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24 de abril de 2025

La mujer del café

 La mujer del café



Como cada noche de domingo, ella entra en el Automat. El café es grande, decorado en estilo de Art Decó, con detalles dorados y mucha luz que se desprende de las hileras de las lámparas del techo. La mujer podría buscar un rincón donde tomar un café sin que nadie viera su soledad; sin embargo, ella elige la mesa muy iluminada y cerca de la ventana. A la vista de todos. Como en un escaparate. Como un desafío. ¿Está esperando a alguien? ¿Viene en busca de los recuerdos? Nadie lo sabe, ya que no habla con nadie.
       Cada domingo a la misma hora ella está aquí, con su taza de café. Quita un guante y sus dedos delicados sienten el calor de la porcelana. El otro guante queda puesto. Igual que el abrigo. Es como si no quisiera quedarse mucho rato. Solo unos minutos, para tomar su café e irse… Pero estos minutos le pertenecen a ella. Cuando se va, su reflejo todavía sigue congelado en el cristal.
 

 


23/04/2025, Gijón

La Pluma del Este


18 de abril de 2025

No seas Narciso

 

No seas Narciso



I

 

 

Narciso se mira en el espejo de agua.
        Encontró un lugar tranquilo, el remanso de un lago, donde el agua es la más limpia, donde no hay ni plantas ni peces; donde no hay nada que perturbe su imagen perfecta. Con la punta de los dedos se toca su cara, los labios, se regala una sonrisa de un enamorado, se tira un beso, suelta su magnífica melena… No hay nadie más bello en el mundo. De repente el agua se ondula y el reflejo de Narciso se vuelve borroso.
        —¡Pero bueno! ¡¿Quién osa molestarme?! ¡Márchate! ¡Serás…! — Estas eran las últimas palabras antes de que un enorme cocodrilo arrastrara a Narciso en las profundidades…
 

 

II

 

 

Narciso se mira en el espejo de estaño pulido.

        Le costó una fortuna, pero no pudo resistirse: se veía como una criatura celestial. Iba al mercader de espejos tan solo para ver su hermoso reflejo. Y, cuando por fin tuvo uno en posesión, lo colocó en su alcoba, donde horas y horas contemplaba y adoraba a uno mismo. Cuando el estaño se opacaba, mandaba a pulirlo o compraba otro espejo. Los años pasaban y Narciso envejecía. Ya era un anciano desdentado y mal nutrido, pero aun así se veía más bello que nunca. Se murió solo…
 

 

III

 

 

Narciso se mira en el espejo de cristal.

     De vez en cuando echa su propio vapor y con una manga limpia la superficie. «¡Qué guapo soy! Nunca se ha visto un ser tan apuesto; con esta piel inmaculada, con los dientes como perlas, con estos ojos que enamoran y la cabellera tan frondosa. ¡Y la osamenta de un guerrero! Por donde voy, me adoran. Soy un arcángel. ¡No! Soy el Dios».
      Gracias al espejo, Narciso pudo ver a su asesino cuando este le clavaba un puñal en la espalda y las gotas de sangre salpicaban de rojo su perfecto reflejo…
 

 

IV

 

 

Narciso se mira en el espejo que ahora es una pantalla del móvil.
        Y no de un móvil cualquiera, sino de un iPhone 16 Pro Max. Hace decenas de selfis a diario: en el gimnasio, en su coche, en la playa, comiendo, bebiendo, bailando… Y todos sus viajes están documentadísimos. Narciso vive por y para sus seguidores. Espera por los “me gusta” y “corazones” como alguien que espera por un amor. Son los que le dan la vida. Gasta dinero en las campañas de publicidad para conseguir más y más fans. Su teléfono tiene varias aplicaciones de filtros para parecerse más guapo, más joven y más perfecto todavía. Un día, lo reconoce un grupo de fans. Sin embargo, no le piden hacerse una foto con ellos… Como antes. La frase: «Jolín, cómo ha envejecido. No se parece al de las fotos» —lo deja temblando. Se mira en el teléfono apagado. La negra y fría pantalla le devuelve una imagen. Y se ve a uno mismo como es en realidad. Y no le gusta…

 





                                                                                      16/04/2025, Gijón

© La Pluma del Este

 





10 de marzo de 2025

El arte de lo roto

El arte de lo roto



 

Nunca vi a mi doble en ninguna fotografía ni en ningún cuadro. Nunca. Jamás de los jamases. Ni siquiera en un modesto boceto… Ah, miento. En el cuarto curso, un chico de mi clase me pintó en una hoja de su libreta. No sé si esto cuenta. Debajo de mi “retrato” puso un poema malísimo. Me acuerdo de que me reí de él y se lo conté a mis amigas. ¡Qué crueldad! Pues, ya está. Nada más.
        ¿Por qué les estoy hablando de esto? Verán, hace unos días leí el prólogo para un libro de un escritor asturiano, escrito por él mismo. Con un estilo culto y refinado, el autor cuenta una curiosa historia. Hace unos treinta años él se topó “cara a cara” con un retrato de sí mismo en una pinacoteca madrileña. El hombre quedó tan impresionado que decidió escribir un libro sobre esta extraña coincidencia. ¿Podría no ser el único? ¿Cuántas más personas han vivido esta especie de duplicidad? A saber…
        Mi amor por la pintura ha surgido desde muy joven. En mi ciudad natal había muchos museos y galerías de arte. Me acuerdo de vagar entre los majestuosos lienzos sin rumbo fijo y contemplar las batallas, las hermosas damas y caballeros, preciosos jarrones y las urnas llenas de frutas y viandas. Y los paisajes de una belleza serena y tan natural que parecían las ventanas al otro mundo; más bonito, mágico, inalcanzable… Mis ojos de niña, embebidos de toda aquella belleza, intentaban recordar lo más posible para posteriormente plasmarla en mi álbum de pinturas… La infancia tiene un don de ver más allá y ver solo lo bueno en lo que nos rodea. Sin mácula, sin engaños, sin roturas…
     Muchos años después, muchas pérdidas después y muchos desengaños, con la vida totalmente diferente de la que pensaba vivir, me vi frente a “El beso” de Gustav Klimt en su Viena natal. Llevaba muchos años enamorada de su arte. Leí su biografía y, por un maravilloso cúmulo de coincidencias, tuve la oportunidad de visitar la exposición de sus obras.
       Me quedé clavada ahí, intentando descifrar los intrincados mosaicos de oro que rodeaban las figuras de los enamorados. El color de piel, los labios carnosos y el pelo rojizo de la muchacha, su pasión contenida y el abandono en los brazos de su amante, me dieron mucha envidia. ¡Yo quería tener lo mismo! La odié por esto. En vez de disfrutar del magnífico cuadro, me alejé de él.
        Al girar para salir de la sala, me topé con algo que me dejó sin palabras. Empecé a llorar. Sin hacer el ruido. Solo dejé que mis lágrimas corrieran libremente, dejando en mis mejillas el rastro negro de la máscara de pestañas…
      Delante de mí había otro cuadro de Klimt. “Le tré etá”. “Las tres edades” de la mujer. Seguro que lo conocéis. Una madre joven sostiene en sus brazos a una niña y, a su lado, un poco distanciada, una mujer mayor desnuda, con las huellas de la maternidad en su delgado cuerpo. ¡La niña soy yo! Me vi en ella. Yo, con treinta años recién cumplidos, me vi en una niñita del apenas uno. Era una sensación extraña. Mi madre no parecía en nada a la muchacha pelirroja; sin embargo, me percibí unida a la niña. Puede sonar a locura o a divagación de mi mente, o al estrés. No sabría explicarlo, pero sé lo que sentí…
        Pasaron veinte años de aquello.  He perdido a alguien, he asistido a más entierros que bautizos, me he roto, me he encontrado sola y, después, en compañía. Me han dejado y he dejado yo. Lloré a mares y me emborraché de amor y felicidad. Me volví a romper y, de nuevo, a recomponerme. De vez en cuando busco el cuadro de las tres mujeres y ya no me reconozco en la niña, ni en la pelirroja de su madre, ni en la anciana. Aunque con el tiempo, seguro que terminaré viéndome así, desnuda y con las marcas de la vida en mi piel y mi cabello.
     ¿Entonces, después de todo esto, quién soy? ¿Quiénes somos?
    Las huellas de la experiencia vital y las cicatrices no me afean. Ni a vosotros. Somos los recipientes. Nos llenamos y nos vaciamos. Nos rompemos y nos volvemos a reconstruir para seguir adelante. Somos las obras de arte hechas de pedazos, somos nuestras propias creaciones llenas de cicatrices.   
          Somos los Kintsugi.


Nota de autor:

Aquí hablamos sobre el escritor Ricardo Menéndez Salmón y su libro “Vidas irrevocables”.

Kintsugi es una técnica centenaria japonesa que consiste en reparar piezas de cerámica rotas. Sin embargo, también representa una filosofía de vida que defiende la idea de que no tiene ningún sentido ignorar las heridas o disimularlas.

                                                       

                                                      

"Le Tré etá", Gustav Klimt


Jarrón estilo Kintsugi



09/03/2025, Gijón

© La Pluma del Este



20 de enero de 2025

Sin color

 Sin color



El mundo ha perdido el color.
   No sé en qué momento ha pasado, pero un día el sol se hizo bola de plata y tiñó el cielo azul en un gris anodino. El agua del estanque ya no era ni esmeralda ni zarca, sino la tinta negra. Los árboles, despojados de marrones, ocres y verdes, ahora son estructuras sin vida. La hierba a sus pies, antes llena de coloridas flores, se ha convertido en un tapiz minimalista de tonalidades grisáceas, salpicado de manchurrones negros. ¿Y los pajarillos?… Ahora son cuervos.
   Yo también he perdido el color …
   Cuando te fuiste.





20/01/2025, Gijón

© La Pluma del Este

                                                                          


14 de diciembre de 2024

Feliz Navidad

 Feliz Navidad





No sé a vosotros, pero a mí me encanta la Navidad.
   En estos días las infinitas guirnaldas hacen que las calles aburridas se desprendan de la monotonía y, al anochecer, se conviertan en reinos encantados, brillando con la mágica luz y colores. Cuando las casas y las ventanas de los edificios participan en un campeonato de luces, sin que parecieran a los clubes de carretera. Y ese “algo” en el aire, que nos predispone a ser más generosos… Con los demás. Con nosotros mismos…
   No me molesta ver los escaparates llenos de decoración y regalos que te invitan a gastar. ¿Por qué no regalar algo que sabes que va a gustar y llevas meses ahorrando para conseguirlo?
   El mes de diciembre, es un no parar. Puentes, viajes, cenas y comidas de las empresas, amigos invisibles no tan invisibles; encuentros con los compañeros y familiares que no vemos durante el año.
   Las Navidades es una estación alegre y, a la vez, nostálgica.
   Con más o menos dinero, con conocimiento de cocina o no, nos sumergimos en las preparaciones culinarias. Muchas veces decimos a sí mismos: «Este año no voy a cocinar. No me meteré en la cocina. Quiero disfrutar de la fiesta». Pero nada más ver el enésimo vídeo de una receta “superespecial, económica y superfácil de hacer”, nos volvemos a caer, cumpliendo las interminables horas en la cocina. Y, con mucho ingenio, montamos un festín, digno de reyes. Las caras felices de los comensales nos confirman que ha merecido la pena.
   Con el paso de los años las sillas en la mesa están quedando vacías. Y esto me provoca tristeza y nostalgia. Pero con la edad empiezo a aceptar esta parte de la vida que nos hace continuar el viaje sin las personas que nos acompañaron desde el primer respiro… Nuestros padres, abuelos, tíos, hermanos… Ahora nos toca a nosotros — despedir y dar la bienvenida a los nuevos integrantes de la gran familia.
   Agradezco a Dios por cada buena persona que se ha cruzado en el camino de mi vida. Algunas de ellas, ocuparán las sillas vacías… Y, otra vez más, nuestro hogar se llenará de risas y de nuevos recuerdos. Quedará un resquemor y la añoranza por el pasado. Es verdad. Pero, doy las gracias por lo vivido y por la suerte que he tenido de compartir mi camino con los que ya no están…
   Feliz Navidad.




05/12/2024, Gijón

© La Pluma del Este

















6 de noviembre de 2024

La primavera en mí

 La primavera en mí




Los primeros rayos de sol, al principio con timidez, y después con más alegría, empiezan a besar el encaje blanco de los árboles dormidos. La cálida luz traspasa las ramas y dibuja en la nieve unas intrincadas figuras. Y, poco a poco, el sonido de las gotas llena el aire con la melodía de la primavera. Pim pam, pim pam, pim pam… La corteza se vuelve oscura por la humedad. Las ramas, desprendiéndose del peso, se enderezan con alivio. Algunas, ya rotas, pierden su preciada savia. Unas caerán al suelo y se pudrirán, otras, con un poder inexplicable, curarán sus heridas y volverán a llenarse de tiernas hojas.
   Los diamantes de la nieve se resisten al desvanecimiento y brillan con la fuerza de un animal herido. En algunos lugares ya se asoma la tierra. El musgo verde esmeralda retiene las gotas de agua. De vez en cuando se ven las delicadas campanillas de invierno. Son las primeras flores al salir de la tierra dormida. Algunas brotan de entre el manto blanco. Con sus verdes y finas hojas crean un contraste lleno de vida. Su tallo delgado aguanta una preciosa florecilla blanca, que cabecea al vaivén de la brisa. Su aroma sutil y ligeramente dulce, se expande por el bosquecito.
   Ahí se ve un carbonero. Y otro… Y otro… Son pequeñas aves, muy guapas y espabiladas, que, con las plumas de azul y amarillo, destacan sobre el fondo blanco. Sus trinos, ahora más alegres, cantan las alabanzas a la primavera. Ellos también se han cansado del frío.
   Solo a unos pasos más allá, justo detrás del viejo roble, se oye el susurro del agua. El riachuelo, libre de hielo, se abre el camino entre la nieve y divide el claro del bosque con un corte irregular. En unos días, crecerá, se desbordará y correrá hacia el sur, entregándose al Gran Río. Y de ahí, al mar.
   Cómo pasa el tiempo. Ya ni me acuerdo de cuantos de estos despertares yo he visto. Al trigésimo segundo dejé de contar. A estas alturas ya conozco todos los árboles, sus ramas, las flores, las aves y hasta algún que otro ciervo. Los zorros y lobos, nunca se quedan. No les gusta mucho esta parte del bosque. Y los comprendo. Sé que me tienen miedo. No creo que sea algo personal. Es más bien por su instinto.  
   Me encanta la venida de primavera. A través de los árboles puedo observar qué hay más allá. En invierno, todo es monocolor. Pero ahora, veo manchas oscuras y verdes de la tierra. Los sonidos y olores me traen a la memoria cosas… Las bellas cosas que he vivido. Aunque poco a poco mis recuerdos se desdibujan como las huellas en la nieve que se derrite.
   ¡Ah!, qué pena es la mía por no poder ir más allá de este montículo. Mi destino y castigo es dar vueltas y vueltas a su alrededor. Estoy anclado a él … Para siempre. Es donde yazco. Esta es mi tumba…



06/11/2024, Gijón

1 de mayo de 2024

El ocaso

El ocaso

 

Observo el silencioso ocaso del sol y, al asomarme por la ventana, oigo el susurro cómplice de las montañas. Nota a nota, el canto de los pájaros llena de melodía el valle. La brisa suave con un sutil aroma a jazmín juega con los pétalos y algunos se posan en mi mano extendida, haciéndome cosquillas.
   Cierro los ojos, sonrío. Respiro. Me empapo de este momento de paz y de belleza. Abro los ojos. Miro abajo. Veo a mi viejo perro, el amigo de mi infancia, que está retozando en la hierba como un cachorrito. Y más allá, en el linde del bosque, caminan dos personas, cogidas de la mano. Nico se olvida de su cola y corre para saludarlos. Me resultan familiares. Se parecen muchísimo a mis padres. ¡Sí, son ellos! Se ven jóvenes y muy felices. Miran hacia la ventana. Me ven. Me sonríen y me llaman. El perro no para de ladrar y dar vueltas. ¡Qué bobón! Me tengo que ir con ellos... Ahora... Hay tantas cosas que contarles. Casi toda mi vida.
   Hecho un último vistazo a la cama. Ahí estoy yo, una anciana de noventa años. Me veo tan tranquila y relajada. Como si estuviera dormida. Salto por la ventana y empiezo a volar, volar y volar…




01/05/2024, Gijón


2 de marzo de 2024

No estás solo

 NO ESTÁS SOLO


Hay circunstancias en la vida cuando te ves muy perdido, sin fuerzas vitales y emocionales para afrontar siquiera el día a día. Es una sensación muy extraña, muy particular. El miedo y las ganas de dejarlo todo se mezclan con una tremenda lástima por ti mismo. En estos momentos no hay ni un abrazo ni una mano amiga que valgan para ayudarte. Lo que experimentas es algo tan tuyo, tan interiorizado, que solo la soledad y una especie de catarsis te pueden aportar el sosiego.
    Sal de casa. En vez de paredes de hormigón, envuélvete con el silencio de un campo o el run-run del oleaje del mar. Busca un lugar tranquilo, lejos de todo, donde los amplios espacios te permiten contemplar la inmensidad. Te sentirás pequeño. Y tus problemas también menguarán.
   Cierra los ojos, respira profundamente y espera. Muy quieto. Escucha al mundo que empieza a hablarte. Tú eres una parte importante de él. Lo que estás viviendo lo han vivido muchos antes que tú. Lo que te ha tocado sufrir lo han sufrido otros tantos. El pasado, el presente y el futuro confluyen en este mismo instante. Tú eres un eslabón de la cadena infinita de acontecimientos. No puedes romperte. Mira alrededor, levanta tu cara al cielo, llena los pulmones del aire purificador, permite que la brisa te acaricie suavemente y seque tus lágrimas. Reza… Pide… Suplica… Entrégate… Sé humilde…
   Ahora estás despojado de todo. Eres tal como eres. Ni bueno ni malo, solo tú. Y Él lo sabe. Él no te juzga. Él te conoce. Nada está oculto a su mirada. Él te oirá y te ayudará porque sabe que este es el momento de la real necesidad. Y el universo empezará a mover sus engranajes para echarte una mano.
   Porque tú lo mereces…





                                                                                29/02/2024, Gijón

25 de agosto de 2023

La fuente del tiempo

La fuente del tiempo





La vieja fuente, con su canto hipnótico, me dejó adormecida.
De repente, yo, ya no era yo de ahora, sino una niña, que hacía flotar los barquitos de papel en el estanque del jardín, detrás de la casa de los abuelos. Las pequeñas naves de colores se mecían en las olas y refulgían bajo los rayos de sol, llenándome de alegría y gozo.
   Me encantaba la fuente. Su agua cristalina rebosaba un pequeño estanque y en el centro, una figura de un angelito con alas, cubiertas de verdín. Por encima de su bonita cabeza sostenía un ánfora del cual salía el chorro. Con el sol, el efecto era mágico: las brillantes gotitas saltaban al cielo en colores de arcoíris. Parecían piedras preciosas. Pero cuando yo las tocaba con la mano, solo eran agua…
   Han pasado años. Ahora soy algo mayor. Es verano y hace mucho calor. Me rio a carcajadas y a mi lado está un chico, pelirrojo y pecoso. Me dice algo, se mete al estanque e intenta arrancar un nenúfar rosa. Resbala y se cae al agua. ¡Será payaso! Me siento feliz…
   Otro salto en el tiempo. Esta vez, el mismo pelirrojo, pero ya es un hombre joven; tartamudea, me mira con sus ojos de color cielo y me dice que me ama. Se arrodilla y me da un anillo. Su piedra brilla igual como las gotas de la fuente. Yo le digo que sí…
   Un remolino de años y recuerdos me transporta a otra época: a mi lado, justo en el borde del estanque hay un niño pequeño con el pelo como fuego y los ojos verdes. En sus manos, un barquito de papel. Me llama «abuela» y me pide que le enseñe a flotar su pequeña nave blanca. Esta no quiere moverse y los dos nos ponemos perdidos intentando hacer las olas. Nos morimos de risa. Y por armar tanto jaleo, aparece un hombre mayor, con canas entre su pelo zanahoria y risa en los ojos de cielo. En sus manos trae una cesta llena de barquitos de colores…
   —Abuela, ven, la comitiva ya sale para el cementerio. Mis padres te están buscando, pero yo sabía que estarías aquí. Este era también un lugar preferido del abuelo. Lo echaré de menos. Tenemos que irnos. Nos esperan.




                                                                                                               23/08/2023, Gijón

21 de agosto de 2023

Nuestro tiempo

   


Nuestro tiempo










Una y otra vez nos hacemos la pregunta: «¿Qué es el tiempo?» No hablo del clima, no. Hablo del tiempo, de esto que es tan intangible y que escurre entre nuestros dedos, como la arena o como el agua, sin poder evitarlo. De hecho, es del todo imposible.
   El tiempo somos nosotros mismos y vivimos sumergidos en él… Sí. Aunque suene a una locura. Estamos hechos de nuestro tiempo y del de los demás. Al preguntar: «¿Cuánto cuesta la barra de pan?», lo lógico sería decir: «¿Cuánto tiempo cuesta…?» Y así con todo. Cada céntimo, cada euro o dólar ‒ es nuestro tiempo. Lo gastamos para ganar el dinero y los otros lo gastan para producir el producto.
   Creo que por esto pensamos que lo tenemos de sobra. Pero como el pan que ya está comido, el tiempo está gastado.
   ¿Suena pesimista? No, qué va. Solo es una aceptación del hecho de que tampoco hay que llenar cada día de mil cosas y experiencias buscadas. La vida y el tiempo fluyen. Solo hay que elegir una nave y compañeros de viaje, soltar el amarre, izar las velas y disfrutar de la aventura.
   A unos les tocará navegar en una pequeña y tranquila charca; a otros, en un gran lago; y, a los afortunados, en un océano sin fin, lleno de tempestades y días de calma…
                     



                                    

                                                                                                                                             

                                                                                                                                            20/08/2023, Gijón


26 de mayo de 2023

La Obra

La Obra





Cuando nacemos, delante de nosotros se abre un lienzo casi en blanco. Casi, porque la voz de nuestra madre y el sonido de su corazón, son sus primeros trazos.
   Con cada fragmento del tiempo, que se multiplica en segundos, minutos, horas…, nosotros convertimos en pintores, escritores y protagonistas de nuestra vida. Añadimos personajes, nos enamoramos de ellos, los apartamos y sacamos fuera del camino, lloramos por ellos. Cubrimos el lienzo, mojado por lágrimas, con las capas secas. Y seguimos sobreescribiendo. Hasta el final…
   Algunas veces apartamos la mirada de los quehaceres y la alzamos al cielo estrellado, reconociendo nuestra pequeñez e insignificancia. Y, aun así, nos sentimos amados por el Dios.







                                                                                           25/05/2023, Gijón

23 de mayo de 2023

Bajo la lluvia

Bajo la lluvia




 

¿En qué piensas? ¿Por qué no te atreves a cruzar la calle?

La lluvia se hace más fuerte a cada minuto. El paraguas, que llevas, apenas te protege. Debajo de tus pies se está formando un charco. Seguro que ya tienes calados tus zapatos. Pero sigues ahí, clavada en la mitad de la acera, con la mirada ausente. ¿Esperas a alguien? Te veo llorando. Quiero acercarme, pero no quiero asustarte. Estás tan ensimismada.

   La lluvia ya es un aguacero. En la oscura calle quedamos solo tú y yo. Por fin me decido y me acerco muy lentamente hacia ti. No te asustes…

   Mi hocico frío toca tu mano. Te saltas un poco y enseguida la pones en mi cabeza.






                          

13 de abril de 2023

Las ruinas

 Las ruinas




Aquí termina la ciudad, muerta hace siglos.
  Los bellos azulejos, que adornaban las fachadas de los imponentes edificios, ahora son trocitos de colores, que salpican las calles. La maravilla arquitectónica, creada por los humanos, en forma de columnas, adornadas con bellos relieves, las escalinatas de mármol rosa y blanco, las fuentes cristalinas, - era un reto soberbio a la naturaleza. Los recuerdos de aquella civilización muerden la memoria como las serpientes.
    Se sabe que el único cometido de los ojos es ver, pero es imposible contemplar la enormidad de tanta devastación sin sentir el dolor de miles de almas atrapadas. Uno puede tener miedo por si volviera a pasar y, aun así, reconocer que nada es eterno…



 


                                                                                                                        07/02/2023, Gijón

30 de marzo de 2023

El viaje

    El viaje




 Aquel era un lugar inhóspito…
Las ramas enmarañadas de los escasos árboles apenas daban sombra. Los huesos de animales estaban soleándose, adquiriendo color de la sal. Un sutil aroma a muerte se olía a cada paso que daba.
     Cuando emprendió su viaje, se sentía impávido ante el arduo camino hacia Damasco. Ni la promesa de cien cabezas del ganado podría cambiar su deseo de oír a Pablo hablar sobre el nuevo Dios, crucificado después de sufrir la impostura y la ignominia de los poderosos; que arrastró una cruz entre la muchedumbre abigarrada, sufriendo la tortura y todo tipo de improperios. Necesitaba inquirir mucho más sobre aquello, ya que se sentía perplejo ante algo llamado “la resurrección”.    
     Aunque no estaba versado en ello, empezó a rezar a este Dios. A principio su oración era superflua de un neófito. Pero con cada aliento, con cada paso, su fe crecía y supo que iba a encontrar el camino correcto para salir de este desierto…





                                                                                                                 14/01/2023, Gijón

9 de febrero de 2023

Dilema

Dilema 


 

   Ella sabe que no hay nada que hacer, solo nadar, dejándose arrastrar por el caprichoso destino. ¿En qué momento ha perdido el control de su vida? — Se pregunta una y otra vez, y sigue nadando en aguas turbulentas del mar de su vida. —¿Tendría que haber actuado de otra manera? ¿Tendría que haber dado la espalda a todo y bajar de este barco?
   Las dudas vienen como olas, zarandeándola y dejándola sin aliento. Apenas tiene fuerzas para estar agarrada al timón y mantener el rumbo. ¿Hacia dónde?
   Por fin, ella comprende y acepta que el amor tiene aristas, que no es ni perfecto ni fácil; saca las fuerzas de la briza e iza las velas para seguir adelante.
 




                          



                                                                                             30/10/2023, Gijón

8 de febrero de 2023

¿Quién soy?

    ¿Quién soy?




Ella está de pie, observando. Ve el paso de los años con sus inviernos escarchados, las primaveras con estampado floral, los veranos, llenos de risas, y los otoños de mil colores.
   Todo cambia alrededor, pero no ella. Solo una vieja patina, que capa a capa va cubriendo su cuerpo.
   Ella no odia a los pájaros. Le encantan sus revoloteos y cuando le hacen las cosquillas. Son los únicos que valoran su existencia.
   Hace tanto ya que nadie le pone las flores ni hace reuniones solemnes alrededor. De hecho, ya ni se ve su nombre, borrado por los años de caprichos del tiempo.

  


                                                                                            



Este relato se puede escuchar en     Cita a media tarde en IVOOX
                                                                                               

   
 


19 de octubre de 2022

La extraña pareja

La extraña pareja



El viejo con su paso renqueante se acerca a la orilla en busca de su amigo.
   Es la mañana. El sol empieza a dar brincos sobre la superficie cristalina, llena de hojas. Los pájaros con sus trinos tejen una melodía. La brisa mueve las ramas para marcar el compás.
    Ahí viene, blanco, majestuoso y resplandeciente, con su cuello frágil e infinito. Moviéndose, como en un baile, se acerca al anciano.
   Se conocen hace ya cinco años. Los dos quedaron viudos en la pasada primavera. Por esto cada mañana se buscan el uno al otro para darse compañía. 
    Una extraña pareja.





                                                                                                 18/10/2022, Gijón