25 de febrero de 2025

El último abrazo

 El último abrazo



 

Matilde se ahogaba en su propia indignación: el violador y asesino de su hija quedaba libre por falta de pruebas.
   Después de que el juez lo declarara no culpable de todos los cargos, el malnacido con descaro le guiñó un ojo y sonrió a la madre de su víctima. Hasta se atrevió a enviarle un repugnante beso. Estaba satisfecho y preparado para la siguiente muchacha. Matilde lo vio en sus ojos muertos. Ese hijo de puta envalentonado querría recuperar el tiempo perdido. Ella estaba segura de ello. Lo presentía. Y, como suele pasar, la policía llegaría muy tarde para evitarlo.
    La mujer estaba asqueada y devastada, todavía sin creer en lo injusto de la justicia. Agarrándose a los respaldos de las sillas, obligó sus piernas a moverse. Salió al pasillo.
   Entre el típico ajetreo de un juzgado, divisó al individuo que hablaba animadamente con su abogada en el rellano de la escalera.  Al lado de una barandilla.  Sin pensar, corrió hacia ellos y, con todas sus fuerzas, se abalanzó sobre él.
   La caída duró una eternidad o un instante, pero Matilde no ha soltado al cabrón que le arrebató lo más preciado, su hijita…
   Los dos se estamparon contra el blanco suelo de mármol en un mortal abrazo.




 

                                                                              25/02/2025, Gijón

© La Pluma del Este


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