29 de enero de 2025

Los mazapanes

Los mazapanes 



Toc, toc, toc…
   —Pase.
   —Señor juez, una mujer pregunta por vos. Y yo me marcho ya. Hasta el lunes. Acuérdese de que voy a hacer una visita mi hija.
    —Sí, sí, por supuesto. Dígale que entre. Hasta el lunes… Ah, doña Carmen, qué ricos estaban los mazapanes que me compró para el café. Tráigame una docena más cuando pueda… Señora, pase. Siéntese, por favor. ¿Qué puedo hacer por vos? No tengo el gusto de conocerla.
   —Buenas noches, juez. Soy Maya Fernández, la madre de Terecita Fernández. Vivimos en un pueblo cercano. Vivíamos… ¿Se acuerda de ella? Vino aquí hará un año para solicitarle unos papeles para entrar en la mancebía del puerto.
   —No sé de quién me habla, señora. Por aquí pasan muchas fulanas en busca del permiso legal. Si no tiene otro asunto que tratar, puede irse…
   —Ah, no… No me iré antes de decirle un par de cosas. ¿Cuántas muchachas ha “probado” antes de mandarlas al burdel? Hablo de chicas inocentes y muy perdidas… Mi hija tenía catorce años y era muy niña para trabajar de puta. Y, vos, un viejo libidinoso, la desvirgó y la echó a los lobos… La pobre murió al dar a luz a… ¡Su bastardo! Por cierto, ¿le gustaron los mazapanes? Veo la bandejita vacía. ¿No pudo resistir y los ha comido todos? ¿No ha notado nada raro en ellos?… Veo que sí… Muy tarde para vos. Morirá aquí solo como la rata asquerosa que es.







29/01/2025, Gijón

© La Pluma del Este


20 de enero de 2025

Sin color

 Sin color



El mundo ha perdido el color.
   No sé en qué momento ha pasado, pero un día el sol se hizo bola de plata y tiñó el cielo azul en un gris anodino. El agua del estanque ya no era ni esmeralda ni zarca, sino la tinta negra. Los árboles, despojados de marrones, ocres y verdes, ahora son estructuras sin vida. La hierba a sus pies, antes llena de coloridas flores, se ha convertido en un tapiz minimalista de tonalidades grisáceas, salpicado de manchurrones negros. ¿Y los pajarillos?… Ahora son cuervos.
   Yo también he perdido el color …
   Cuando te fuiste.





20/01/2025, Gijón

© La Pluma del Este

                                                                          


8 de enero de 2025

Quisiera ser

Quisiera ser 


 

La nieve blanca quisiera ser,

La que se posa en tus pestañas negras.

La brisa suave quisiera ser,

La que juega con tu mechón rebelde.

El pétalo de flor quisiera ser,

El que se pega a tus labios rojos.

La gota del sudor quisiera ser,

La que resbala por el valle de tus pechos.

La lluvia fresca quisiera ser,

La que enjuaga tus ojos de tristeza.

El rayo del sol quisiera ser,

El que te despierta cada mañana.

 

Todo esto y mucho más quisiera ser.

Para estar presente en tu mundo.

Cuando yo ya no esté en él.



07/01/2025, Gijón

© La Pluma del Este



3 de enero de 2025

Nocturnidades recurrentes

Nocturnidades recurrentes


Me desperté con una extraña sensación de que algo horrible iba a suceder.
   Encendí la lámpara de la mesita. Las agujas del reloj estaban a punto de reunirse en las doce. Salí de mi cama caliente al frescor del dormitorio. Los rescoldos de la chimenea apenas podían con el frío invernal que exudaban las paredes de piedra. Me arrebujé en la colcha, metí los pies en las heladas zapatillas y me acerqué a la ventana…
   El pueblo, cubierto por la espesa niebla y el humo de hogares, dormía con un profundo e invernal sueño. Ni los perros ladraban. Sin un ser vivo en las calles, los canes se refugiaban en sus casetas. Hacía demasiado frío para cumplir con su cometido.
   La luna, oculta detrás de las nubes, intentaba zafarse de su prisión.    La farola cerca de mi casa iluminaba a los delicados copos de la nieve que jugaban a perseguirse, creando pequeños remolinos blancos. Era la noche típica de un invierno cualquiera.
   Ya me iba de vuelta al acogedor capullo de mi cama cuando vi a un hombre surgir de la niebla. Iba encorvado, con pasos lentos y hundiéndose en la nieve. ¿Pero qué hacía ahí, fuera, a estas horas y precisamente en esta noche? No podría ser un vecino del pueblo, ya que todos estábamos seguros en nuestras casas y jamás nos atreveríamos a salir. Tendría que ser un forastero. Pobre ignorante. Estuve a punto de llamarlo, pero ha vuelto a desaparecer en la niebla. Como un fantasma. Eso es. No había nadie fuera y era la imaginación de mi cerebro medio dormido.
   Continué con mi retirada cuando un grito desgarrador me dejó clavado en el sitio… Otro más… Y un fuerte aullido.
   Una detrás de otra, las oscuras ventanas de mi calle se iluminaron con las tímidas luces. Algunas se abrieron. Unas cuantas cabezas se asomaron hacia la oscuridad. Yo, también… Nadie decía nada… Vi a santiguarse a doña Manuela desde su pequeña ventana. El cartero, don Francisco, secundó su gesto y cerró la suya.
   Parecía que todos estábamos esperando al final del desenlace. Los gritos se repitieron una y otra vez… Y gruñidos, mezclados con los ruidos de lucha a vida o muerte, entre la espesa niebla. Con otro aullido vino el silencio.
   El viento disipó las nubes y la brillante luna llena se hizo presente. La niebla se replegó cual cortina de un escenario y pudimos ver el horripilante espectáculo de la inmaculada nieve teñida de un rojo intenso como la sangre. De hecho, era la sangre. Esparcida por la calle principal de nuestro pueblo. Y algún que otro bulto oscuro. Es todo lo que había quedado del pobre forastero que se atrevió a salir en esta diabólica noche.
    Las cabezas de los vecinos desaparecieron, las ventanas se cerraron… Seguro que con los pestillos extra. Nunca se sabe… Igual se ha quedado con hambre.
   Y, por la mañana, la mayoría iremos a otro pueblo a por el pan fresco. El panadero tardará un par de días en volver en sí. Pobre hombre, quedará destrozado cuando su mujer le cuente lo de esta noche. Pero no es culpa de él. Haberlo encerrado mucho mejor en el sótano. Les dije que mi presupuesto de la puerta blindada era muy razonable. Ahora, lo pagarán con más ganas. Ya miraré si les pongo un plus de inmediatez.
   Me voy a la cama. Mañana será un día muuuuy largo…





02/01/2025, Gijón

© La Pluma del Este