Cariño, ya estoy en casa
Cariño, ya estoy en casa
El peso de cientos de kilos de tierra y escombros poco
a poco hace su trabajo: aplastarme como un miserable insecto.
He perdido la
noción del tiempo. ¿Cuánto llevo aquí abajo? ¿Una hora, un día, una semana…? Da
lo mismo. Para mí — una eternidad. El pánico de primeros minutos acabó cuando
un punzante dolor en el costado izquierdo me hizo desmayar…
Cuando me he
vuelto en mí, comprendí que muy pronto iba a morir… Un rato después, dejé de
gritar y llorar… Me reí con la boca llena de tierra. Qué situación más absurda:
todavía vivo, pero muerto. Es para morirse. Puta redundancia.
Apenas respiro
y tengo un hierro clavado en el costado. Mi vida se me escapa a borbotones.
¿Cuánta sangre tiene una persona? ¿Cinco, seis litros? A principio pude sentir
el calor del chorro pegajoso. No he podido taponarlo ni siquiera con las manos,
ya que las tengo retorcidas en ángulos imposibles, rotas y encajadas entre los
trozos de hormigón.
Ya no noto el
goteo. Parece que la tierra y la sangre coagulada han hecho un tapón. Justo
para que el rato que me quede de vida esté divagando gilipolleces. Total, nadie
sabe dónde estoy.
No tenía que
haber vuelto a… mi antigua casa. Estúpido… Imbécil… Joder. Pude dejarlo todo a la
suerte y olvidar. Igual nadie la hubiera encontrado después de más de veinte
años. A mi primera esposa… Son solo unos
huesos. Limpios y blancos. Hervidos con lejía durante horas. Seguro que ni ADN
encontrarían. Pero tuve miedo. Mucho miedo. Mi vida actual ahora es perfecta. Y
he pagado un precio muy alto para conseguirla.
Así que aquí
estoy, de vuelta con ella: en el pozo de nuestra casa. Su calavera con las
mandíbulas rotas a martillazos, cuando le arranque los dientes, me mira
fijamente. Y se ríe de mí. Maldita hija de puta. Ni muerto puedo separarme de
ti. Cariño, he vuelto… A casa contigo…
Ja, ja, ja…
Una semana antes.
«—… Sí, sí, es
un ambicioso proyecto de construcción que cambiará la imagen del barrio de
Cerrillano. Toda esta zona de casas viejas, hasta el mes pasado, era un foco de
insalubridad y tráfico de estupefacientes. Los ocupas y delincuentes tenían
aterrorizados a los vecinos. Pero gracias a los fondos europeos y la
participación del sector privado, el barrio volverá a ser bonito y con mucha
gente nueva que se mudará a esta zona residencial.
—Gracias,
Señor alcalde. Cómo podéis observar, las máquinas excavadoras ya han empezado a
demoler y remover el terreno. Según el proyecto, debajo de cada edificio habrá
dos plantas de aparcamientos, lo que no es usual en este tipo de construcciones.
Así que van a cavar muy profundo…»
¡Mierda,
mierda, mierda…! ¡Joder! No puede ser. Ahora, no. ¡Si aquello antes era un
pueblo fuera de la ciudad! Nunca se me había ocurrido que iban a construir ahí.
¡Mierda! Tengo que desenterrarla y cambiarla de sitio. ¡Joder!:
—Laura, nena,
debo ir de viaje unos días a Madrid. Sí, también el fin de semana, pero ya
sabes, que el curro es lo que tiene: te avisan de un momento a otro. Dale un
beso a Nina de mi parte. Las veré el lunes. Te quiero.
Hay relaciones que son para siempre, siempre.;)
ResponderEliminarUuy, sí. Ya te digo. Gracias por pasarte por aquí. Un saludo.
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