19 de febrero de 2025

La carretera hacia la muerte

La carretera hacia la muerte 

En memoria de mi abuelo Vania





Estaba congelado.
Los primeros días podía sentir cómo los dedos se encogían dentro de los toscos botines. Le dolían. Siguiendo el consejo del compañero de litera, empezó a envolverlos en trapos para aislarse del gélido suelo siberiano. Pronto los pliegues de tela le provocaron las ampollas que reventaron, segregando la sangre y el pus. Se acostumbró.
   Los labios rajados por el viento polar apenas pronunciaban las palabras. Alguna vez, muy rara, entre los compañeros compartían un trozo de grasa de oso, para suavizar los labios y quitar los pellejos de la piel seca. La boca se le llenaba de sangre caliente. Dolía. Pero él sabía que era un dolor buscado y que significaba que todavía podía sentir y saborear.
    Era un hombre de treinta y cuatro años y ya era un viejo doblado por los trabajos forzados. Su vista empezaba a fallarle. La nieve de un blanco brillante le quemaba las pupilas. Aunque para lo que había que ver, le era suficiente. Se acostumbró también.
   Su cuerpo gritaba y protestaba por la mísera comida, la suciedad, el frío y los castigos. Con el tiempo, el dolor ya era un órgano más.
   ¿Humanidad y esperanza? Las palabras muy lejanas y con un significado olvidado ya. ¿Y la fe? Esta quedó sepultada bajo kilómetros y kilómetros de la carretera junto a los incontables cadáveres de otros tantos como él, “enemigos del pueblo soviético”…
   La saloma, cantada por miles de gargantas rotas, se elevó hacia el cielo plomizo y se expandió por la interminable carretera de la muerte. Los trabajos gloriosos en honor y la grandeza del amado líder continuaban…

 

Foto del Museo Nacional de la República Komy.


 


Uno de tantos cementerios de los presos políticos que pasaron por el Gulag (Vorkuta).

 

Cartel pone: "El trabajo es el honor, la gloria, la valentía y el heroísmo". I. Stalin


Nota de autor: Hay pocos documentos fotográficos de aquella época que cubrió unos cuarenta años de la historia de la URSS. Mi abuelo paterno, de 1943 a 1953, estuvo preso en un Gulag siberiano. Participó en la construcción de la "carretera de la muerte": la carretera de Kolyma. Quedó en libertad a la muerte de Stalin en 1953. 

18/02/2025, Gijón

© La Pluma del Este


3 comentarios:

  1. Que triste vida 😥
    Gracias por compartir y fomentar la lectura 😊

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  2. Por muchos años que pasan, el azote de la tiranía sigue presente en el mundo, en lugares lejanos pero reales.

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  3. Relato muy conmovedor de esos tiempos donde la Libertad era un deseo anhelado, y nunca alcanzado.

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