3 de junio de 2025

Vacaciones de ensueño

Vacaciones de ensueño 



 


¡Vacaciones!
¡Va-ca-cio-nes!
¡¡Vacaciones!!
Por fin, Julia iba a tener unas vacaciones de ensueño. Y lo mejor de todo, que no le costarían ni un euro. El viaje a una isla paradisíaca era un premio que le había tocado al hacer un chequeo médico anual. (Es de lo más extraño, ¿verdad?)
         No podía creer en su suerte. Ella, tan normal y que nunca, jamás de los jamases había ganado nada, ahora era una afortunada de una estancia a todo lujo en un hotel-spa de cinco estrellas con los tratamientos de belleza, masajes y dietas adelgazantes incluidos. Justo lo que ella necesitaba. (Bajar unos kilitos le vendrían de maravilla.)
      Un coche negro vino a buscarla. El chofer, con mucha galantería, le abrió la puerta y le ofreció una copa de champán. En el aeropuerto, sin necesidad de hacer cola con el resto de los pasajeros, pasó como un viajero VIP y de ahí, a la cabina de primera clase. Más champán y comida de gourmet la dejaron muy pero muy relajada. Observó el resto de los pasajeros y, charlando con algunos, se enteró de que todos eran los ganadores de un viaje. El mismo viaje que ella. Y todos hicieron el chequeo anual. «¡Qué coincidencia más extraña!»
       En algún momento abrió los ojos y vio que la cabina estaba a oscuras y se oía algún que otro ronquido. Los pasajeros dormían. Miró su reloj; en su muñeca había una pulsera roja. No la tenía antes. Quiso mirar su móvil, no lo encontró… Alguien le puso algo en la cara y Julia se durmió…
       La sacudida del aterrizaje despertó a los pasajeros. Cuando salieron del avión, vieron las hileras de palmeras y exóticas flores. El aire cargado de olor al mar le dijo a Julia que ya estaban en la isla. Aún un poco aturdida por el viaje y una extraña somnolencia, Julia se fijó en que todos los viajeros llevaban las pulseras, pero de distintos colores. Seguro que era lo mismo que en viajes con “todo incluido”. Así que no le pareció nada extraño. Unos hombres, en monos blancos, los separaron en grupos por colores y los subieron a las furgonetas.
      Ya llevaba en el hotel varios días… ¿O semanas? Había perdido la noción del tiempo. No le importaba. En su casa nadie la esperaba, no tenía familia, ni siquiera una mascota, y, además, disfrutaba de lo lindo de la lujosa suite donde se hospedaba, de la exquisita comida y de los tratamientos corporales. Le encantaban los paseos por la playa en el ocaso y la salvaje belleza de aquel rincón maravilloso del mundo. Sin relojes, teléfonos, sin televisión, Lucía estaba feliz, muy feliz y… Y con una sensación extraña que no sabría identificar…
      Los trabajadores no tenían contacto con los huéspedes. Eran como sombras y se dedicaban a hacerles la vida de lo más cómoda posible. Cuando Julia quería informarse de cuánto tiempo más iba a durar su estancia, solo le sonreían y continuaban con sus labores. Sin embargo, algo seguía incomodándola. Nada podía ser tan perfecto y durar para siempre… gratis.
        Poco a poco, las personas con las que Julia había viajado y con las que entabló una amistad, iban faltando a los desayunos, comidas, cenas y actividades. Otras nuevas llegaban. Julia seguía sin saber a quién preguntar sobre el final de sus vacaciones.
      —Señora Julia, soy la directora del resort. Me han dicho que usted estaba preocupada y molesta por algo. —Una mujer alta y que nunca había visto antes, vestida con un mono blanco, interrumpió el paseo de Julia.
        —¡Por fin! Llevo días preguntando por algún responsable de todo esto. Me gustaría volver a casa. Yo quería unas vacaciones, pero no vivir eternamente en ellas.
    —Ah, señora Julia. Esa es la cuestión. Estas sí son las vacaciones eternas. Nadie sale de aquí… vivo.
          La brisa perfumada de la isla se llevó el grito de Julia hacia el incesante oleaje del mar teñido de oro por el sol del ocaso…

                   

               




02/06/2025, Gijón

                    © La Pluma del Este


1 comentario:

  1. Vacaciones sin desembolso igual a vacaciones trampa. Lo tendré en cuenta. :)

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