La carretera hacia la muerte
En memoria de mi abuelo Vania
Estaba congelado.
Los primeros días podía sentir cómo los dedos se encogían dentro
de los toscos botines. Le dolían. Siguiendo el consejo del compañero de litera,
empezó a envolverlos en trapos para aislarse del gélido suelo siberiano. Pronto los pliegues de tela le provocaron las ampollas que reventaron, segregando la sangre y el pus. Se acostumbró.
Los labios rajados
por el viento polar apenas pronunciaban las palabras. Alguna vez, muy rara, entre
los compañeros compartían un trozo de grasa de oso, para suavizar los labios y
quitar los pellejos de la piel seca. La boca se le llenaba de sangre caliente.
Dolía. Pero él sabía que era un dolor buscado y que significaba que todavía
podía sentir y saborear.
Era un hombre de
treinta y cuatro años y ya era un viejo doblado por los trabajos forzados. Su
vista empezaba a fallarle. La nieve de un blanco brillante le quemaba las
pupilas. Aunque para lo que había que ver, le era suficiente. Se acostumbró
también.
Su cuerpo gritaba y
protestaba por la mísera comida, la suciedad, el frío y los castigos. Con el
tiempo, el dolor ya era un órgano más.
¿Humanidad y
esperanza? Las palabras muy lejanas y con un significado olvidado ya. ¿Y la fe?
Esta quedó sepultada bajo kilómetros y kilómetros de la carretera junto a los
incontables cadáveres de otros tantos como él, “enemigos del pueblo soviético”…
La saloma, cantada
por miles de gargantas rotas, se elevó hacia el cielo plomizo y se expandió por
la interminable carretera de la muerte. Los trabajos gloriosos en honor y la
grandeza del amado líder continuaban…
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Foto del Museo Nacional de la República Komy. |
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Uno de tantos cementerios de los presos políticos que pasaron por el Gulag (Vorkuta).
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Cartel pone: "El trabajo es el honor, la gloria, la valentía y el heroísmo". I. Stalin |
Nota de autor: Hay pocos documentos fotográficos de aquella época que cubrió unos cuarenta años de la historia de la URSS. Mi abuelo paterno, de 1943 a 1953, estuvo preso en un Gulag siberiano. Participó en la construcción de la "carretera de la muerte": la carretera de Kolyma. Quedó en libertad a la muerte de Stalin en 1953.
18/02/2025, Gijón
© La Pluma del Este
Que triste vida 😥
ResponderEliminarGracias por compartir y fomentar la lectura 😊
Por muchos años que pasan, el azote de la tiranía sigue presente en el mundo, en lugares lejanos pero reales.
ResponderEliminarRelato muy conmovedor de esos tiempos donde la Libertad era un deseo anhelado, y nunca alcanzado.
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