirás pequeño. Y tus problemas también menguarán.
   Cierra los ojos, respira profundamente y espera. Muy quieto. Escucha al mundo que empieza a hablarte. Tú eres una parte importante de él. Lo que estás viviendo lo han vivido muchos antes de ti. Lo que te ha tocado sufrir lo han sufrido otros tantos. El pasado, el presente y el futuro se confluyen en este mismo instante. Tú eres un eslabón de la cadena infinita de acontecimientos. No puedes romperte. Mira alrededor, levanta tu cara al cielo, llena los pulmones del aire purificador, permita que la brisa te acaricie suavemente y seque tus lágrimas. Reza… Pide… Suplica… Entrégate…  Sé humilde…
   Ahora estás despojado de todo. Eres tal y como eres. Ni bueno ni malo, solo tú. Y Él lo sabe. Él no te juzga. Él te conoce. Nada está oculto a su mirada. Él te oirá y te ayudará porque sabe que este es el momento de la real necesidad. Y el universo empezará a mover sus engranajes para echarte una mano.
   Porque tú lo mereces…





                                                                                29/02/2024, Gijón

27 de febrero de 2024

DRIZELLA

 DRIZELLA
“Lo que no entra suave, no entra…”

Lady Tremaine haciendo el caso omiso a los lloros de su hija mayor, la obligó a cortarse los dedos para poner el zapatito de cristal. Este insignificante sacrificio bien valía un reino.




                                                                                                       27/02/2024, Gijón


10 de febrero de 2024

Liquidación de Polonia

   Es una mujer despampanante. 
   La foto que me enviaron no le favorecía en absoluto. 
   Si uno quiere imaginar a una Valquiria, es ella: alta, bien formada, piernas interminables, melena rubia, ojos azul cielo, labios carnosos y la sonrisa perfecta con la dentadura a juego. Seguro que podría llevar a la cama a cualquiera, mujeres incluidas. Todos estarían orgullosos de haber llamado su atención. Darían lo que sea por estar con ella. Hasta sus vidas. Sí, es una zorra de mucho cuidado. En los círculos profesionales la llaman La Liquidadora. Yo la llamo, Polonia, por el agente químico que ella usa con mucho arte y éxito.
   Que se sepa, ha matado a una treintena de hombres y mujeres: los espías de la competencia, algunos oligarcas rusos y ucranianos, un par de agentes retirados de FSB, unos cuantos periodistas incómodos al Kremlin, dos o tres chinos que han cuestionado la línea del partido y, últimamente, opositores bielorrusos. Seguro que hay muchos más.
   ¿Qué hace ella en Gijón? Es un misterio.
   La llamada desde el SBU me sacó de mi retiro. Llevo viviendo en la zona desde hace más de diez años. Conozco Asturias y, decir la verdad, ya me aburría y no me vendría mal algo de dinero fresco: con la subida de la inflación las reformas en la aldea me dejaron casi sin fondos.
   Vuelvo con nuestra valquiria o la zorra Polonia.
   Entró en España desde Francia, por Irún. La he seguido desde entonces. Lleva en Gijón ya tres días. Se hospeda en el Moderné. Un hotel muy chic. Sale a correr por el muro de San Lorenzo, va de compras, come en restaurantes de moda. Y siempre sola. Qué raro. Esto sí, continuamente mira al móvil.
   Ya me estoy cansando de tanta ociosidad. Necesito acción. Y los Dioses me han oído…
La estoy siguiendo hasta una vinatería. Ella se sienta en la mesa del fondo y pide un Albariño. Suena su teléfono. Son las veinte cero cero. La llamada dura apenas dos minutos. Polonia deja un billete en la mesa y se dirige al baño. Al pasar por mi lado huelo su perfume. No se fija en mí. O eso creo. Mi disfraz de la anciana es perfecto.
   Pasan diez minutos y ella sigue sin salir.
   Entro. Dentro no hay nadie. El ventanuco, que lleva a la parte de atrás, está abierto. Todo un clásico. Ahora tendré que tirar del localizador que le pegué en el trasero diez minutos antes.
   Me quito el disfraz.
   Ya es de noche. En el Norte en noviembre oscurece pronto. Empieza a orbayar. Conozco bien Gijón y sé a donde se dirige: los acantilados de Cimadevilla. Con este tiempo y a estas horas, ahí ya no hay nadie. Es un lugar perfecto para un encuentro secreto.  
   Subo la cuesta medio agachada y protegiéndome en los islotes de los árboles. Me dirijo a la fortaleza de Santa Catalina. Con los recovecos que tiene, es fácil pasar sin ser visto.
   Oigo voces. Es Polonia y un hombre. No le veo la cara. Está de espaldas. Le pasa un maletín y desaparece en la oscuridad. Ella, con su carga, se dirige a la salida del parque. La sigo. Me parece alucinante. O ella no es tan buena, como dicen, o yo no he perdido mis dotes de camuflaje.
   La Liquidadora vuelve al hotel. Mi informador confirma que se queda en su habitación. Tengo que seguir con mi plan, antes que ella acabe con el suyo. Todas las bebidas de la nevera llevan un fuerte somnífero. La cena, también. Cada vaso y las toallas, están impregnados. Solo tengo que esperar tranquilamente en el edificio de Hacienda, justo enfrente de sus ventanas. A través de infrarrojos veo que cae al suelo. Empieza lo bueno.
   Me engancho al cable y a la altura de unos quince metros vuelo por encima de la calle de San Esteban. Entro por la ventana de la habitación contigua. Por supuesto, reservada para el caso. Abro la puerta de la suya y entro sigilosamente.
  Polonia, tirada en el medio del salón, duerme profundamente. Yo pongo la máscara, fabricada especialmente para mí. Saco mi frasco de perfume. Es muy repujado y parece una joya. ¿Y por qué no? Una tiene sus debilidades. Echo unas gotas en una almohada y la pongo en la cara de la durmiente. Unos cuantos espasmos y queda muy quieta. La subo a la cama. No sin cierto esfuerzo. Lo arreglo todo para que sea lo más estético y natural posible. Saco la foto y la envío al Centro. Guardo el maletín en mi mochila. Me llega el aviso con la confirmación bancaria. Perfecto. Ahora, las obras continuarán viento en popa.
   Ah, por cierto, en el mundillo me llaman, la Muerte Perfumada.

 





   PD. Como dicen, la realidad supera la ficción. Soy una seguidora del blog literario EL TINTERO DE ORO. Y no me lo vais a creer: este mes hay un concurso inspirado en James Bond. Ja, ja, ja. Igual me animo y escribo algo. Tengo tantas cosas que contar…

                                                                                                                08/06/2023, Gijón




Nota de autor: FSB (Federalnaya Sluzhba Bezopasnosti) - Servicio Federal de Seguridad de Rusia

SBU (Sluzhba Bezpeky Ukrayiny) - Servicio de Seguridad de Ucrania

orbayo – así llamamos en Asturias una llovizna muy fina









9 de febrero de 2024

El cuervo

EL CUERVO

Hola, mi amor. Estoy justo delante de tu ventana.
No soy cómo antes. Ha pasado más de un año desde mi entierro. Pero he vuelto. No sé por qué. Dicen que las almas regresan para concluir sus asuntos. Ni idea. No soy un fantasma ni nada por estilo. Ahora soy un ave. Un simple cuervo negro. Sí, como de aquella película de Hitchcock.
   Me “desperté” ya convertido en este pájaro. Tengo vagos recuerdos de mi vida pasada. De lo que sí estoy seguro es de que te conocía a ti y que fuimos uno solo. Nos amábamos. Pero me morí. ¿De qué? No me acuerdo. Tampoco importa. Antes era yo y ahora, un cuervo.
   He vuelto a casa. Ahora vivo justo en frente del nuestro piso. Sí, en ese edificio viejo y destartalado que no te gustaba. Aquí nadie me molesta y tengo una perfecta visión de ti. Te observo.  Atesoro en mi pequeño cerebro cada momento. Los recuerdos como destellos me mantienen en este alfeizar conectado a ti.
   Te veo llorar cada noche. Sola. En nuestro dormitorio. Mi foto sigue en la mesita. La besas antes de dormir. Me complace, pero también me duele que sigues estancada. Quiero que vivas, que seas feliz. No hace falta que olvides del todo de mí. Con un recuerdo y un pequeño rinconcito de tu corazón, me conformo.
   El verano dio el paso al otoño. Los primeros copos de la húmeda nieve están colándose por los cristales rotos de mi ventana. Sigo sin entender por qué estoy todavía aquí. ¿Qué es ese asunto pendiente que no me deja partir al más allá?
   Los vecinos de abajo siguen con sus broncas interminables. Algunas cosas no cambian.  Antes la mujer era tu amiga. Pero veo que te está evitando. Me acuerdo de aquella vez que me metí en medio de su pelea. El tipo me empujó por la escalera. Me di un buen golpe. A él lo han metido en la cárcel. Yo una temporada sufría terribles dolores de cabeza.  Ahora me acuerdo: me morí unos meses después.
   Veo que a pesar de todo el tipo ha vuelto a vivir con su mujer. Algunas no aprenden. La sigue pegando. Qué triste. Ahí la policía otra vez. No sé si valdrá para algo.
   Ya es noche, fría y llena de estrellas. La nieve cubre todo como una manta impoluta. Descansa, mi amor. Yo seguiré velando por ti…
   ¿Y este brillo? ¡Fuego! En el piso de aquellos desgraciados.
   Mi amor, ¡despierta! Con mi pico estoy dando al cristal de tu ventana. Con todas mis fuerzas. ¡¡Despierta!! ¡¡¡Vamos!!! Sal de ahí. Vete al balcón, sal del piso. ¡Ya!
   Sigues durmiendo…
   Tengo que coger la velocidad. ¡¡¡Vooooooy!!! Una vez… No se rompe. Otra vez… Y otra… El fuego es cada vez más fuerte. Mi pico rompe el cristal. ¡Por fin! El dolor es insoportable. Siento la sangre mojando mi plumaje. No importa. No puedo volar. Creo que he roto un ala. Pero te despertaste. Gracias a Dios. Sal, sal al balcón, ahí estarás a salvo. Ya vienen los bomberos. Te van a rescatar…
   Uff, qué dolor. Mis plumas se prenden tan rápido. Me quemo.  Ahora sé por qué he vuelto… Siempre ha sido por ti… Qué dolor, por Dios. ¿Y esta luz? Me llama… Me siento ligero y agradecido. El pobre cuervo yace convertido en cenizas. Yo, libre, vuelo hacia la luz…
  





                                                                                                                   09/02/2024, Gijón

 

 

 

1 de febrero de 2024

KATIA

  

La pesada cadena le permite lo justo para llegar al agujero donde hacer sus necesidades. La cámara con su ojo de cíclope sigue cada uno de sus movimientos. A principio le daba mucha vergüenza, después, se acostumbró.
   Las heridas de los grilletes han creado una putrefacta costra en sus delicadas muñecas. El pelo, antes castaño y brillante, desde hace mucho necesita un buen lavado. De hecho, toda ella, sucia y llena de golpes, se asemejaba más a un animal que a un ser humano.
   Morder a sus captores y desafiarles tenía su castigo. No les obedecía. No admitía que le saquen las fotos en todas las posturas repugnantes posibles, haciendo cosas asquerosas con hombres adultos y hasta con animales… Después de una tremenda paliza terminó en este agujero. Ya perdió la noción de tiempo. ¿Cuánto lleva aquí? ¿Una semana? ¿Un mes?
   Hace mucho que no le traen ni agua ni comida, un trozo de pan rancio.  Arriba no comía tan mal. La necesitaban relativamente sana y bien parecida para las películas.
   A principio lloraba mucho. Ahora solo vagaba por el mundo de sombras de su vida pasada. ¿Acaso la tuvo? ¿O ha sido solo un sueño y ella siempre ha vivido en este agujero, encadenada a la pared y en plena oscuridad?
   Por una rendija de la ventana tapiada entró un rayo de luz. Muy pequeñito. Lo saludó. Le habló hasta que se ha ido. Y de nuevo, la oscuridad. Ella se enroscó como un perro y se abandonó a la inconsciencia.
   Explosiones… Disparos… Gritos… Ella ya está acostumbrada. La guerra es así. El ruido de una lucha cercana. Otra vez disparos, pero aquí, al lado… Un chillido… Una puerta que se abre… Un haz de luz… Voces… Aquí, cerca… Más voces… La reja se abre… Alguien entra en su jaula. Ella está muerta de miedo. Otra vez, no …
   La suave voz de una mujer le pregunta en ucraniano de cómo se llama. Le responde: «Katia». Hombres hablando, también en ucraniano. Le quitan los grilletes y la cadena del pie, la cubren con algo. Uno la coge en brazos. Ella se resiste, muerde y chilla. La mujer le dice muy bajito que está a salvo, que todo se acabó y que volverá a casa …
   Una lágrima resbala por la mejilla de la niña antes que esta se desmaye …




                                                                 
                                                                      01/02/2024, Gijón


29 de enero de 2024

ROJO

 

Llevo media hora delante del armario abierto. ¿Qué ponerme? ¿Una falda y una blusa a juego? ¿Este vestido de chiffon que me envuelve como pétalos de rosas? ¿O el pantalón con la camiseta que resaltan mi figura?
   Cada día es más difícil la elección. Total, ¿para qué? Estoy agobiada… Me siento tan exhausta. Suena egoísta. Cualquiera puede decir que no soy la única que pasa por esto. No puedo hablar por los demás. Sé lo que padezco yo… Es como vivir en el limbo, rememorando los momentos del pasado y agarrándose a los hilos que los unen al de ahora. Sin éxito.
   Intento sacar fuerzas para reponerme y fijar una sonrisa en mi cara, marcada con finas arrugas, unas por la edad y otras, por lo que me tocó a vivir. El amor que siento y que he recibido me empuja adelante, pero tengo momentos de debilidad y siento lástima de mí.
   «¡Basta! ¡Enderézate! ¡Vístete y sal! Vete a verlo, ya es la hora. Seguro que estará como un tigre enjaulado, marcando los pasos, inquieto y gritando a las cuidadoras».
   Las tardes largas son especialmente difíciles. Y yo no quiero que esté atontado con pastillas. Un instante de reconocimiento en sus bellos ojos y yo estaré feliz. Seguiré con nuestra rutina hasta el final…
   Y sonará el “Vals N.2” de Shostakovich al que bailaremos abrazados como aquel día, cuando nos conocimos. Los cinco maravillosos minutos hasta que él de nuevo volverá a vagar por el laberinto oscuro de su memoria… Y yo me vestiré de rojo, el único color que lo hará regresar a mí…




19 de enero de 2024

La gran pérdida

 

La gran pérdida


La cada vez más grande mancha roja se expandía por el suelo. Las caras de los presentes estaban congeladas por el susto y sin saber qué hacer. Él solo podía pensar en los noventa y cinco euros que le ha costado la puñetera botella de vino.