26 de agosto de 2025
Las divagaciones de una escritora sin libro
¿Qué por qué escribo?
24 de abril de 2025
La mujer del café
La mujer del café
Como cada noche de domingo,
ella entra en el Automat. El café es grande, decorado en estilo de Art Decó, con
detalles dorados y mucha luz que se desprende de las hileras de las lámparas
del techo. La mujer podría buscar un rincón donde tomar un café sin que nadie
viera su soledad; sin embargo, ella elige la mesa muy iluminada y cerca de la
ventana. A la vista de todos. Como en un escaparate. Como un desafío. ¿Está
esperando a alguien? ¿Viene en busca de los recuerdos? Nadie lo sabe, ya que no
habla con nadie.
Cada domingo a la misma hora ella está
aquí, con su taza de café. Quita un guante y sus dedos delicados sienten el
calor de la porcelana. El otro guante queda puesto. Igual que el abrigo. Es
como si no quisiera quedarse mucho rato. Solo unos minutos, para tomar su café
e irse… Pero estos minutos le pertenecen a ella. Cuando se va, su reflejo todavía
sigue congelado en el cristal.
Como cada noche de domingo, ella entra en el Automat. El café es grande, decorado en estilo de Art Decó, con detalles dorados y mucha luz que se desprende de las hileras de las lámparas del techo. La mujer podría buscar un rincón donde tomar un café sin que nadie viera su soledad; sin embargo, ella elige la mesa muy iluminada y cerca de la ventana. A la vista de todos. Como en un escaparate. Como un desafío. ¿Está esperando a alguien? ¿Viene en busca de los recuerdos? Nadie lo sabe, ya que no habla con nadie.
Cada domingo a la misma hora ella está aquí, con su taza de café. Quita un guante y sus dedos delicados sienten el calor de la porcelana. El otro guante queda puesto. Igual que el abrigo. Es como si no quisiera quedarse mucho rato. Solo unos minutos, para tomar su café e irse… Pero estos minutos le pertenecen a ella. Cuando se va, su reflejo todavía sigue congelado en el cristal.
18 de abril de 2025
No seas Narciso
No seas
Narciso
I
Narciso se mira en el espejo de agua.
Encontró un
lugar tranquilo, el remanso de un lago, donde el agua es la más limpia, donde
no hay ni plantas ni peces; donde no hay nada que perturbe su imagen perfecta.
Con la punta de los dedos se toca su cara, los labios, se regala una sonrisa de
un enamorado, se tira un beso, suelta su magnífica melena… No hay nadie más
bello en el mundo. De repente el agua se ondula y el reflejo de Narciso se
vuelve borroso.
—¡Pero
bueno! ¡¿Quién osa molestarme?! ¡Márchate! ¡Serás…! — Estas eran las últimas
palabras antes de que un enorme cocodrilo arrastrara a Narciso en las
profundidades…
II
Narciso se mira en el espejo de estaño pulido.
Le costó
una fortuna, pero no pudo resistirse: se veía como una criatura
celestial. Iba al mercader de espejos tan solo para ver su hermoso reflejo. Y,
cuando por fin tuvo uno en posesión, lo colocó en su alcoba, donde horas y
horas contemplaba y adoraba a uno mismo. Cuando el estaño se opacaba, mandaba a pulirlo
o compraba otro espejo. Los años pasaban y Narciso envejecía. Ya era un anciano
desdentado y mal nutrido, pero aun así se veía más bello que nunca. Se murió
solo…
III
Narciso se mira en el espejo de cristal.
Gracias al espejo, Narciso pudo ver a su asesino cuando este le clavaba un puñal en la espalda y las gotas de sangre salpicaban de rojo su perfecto reflejo…
IV
Narciso se mira en el espejo que ahora es una pantalla
del móvil.
Y no de un móvil
cualquiera, sino de un iPhone 16 Pro Max. Hace decenas de selfis a diario: en
el gimnasio, en su coche, en la playa, comiendo, bebiendo, bailando… Y todos
sus viajes están documentadísimos. Narciso vive por y para sus seguidores.
Espera por los “me gusta” y “corazones” como alguien que espera por un amor.
Son los que le dan la vida. Gasta dinero en las campañas de publicidad para
conseguir más y más fans. Su teléfono tiene varias aplicaciones de filtros para
parecerse más guapo, más joven y más perfecto todavía. Un día, lo reconoce un
grupo de fans. Sin embargo, no le piden hacerse una foto con ellos… Como antes.
La frase: «Jolín, cómo ha envejecido. No se parece al de las fotos» —lo deja
temblando. Se mira en el teléfono apagado. La negra y fría pantalla le devuelve
una imagen. Y se ve a uno mismo como es en realidad. Y no le gusta…
16/04/2025, Gijón
© La
Pluma del Este
10 de marzo de 2025
El arte de lo roto
El arte de lo roto
Nunca vi a mi doble en ninguna
fotografía ni en ningún cuadro. Nunca. Jamás de los jamases. Ni siquiera en un
modesto boceto… Ah, miento. En el cuarto
curso, un chico de mi clase me pintó en una hoja de su libreta. No sé si esto
cuenta. Debajo de mi “retrato” puso un poema malísimo. Me acuerdo de que me reí
de él y se lo conté a mis amigas. ¡Qué crueldad! Pues, ya está. Nada más.
¿Por qué les estoy hablando de esto?
Verán, hace unos días, leí el prólogo para un libro de un escritor
asturiano, escrito por él mismo. Con un estilo culto y refinado, el
autor cuenta una curiosa historia. Hace unos treinta años él se topó “cara a
cara” con un retrato de sí mismo en una pinacoteca madrileña. El hombre quedó
tan impresionado que decidió escribir un libro sobre esta extraña coincidencia.
¿Podría no ser el único? ¿Cuántas más personas han vivido esta especie de duplicidad?
A saber…
Mi
amor por la pintura ha surgido desde muy joven. En mi ciudad natal había muchos
museos y galerías de arte. Me acuerdo de vagar entre los majestuosos lienzos
sin rumbo fijo y contemplar las batallas, las hermosas damas y caballeros,
preciosos jarrones y las urnas llenas de frutas y viandas. Y los paisajes de
una belleza serena y tan natural que parecían las ventanas al otro mundo; más
bonito, mágico, inalcanzable… Mis ojos de niña, embebidos de toda aquella
belleza, intentaban recordar lo más posible para posteriormente plasmarla en mi
álbum de pinturas… La infancia tiene un don de ver más allá y ver solo lo bueno en
lo que nos rodea. Sin mácula, sin engaños, sin roturas…
Muchos años después, muchas pérdidas
después y muchos desengaños, con la vida totalmente diferente de la que pensaba
vivir, me vi frente a “El beso” de Gustav Klimt en un museo de Viena. Llevaba
muchos años enamorada de su arte. Leí su biografía y, por un maravilloso cúmulo
de coincidencias, tuve la oportunidad de visitar la exposición de sus obras.
Me quedé clavada ahí, intentando descifrar
los intrincados mosaicos de oro que rodeaban las figuras de los enamorados. El
color de piel, los labios carnosos y el pelo rojizo de la muchacha, su pasión contenida
y el abandono en los brazos de su amante, me dieron mucha envidia. ¡Yo quería tener
lo mismo! La odié por esto. En vez de disfrutar del magnífico cuadro, me alejé
de él.
Al girar para salir de la sala, me topé
con algo que me dejó sin palabras. Empecé a llorar. Sin hacer el ruido. Solo
dejé que mis lágrimas corrieran libremente, dejando en mis mejillas el rastro
negro de la máscara de pestañas…
Delante de mí había otro cuadro de
Klimt. “Le tré etá”. “Las tres edades” de la mujer. Seguro que lo conocéis. Una
madre joven sostiene en sus brazos a una niña y, a su lado, un poco
distanciada, una mujer mayor desnuda, con las huellas de la maternidad en su
delgado cuerpo. ¡La niña soy yo! Me vi en ella. Yo, con treinta años recién
cumplidos, me vi en una niñita del apenas uno. Era una sensación extraña. Mi
madre no parecía en nada a la muchacha pelirroja; sin embargo, me percibí unida
a la niña. Puede sonar a locura o a divagación de mi mente, o al estrés. No
sabría explicarlo, pero sé lo que sentí…
Pasaron veinte años de aquello. He perdido a alguien, he asistido a más
entierros que bautizos, me he roto, me he encontrado sola y, después, en
compañía. Me han dejado y he dejado yo. Lloré a mares y me emborraché de amor y
felicidad. Me volví a romper y, de nuevo, a recomponerme. De vez en cuando
busco el cuadro de las tres mujeres y ya no me reconozco en la niña, ni en la
pelirroja de su madre, ni en la anciana. Aunque con el tiempo, seguro que
terminaré viéndome así, desnuda y con las marcas de la vida en mi piel y mi
cabello.
¿Entonces, después de todo esto, quién
soy? ¿Quiénes somos?
Las huellas de la experiencia vital y
las cicatrices no me afean. Ni a vosotros. Somos los recipientes. Nos llenamos
y nos vaciamos. Nos rompemos y nos volvemos a reconstruir para seguir adelante.
Somos las obras de arte hechas de pedazos, somos nuestras propias
creaciones llenas de cicatrices.
Somos los Kintsugi.
Nota de autor:
Aquí hablamos sobre el
escritor Ricardo Menéndez Salmón y su libro “Vidas irrevocables”.
Kintsugi es una técnica centenaria japonesa que consiste en reparar
piezas de cerámica rotas. Sin embargo, también representa una filosofía de vida
que defiende la idea de que no tiene
ningún sentido ignorar las heridas o disimularlas.
![]() |
"Le Tré etá", Gustav Klimt |
09/03/2025, Gijón
© La Pluma del Este
20 de enero de 2025
Sin color
Sin color
El mundo ha perdido el color.
No sé en qué momento ha pasado, pero un día
el sol se hizo bola de plata y tiñó el cielo azul en un gris anodino. El agua
del estanque ya no era ni esmeralda ni zarca, sino la tinta negra. Los árboles,
despojados de marrones, ocres y verdes, ahora son estructuras sin vida. La hierba a sus pies, antes llena de coloridas flores, se ha convertido en un
tapiz minimalista de tonalidades grisáceas, salpicado de manchurrones negros. ¿Y
los pajarillos?… Ahora son cuervos.
Yo también he perdido el color …
Cuando te fuiste.
14 de diciembre de 2024
Feliz Navidad
Feliz Navidad
No sé a vosotros, pero a mí me encanta la Navidad.
En estos días las infinitas guirnaldas hacen que las calles aburridas se desprendan de la monotonía y, al anochecer, se conviertan en reinos encantados, brillando con la mágica luz y colores. Cuando las casas y las ventanas de los edificios participan en un campeonato de luces, sin que parecieran a los clubes de carretera. Y ese “algo” en el aire, que nos predispone a ser más generosos… Con los demás. Con nosotros mismos…
No me molesta ver los escaparates llenos de decoración y regalos que te invitan a gastar. ¿Por qué no regalar algo que sabes que va a gustar y llevas meses ahorrando para conseguirlo?
El mes de diciembre, es un no parar. Puentes, viajes, cenas y comidas de las empresas, amigos invisibles no tan invisibles; encuentros con los compañeros y familiares que no vemos durante el año.
Las Navidades es una estación alegre y, a la vez, nostálgica.
Con más o menos dinero, con conocimiento de cocina o no, nos sumergimos en las preparaciones culinarias. Muchas veces decimos a sí mismos: «Este año no voy a cocinar. No me meteré en la cocina. Quiero disfrutar de la fiesta». Pero nada más ver el enésimo vídeo de una receta “superespecial, económica y superfácil de hacer”, nos volvemos a caer, cumpliendo las interminables horas en la cocina. Y, con mucho ingenio, montamos un festín, digno de reyes. Las caras felices de los comensales nos confirman que ha merecido la pena.
Con el paso de los años las sillas en la mesa están quedando vacías. Y esto me provoca tristeza y nostalgia. Pero con la edad empiezo a aceptar esta parte de la vida que nos hace continuar el viaje sin las personas que nos acompañaron desde el primer respiro… Nuestros padres, abuelos, tíos, hermanos… Ahora nos toca a nosotros — despedir y dar la bienvenida a los nuevos integrantes de la gran familia.
Agradezco a Dios por cada buena persona que se ha cruzado en el camino de mi vida. Algunas de ellas, ocuparán las sillas vacías… Y, otra vez más, nuestro hogar se llenará de risas y de nuevos recuerdos. Quedará un resquemor y la añoranza por el pasado. Es verdad. Pero, doy las gracias por lo vivido y por la suerte que he tenido de compartir mi camino con los que ya no están…
Feliz Navidad.
6 de noviembre de 2024
La primavera en mí
La primavera en mí
Los primeros rayos de sol, al principio con timidez, y
después con más alegría, empiezan a besar el encaje blanco de los árboles
dormidos. La cálida luz traspasa las ramas y dibuja en la nieve unas
intrincadas figuras. Y, poco a poco, el sonido de las gotas llena el aire con
la melodía de la primavera. Pim pam, pim pam, pim pam… La corteza se vuelve oscura
por la humedad. Las ramas, desprendiéndose del peso, se enderezan con alivio.
Algunas, ya rotas, pierden su preciada savia. Unas caerán al suelo y se
pudrirán, otras, con un poder inexplicable, curarán sus heridas y volverán a
llenarse de tiernas hojas.
Los diamantes
de la nieve se resisten al desvanecimiento y brillan con la fuerza de un animal
herido. En algunos lugares ya se asoma la tierra. El musgo verde esmeralda
retiene las gotas de agua. De vez en cuando se ven las delicadas campanillas de invierno. Son las primeras flores al salir de la tierra dormida. Algunas brotan
de entre el manto blanco. Con sus verdes y finas hojas crean un contraste lleno
de vida. Su tallo delgado aguanta una preciosa florecilla blanca, que cabecea
al vaivén de la brisa. Su aroma sutil y ligeramente dulce, se expande por el
bosquecito.
Ahí se ve un carbonero.
Y otro… Y otro… Son pequeñas aves, muy guapas y espabiladas, que, con las plumas
de azul y amarillo, destacan sobre el fondo blanco. Sus trinos, ahora más
alegres, cantan las alabanzas a la primavera. Ellos también se han cansado del
frío.
Solo a unos
pasos más allá, justo detrás del viejo roble, se oye el susurro del agua. El
riachuelo, libre de hielo, se abre el camino entre la nieve y divide el claro
del bosque con un corte irregular. En unos días, crecerá, se desbordará y
correrá hacia el sur, entregándose al Gran Río. Y de ahí, al mar.
Cómo pasa el
tiempo. Ya ni me acuerdo de cuantos de estos despertares yo he visto. Al
trigésimo segundo dejé de contar. A estas alturas ya conozco todos los árboles,
sus ramas, las flores, las aves y hasta algún que otro ciervo. Los zorros y
lobos, nunca se quedan. No les gusta mucho esta parte del bosque. Y los
comprendo. Sé que me tienen miedo. No creo que sea algo personal. Es más bien
por su instinto.
Me encanta la
venida de primavera. A través de los árboles puedo observar qué hay más allá.
En invierno, todo es monocolor. Pero ahora, veo manchas oscuras y verdes de la
tierra. Los sonidos y olores me traen a la memoria cosas… Las bellas cosas que he
vivido. Aunque poco a poco mis recuerdos se desdibujan como las huellas en la
nieve que se derrite.
¡Ah!, qué
pena es la mía por no poder ir más allá de este montículo. Mi destino y castigo
es dar vueltas y vueltas a su alrededor. Estoy anclado a él … Para siempre. Es donde
yazco. Esta es mi tumba…
06/11/2024, Gijón
1 de mayo de 2024
El ocaso
El ocaso
Cierro los ojos, sonrío. Respiro. Me empapo de este momento de paz y de belleza. Abro los ojos. Miro abajo. Veo a mi viejo perro, el amigo de mi infancia, que está retozando en la hierba como un cachorrito. Y más allá, en el linde del bosque, caminan dos personas, cogidas de la mano. Nico se olvida de su cola y corre para saludarlos. Me resultan familiares. Se parecen muchísimo a mis padres. ¡Sí, son ellos! Se ven jóvenes y muy felices. Miran hacia la ventana. Me ven. Me sonríen y me llaman. El perro no para de ladrar y dar vueltas. ¡Qué bobón! Me tengo que ir con ellos... Ahora... Hay tantas cosas que contarles. Casi toda mi vida.
Hecho un último vistazo a la cama. Ahí estoy yo, una anciana de noventa años. Me veo tan tranquila y relajada. Como si estuviera dormida. Salto por la ventana y empiezo a volar, volar y volar…
2 de marzo de 2024
No estás solo
NO ESTÁS SOLO
Hay circunstancias en la vida cuando te ves muy perdido, sin fuerzas vitales y emocionales para afrontar siquiera el día a día. Es una sensación muy extraña, muy particular. El miedo y las ganas de dejarlo todo se mezclan con una tremenda lástima por ti mismo. En estos momentos no hay ni un abrazo ni una mano amiga que valgan para ayudarte. Lo que experimentas es algo tan tuyo, tan interiorizado, que solo la soledad y una especie de catarsis te pueden aportar el sosiego.
Sal de casa. En vez de paredes de hormigón, envuélvete con el silencio de un campo o el run-run del oleaje del mar. Busca un lugar tranquilo, lejos de todo, donde los amplios espacios te permiten contemplar la inmensidad. Te sentirás pequeño. Y tus problemas también menguarán.
Cierra los ojos, respira profundamente y espera. Muy quieto. Escucha al mundo que empieza a hablarte. Tú eres una parte importante de él. Lo que estás viviendo lo han vivido muchos antes que tú. Lo que te ha tocado sufrir lo han sufrido otros tantos. El pasado, el presente y el futuro confluyen en este mismo instante. Tú eres un eslabón de la cadena infinita de acontecimientos. No puedes romperte. Mira alrededor, levanta tu cara al cielo, llena los pulmones del aire purificador, permite que la brisa te acaricie suavemente y seque tus lágrimas. Reza… Pide… Suplica… Entrégate… Sé humilde…
Ahora estás despojado de todo. Eres tal como eres. Ni bueno ni malo, solo tú. Y Él lo sabe. Él no te juzga. Él te conoce. Nada está oculto a su mirada. Él te oirá y te ayudará porque sabe que este es el momento de la real necesidad. Y el universo empezará a mover sus engranajes para echarte una mano.
Porque tú lo mereces…
25 de agosto de 2023
La fuente del tiempo
La fuente del tiempo
La vieja fuente, con su canto hipnótico, me dejó adormecida.
De
repente, yo, ya no era yo de ahora, sino una niña, que hacía flotar
los barquitos de papel en el estanque del jardín, detrás de la casa
de los abuelos. Las pequeñas naves de colores se mecían en las olas
y refulgían bajo los rayos de sol, llenándome de alegría y gozo.
Me
encantaba la fuente. Su
agua cristalina rebosaba un pequeño estanque y en el centro, una
figura de un angelito con alas, cubiertas de verdín. Por encima de
su bonita cabeza sostenía un ánfora del cual salía el chorro. Con
el sol, el efecto era mágico: las brillantes gotitas saltaban al
cielo en colores de arcoíris. Parecían piedras preciosas. Pero
cuando yo las tocaba con la mano, solo eran agua…
Han
pasado años. Ahora soy algo mayor. Es verano y hace mucho calor. Me
rio a carcajadas y a mi lado está un chico, pelirrojo y pecoso. Me
dice algo, se mete al estanque e intenta arrancar un nenúfar rosa.
Resbala y se cae al agua. ¡Será payaso! Me siento feliz…
Otro
salto en el tiempo. Esta vez, el mismo pelirrojo, pero ya es un
hombre joven; tartamudea, me mira con sus ojos de color cielo y me
dice que me ama. Se arrodilla y me da un anillo. Su piedra brilla
igual como las gotas de la fuente. Yo le digo que sí…
Un
remolino de años y recuerdos me transporta
a otra época: a mi lado, justo en el borde del
estanque hay un niño
pequeño con el pelo
como fuego y los ojos
verdes. En sus manos,
un barquito de papel. Me
llama «abuela» y me pide que le enseñe a flotar su pequeña nave
blanca. Esta no quiere moverse y los dos nos ponemos perdidos
intentando hacer las olas. Nos morimos de risa. Y por armar tanto
jaleo, aparece
un hombre mayor,
con canas entre su pelo
zanahoria y risa en los
ojos de cielo. En
sus manos trae una
cesta llena de
barquitos de colores…
—Abuela,
ven,
la comitiva ya sale para el cementerio. Mis padres te están
buscando, pero yo sabía que estarías aquí.
Este era también un lugar preferido del abuelo. Lo
echaré de menos. Tenemos
que irnos. Nos esperan.
21 de agosto de 2023
Nuestro tiempo
Nuestro tiempo
Una y otra vez nos hacemos la
pregunta: «¿Qué es el tiempo?» No hablo del clima, no. Hablo del
tiempo, de esto que es tan intangible y que escurre entre nuestros
dedos, como la arena o como el agua, sin poder evitarlo. De hecho, es
del todo imposible.
El tiempo somos nosotros mismos y
vivimos sumergidos en él… Sí. Aunque suene a una locura. Estamos
hechos de nuestro tiempo y del de los demás. Al preguntar: «¿Cuánto
cuesta la barra de pan?», lo lógico sería decir: «¿Cuánto
tiempo cuesta…?» Y así con todo. Cada céntimo, cada euro o dólar
‒ es nuestro tiempo. Lo gastamos para ganar el dinero y los otros
lo gastan para producir el producto.
Creo que por esto pensamos que lo
tenemos de sobra. Pero como el pan que ya está comido, el tiempo
está gastado.
¿Suena pesimista? No, qué va.
Solo es una aceptación del hecho de que tampoco hay que llenar cada día
de mil cosas y experiencias buscadas. La vida y el tiempo fluyen.
Solo hay que elegir una nave y compañeros de viaje, soltar el
amarre, izar las velas y disfrutar de la aventura.
A
unos les tocará navegar en una pequeña y tranquila charca; a otros,
en un gran lago; y, a los afortunados, en un océano sin fin, lleno de
tempestades y días de calma…
20/08/2023, Gijón
26 de mayo de 2023
La Obra
La Obra
23 de mayo de 2023
Bajo la lluvia
Bajo la lluvia
¿En qué piensas?
¿Por qué no te atreves a cruzar la calle?
La lluvia se hace
más fuerte a cada minuto. El paraguas, que llevas, apenas te protege. Debajo de
tus pies se está formando un charco. Seguro que ya tienes calados tus zapatos.
Pero sigues ahí, clavada en la mitad de la acera, con la mirada ausente.
¿Esperas a alguien? Te veo llorando. Quiero acercarme, pero no quiero
asustarte. Estás tan ensimismada.
La lluvia ya es un
aguacero. En la oscura calle quedamos solo tú y yo. Por fin me decido y me
acerco muy lentamente hacia ti. No te asustes…
Mi hocico frío toca
tu mano. Te saltas un poco y enseguida la pones en mi cabeza.
13 de abril de 2023
Las ruinas
Las ruinas
30 de marzo de 2023
El viaje
El viaje
9 de febrero de 2023
Dilema
Dilema
Ella sabe que no hay
nada que hacer, solo nadar, dejándose arrastrar por el caprichoso destino. ¿En
qué momento ha perdido el control de su vida? — Se pregunta una y otra vez, y
sigue nadando en aguas turbulentas del mar de su vida. —¿Tendría que haber actuado
de otra manera? ¿Tendría que haber dado la espalda a todo y bajar de este
barco?
Las dudas vienen
como olas, zarandeándola y dejándola sin aliento. Apenas tiene fuerzas para
estar agarrada al timón y mantener el rumbo. ¿Hacia dónde?
Por fin, ella
comprende y acepta que el amor tiene aristas, que no es ni perfecto ni fácil;
saca las fuerzas de la briza e iza las velas para seguir adelante.
8 de febrero de 2023
¿Quién soy?
¿Quién soy?
Todo cambia alrededor, pero no ella. Solo una vieja patina, que capa a capa va cubriendo su cuerpo.
Ella no odia a los pájaros. Le encantan sus revoloteos y cuando le hacen las cosquillas. Son los únicos que valoran su existencia.
Hace tanto ya que nadie le pone las flores ni hace reuniones solemnes alrededor. De hecho, ya ni se ve su nombre, borrado por los años de caprichos del tiempo.
19 de octubre de 2022
La extraña pareja
La extraña pareja