La suerte golpea dos veces
El sonido de un cuchillo, aporreando la copa, interrumpió la animada
conversación familiar.
—¡Ya… no… puedo… más!
—¿Y eso? Horacio, ¿se puede saber a qué viene tanta tontería?
—Eustaquia, a punto de meterse en la boca otro trozo de la suculenta pechuga de
pavo, miró por encima de las gafas de culo de botella a su marido.
—¡Que llevo con este sinvivir días y no lo aguanto más!
—Venga, hombre, desembucha. Que nos tienes en ascuas. —Su cuñado,
le guiño el ojo.
—Cariño, ¿te acuerdas de cuando estuvimos en Madrid, yo me
quedé en la cola en Doña Manolita? Era tan larga que daba una vuelta a la
manzana. Tú te cabreaste conmigo y te fuiste de compras a El Corte Inglés.
—¡Y con razón! ¡Gastaste doscientos euros en un solo número,
imbécil!… Solo de recordarlo me pongo
mala… Cof… ¡Cof!… ¡Cofffff!…
—Pues verás… Nos ha
tocado. ¡Cuatro millones de euros! ¿Cariño? Eustaquia, ¿qué te pasa, mi amor? Te
estás poniendo morada… ¡Por Dios! ¡Respira!…
—¡Se muere, imbécil!… ¡Haz algo!… ¡Mi hermana se muere, joder!… ¡Se atragantó
con el puto pavo!…
—Buenoooooo… Cuando uno
está en racha, está en racha… ¿Igual habría que
llamar a urgencias? No sé yo…
04/01/2025, Gijón
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