—Nada. Aquí estoy, esperando.
—¿A quién?
—Psss, disimula. No chilles. Habla bajo.
—Vaaale. ¿Y?
—¿Y qué?
—Pareces tonto. Te lo estoy preguntando yo. ¿A quién esperas?
—No a quién, sino a qué. A una oportunidad. ¿Ves a los tres en aquella
mesa? Llevo un rato observándolos. Dos de ellos han pedido hamburguesas
completas y la otra, un perrito caliente. Están devorando sus hamburguesas. Ni
las raspas quedarán. Pero la del perrito lo está mareando. No tiene pinta de
poder con él. Lo dejará casi entero. Segurísimo…
Se van. ¡Ahora! ¡Sígueme!
Dos gaviotas
se abalanzan sobre la mesa del bar y, rompiendo las copas y botellas, huyen con
el botín: medio bollo de pan… Sin el perrito.
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