15 de abril de 2025

Bajo el cerezo

Bajo el cerezo



      
  Los pétalos de las flores de cerezo se posaban en su pelo, su cara, su cuello… Con el transcurrir de las horas, el vestido blanco de novia ya no era blanco, sino veteado en rosa. La brisa movía la hierba, un tapiz verde esmeralda, salpicado por el amarillo de los dientes del león, que enmarcaba su cuerpo. Él no podía apartar los ojos de aquel magnífico cuadro.
        La mañana había dado paso a la tarde, y precisamente ahora, en el ocaso, el espectáculo era todavía más impresionante. El sol inclinado bañaba el cuerpo de la mujer en oro… Él hizo una infinidad de fotos. Recargó la cámara tres veces. Las tarjetas de memoria, como los más preciados tesoros, estaban ocultas en el bolsillo interior, pegadas a su sudorosa piel…
        «Vete ya, no seas tan avaricioso. Ya tienes bastante…», se repetía una y otra vez en su cabeza. Pero quería embeberse con cada célula de su ser, con cada neurona de su cerebro en aquella belleza sublime. Era su mejor obra de arte. Le llevó casi toda la vida llegar a este momento. Era su gran oportunidad de dejar un legado antes de que…
        Poco a poco la oscuridad iba ocultando el paisaje, a los cerezos en flor, a la mujer; a la mancha de un rojo marrón que ensuciaba la impoluta blancura de su vestido… Y al puñal clavado en su pecho… El último rayo del sol se reflejó en la hoja de acero… El asesino, por fin, tuvo su gráfica recompensa…






                                                                              13/04/2025, Gijón

© La Pluma del Este






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