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23 de julio de 2025

Top Secret

 Top Secret




   —Coronel, ¿qué me puede contar sobre la Muerte Perfumada? ¿Es alguien real o es solo una quimera?

   —Todo este asunto no es del dominio público, Señor. Ya me entiende. Su ficha está sellada. Solo hay rumores y poco más.

   —Descuide.

   —Es una agente libre de SBU. No se sabe su edad exacta. Podría tener cuarenta y tantos años. Nació en Kyiv. Terminó ahí el colegio y el bachillerato. La reclutaron cuando estudiaba en la escuela del Secretariado Internacional. Era muy joven cuando la policía secreta la introdujo en el operativo de la caza de los especuladores en el mercado negro. Ya entonces era atrevida, mentía sin pestañear y camaleónica. Parecía una típica muchacha boba e inocente, fácil de engañar, que iba por ahí con “los verdes” de su papá. Los contrabandistas caían en sus redes como moscas. Pero uno la reconoció y tuvieron que retirarla de las calles.

» Apareció unos años después en la Universidad de Asuntos Interiores en Kharkiv. Acabó la carrera con el diploma rojo con el rango de teniente mayor. En aquella época también ganó varias medallas en artes marciales. Era una buena pieza. Después, desapareció. Aunque he oído que estuvo en una unidad especial de Seguridad Nacional dedicada a Sudamérica. Por esto es tan buena en español.

» No se sabe la cantidad exacta de los cadáveres a sus espaldas, ya que trabaja muy discretamente. Cuando empezó, mataba con cualquier objeto que tenía entre las manos. Una vez usó una patata. ¿A quién se le podría ocurrir esto? Le metió a un señor de la guerra la patata hasta el fondo de la garganta. Solo de imaginarlo, me dan náuseas.

» En algún momento se dedicó a matar por medio de perfumes. Limpio y muy elegante. Sin rastro. Nadie sabe qué tipo de sustancias venenosas usa. Dicen que está medio retirada. Aunque, de vez en cuando, acepta algún que otro trabajo. Por cierto, Señor Secretario, ¿por qué necesita saber sobre ella?

—Aquí tiene el dosier con toda la información del objetivo y la mitad de pago en bitcoins. El resto, al finalizar. Haga que acepte el trabajo. Adiós, coronel. Cierre al salir y olvídese de esta reunión.




                                                                 23/05/2025... en alguna parte de Kyiv                                                                               

                                                                                             © La Pluma del Este

                                                                                     

31 de agosto de 2024

La presentación

La presentación en toda regla
(O lo que puedo contarles y dejarles vivos)





Hola, mi querido lector. 
Permíteme que me presente. Soy a la que llaman «La Muerte Perfumada». Por supuesto, es un nombre en clave, dado que el que me dieron mis padres al nacer está olvidado. Lo hice olvidar. Y los que lo sabían, ya no están entre los vivos. 
   Soy una mujer normal: ni alta, ni baja; ni delgada, ni rellenita; ni guapa ni fea… En todos los sentidos, no llamo la atención, a no ser que se requiera según qué circunstancias. Soy muy inteligente, sin duda alguna. Hablo varios idiomas con fluidez: ruso, ucraniano (es donde nací), español, inglés, francés, alemán y mandarín. Me encanta leer y tengo una magnífica memoria. Soy muy buena en el terreno desconocido, ya que mi sentido de orientación casi nunca me falla. También soy muy, pero que muy, resolutiva. Es mi punto fuerte. Encuentro la solución a cualquier situación. Y como un valor añadido a mi perfil, soy camaleónica. Sí, sí. Observo que no puede contener la sonrisa, querido lector. Es que no miento. Me encanta disfrazarme. ¿Igual por qué de niña nunca lo he podido hacer? Será por esto. 
   El oficio al que me dedico es muy antiguo. No. No es el que él piensa. No saque tan rápido las conclusiones. De hecho, es el oficio que me eligió a mí de muy joven y es otra historia de la que no voy a hablar. Por ahora.
   La Muerte Perfumada… Me encanta cómo suena. Aunque me ha llevado años crear este renombre y la fama. Muchos años y demasiados cadáveres a mis espaldas… Muy justificados, sin duda alguna. Soy una asesina. Fría, retorcida y despiadada asesina que tiene sus propias reglas. Los que me contratan solo requieren de mis servicios cuando hay que ser tan delicado como un alfarero y tan sutil como una pluma. Y esta soy yo. Cuando yo acepto un trabajo, no hay nada que me pare. Así que espero no tenerle entre mis encargos. 
  Por ahora, no diré nada más. Dejaré que me vaya conociendo poco a poco, sorbito a sorbito, como un McKallan de dieciocho años. Lo bueno se disfruta lentamente y yo soy muy, pero que muy buena en lo mío. 
     Nos vemos… Ja, ja, ja… Es una broma. Espero no verlo nunca.
                              
                                                            

La Muerte Perfumada
En Gijón, a 30 de agosto de 2024.





10 de febrero de 2024

Liquidación de Polonia

   Liquidación de Polonia
(Serie La Muerte Perfumada)





Es una mujer despampanante. 
La foto que me enviaron no le favorecía en absoluto. Si uno quiere imaginar a una Valquiria, es ella: alta, bien formada, piernas interminables, melena rubia, ojos azul cielo, labios carnosos y la sonrisa perfecta con la dentadura a juego. Seguro que podría llevar a la cama a cualquiera, mujeres incluidas. Todos estarían orgullosos de haber llamado su atención. Darían lo que sea por estar con ella. Hasta sus vidas. Sí, es una zorra de mucho cuidado. En los círculos profesionales la llaman La Liquidadora. Yo la llamo, Polonia, por el agente químico que ella usa con mucho arte y éxito.
   Que se sepa, ha matado a una treintena de hombres y mujeres: los espías de la competencia, algunos oligarcas rusos y ucranianos, un par de agentes retirados de FSB, unos cuantos periodistas incómodos al Kremlin, dos o tres chinos que han cuestionado la línea del partido y, últimamente, opositores bielorrusos. Seguro que hay muchos más.
   ¿Qué hace ella en Gijón? Es un misterio.
   La llamada desde el SBU me sacó de mi retiro. Llevo viviendo en la zona desde hace más de diez años. Conozco Asturias y, decir la verdad, ya me aburría y no me vendría mal algo de dinero fresco: con la subida de la inflación las reformas en la aldea me dejaron casi sin fondos.
   Vuelvo con nuestra valquiria o la zorra Polonia.
   Entró en España desde Francia, por Irún. La he seguido desde entonces. Lleva en Gijón ya tres días. Se hospeda en el Moderné. Un hotel muy chic. Sale a correr por el muro de San Lorenzo, va de compras, come en restaurantes de moda. Y siempre sola. Qué raro. Esto sí, continuamente mira al móvil.
   Ya me estoy cansando de tanta ociosidad. Necesito acción. Y los Dioses me han oído… La estoy siguiendo hasta una vinatería en el centro. Ella se sienta en la mesa del fondo y pide un Albariño. Suena su teléfono. Son las veinte cero cero. La llamada dura apenas dos minutos. Polonia deja un billete en la mesa y se dirige al baño. Al pasar por mi lado huelo su perfume. No se fija en mí. O eso creo. Mi disfraz de la anciana es perfecto.
   Pasaron diez minutos y ella sigue sin salir.
  Entro. Dentro no hay nadie. El ventanuco, que lleva a la parte de atrás, está abierto. Todo un clásico. Ahora tendré que tirar del localizador que le pegué en el trasero diez minutos antes.
   Me quito el disfraz.
  Ya es de noche. En el Norte en noviembre oscurece pronto. Empieza a orbayar. Conozco bien Gijón y sé a donde se dirige: los acantilados de Cimadevilla. Con este tiempo y a estas horas, ahí ya no hay nadie. Es un lugar perfecto para un encuentro secreto.  
   Subo la cuesta medio agachada y protegiéndome en los islotes de los árboles. Me dirijo a la fortaleza de Santa Catalina. Con los recovecos que tiene, es fácil pasar sin ser visto.
   Oigo voces. Es Polonia y un hombre. No le veo la cara. Está de espaldas. Le pasa un maletín y desaparece en la oscuridad. Ella, con su carga, se dirige a la salida del parque. La sigo. Me parece alucinante. O ella no es tan buena, como dicen, o yo no he perdido mis dotes de camuflaje.
   La Liquidadora vuelve al hotel. Mi informador confirma que se queda en su habitación. Tengo que seguir con mi plan, antes que ella acabe con el suyo. Todas las bebidas de la nevera llevan un fuerte somnífero. La cena, también. Cada vaso y las toallas, están impregnados. Solo tengo que esperar tranquilamente en el edificio de Hacienda, justo enfrente de sus ventanas. A través de infrarrojos veo que cae al suelo. Empieza lo bueno.
   Me engancho al cable y a la altura de unos quince metros vuelo por encima de la calle de San Esteban. Entro por la ventana de la habitación contigua. Por supuesto, reservada para el caso. Abro la puerta de la suya y entro sigilosamente.
  Polonia, tirada en el medio del salón, duerme profundamente. Yo pongo la máscara, fabricada especialmente para mí. Saco mi frasco de perfume. Es muy repujado y parece una joya. ¿Y por qué no? Una tiene sus debilidades. Echo unas gotas en una almohada y la pongo en la cara de la durmiente. Unos cuantos espasmos y queda muy quieta. La subo a la cama. No sin cierto esfuerzo. Lo arreglo todo para que sea lo más estético y natural posible. Saco la foto y la envío al Centro. Guardo el maletín en mi mochila. Me llega el aviso con la confirmación bancaria. Perfecto. Ahora, las obras continuarán viento en popa.
   Ah, por cierto, en el mundillo me llaman, la Muerte Perfumada.

 



   PD. Como dicen, la realidad supera la ficción. Soy una seguidora del blog literario EL TINTERO DE ORO. Y no me lo vais a creer: este mes hay un concurso inspirado en James Bond. Ja, ja, ja. Igual me animo y escribo algo. Tengo tantas cosas que contar…

                                                                                                                08/06/2023, Gijón


Nota de autor: FSB (Federalnaya Sluzhba Bezopasnosti) - Servicio Federal de Seguridad de Rusia

SBU (Sluzhba Bezpeky Ukrayiny) - Servicio de Seguridad de Ucrania

orbayo – así llamamos en Asturias una llovizna muy fina