La entrevista
—Pase, por favor. Siéntase tranquila… Ya
hemos leído su currículo, pero nos interesan los matices de su personalidad. Háblenos
sobre usted. Sin prisa… Queremos conocerla.
—Vale, lo intentaré, pero ruego que
comprendan que no es habitual para mí hacer esta especie de autorretrato.
» Como ya sabéis, nací en
Ucrania cuando todavía era una parte de la URSS y me he formado ahí. Mi padre
murió… Lo mataron cuando yo tenía
veinticuatro años; me tocó cuidar de mi familia. Ha sido muy difícil. Tuve que
encargarme de todo. Esto me hizo sentir útil y valorada. Si bien, de vez en
cuando, necesitaba un distanciamiento de todo…
» Soy exigente. A veces,
maniática. Me gustan las cosas bien hechas. Mi papá me decía: “Hija, todo lo
que hagas, hazlo de la mejor manera posible”. Hasta el día de hoy lo cumplo a
rajatabla. Sigo el orden y la lógica, pero me esfuerzo por no llevarlos hasta los
extremos. Vivir en Cuba y en España me ha “latinizado” un poco. ¿O será la edad
que me ha vuelto más flexible?…
» Hace tres años descubrí la
escritura creativa. Me vino bien para ordenar mi mente y dar una salida a mi
imaginación. Me fascina la novela negra y el thriller policiaco… Puede que
demasiado… En muchos de mis relatos muere alguien. Y me surgen las dudas: ¿sería
capaz de matar?… Perdone por mi sinceridad… ¡Pero si yo hasta quito los
caracoles del camino para que nadie los pise! Muchos perros de la zona me
conocen. (Los cabroncetes saben que llevo las chuches en el bolso.) Mis peludos
me adoran. Y lloro con las películas tristes. Jamás haría daño a nadie a
propósito. Nunca. Esto sí, si me tocan a los míos, a mi familia, no respondo
por mí… Lo siento… Creo que seguiré asesinando en mis escritos. Para
desahogarme…
» Soy muy sensible… Y
romántica… Me encantan las flores. Mi
favorita es el Clavel Turco. Es resistente y se adapta a cualquier terreno.
Tiene unas florecitas aterciopeladas entre un marrón chocolate y el amarillo
canario. Y con un olor fuerte y, a la vez, delicado. Cada vez que puedo, voy al
pueblo a enterrarme en el jardín mondando, plantando y replantando. Hasta tengo
un enorme arbusto de la uva crispa. Es muy típica de mi país, Ucrania. Para
comer es algo ácida, pero para una mermelada, es perfecta…
» Me gusta muchísimo
cocinar. Y mucho más, dar de comer. Si tuviera una casa grande y el dinero,
haría fiestas cada mes. Invitaría a mis amigos y a algún que otro vecino. Es
muy entretenido observar cuando las personas de diferentes círculos de interés
y que no se conocen, al final de la velada, llegan a tener más en común de lo
que pensaban. Conocer a gente nueva es muy enriquecedor… Ah, me inscribí en un
curso de escritura. Ahí me encontré a cinco personas que me despiertan mucha curiosidad.
Tengo ganas de saber más de ellos. O, por lo menos, lo que ellos querrán
enseñar de sí mismos…
» Adoro hacer los regalos. Los
detalles pequeños, sin importancia, pero como un símbolo de atención. Cuando
veo alguna cosita que me gusta, a la mente me viene la persona adecuada para
ella…
» Vivo en España desde hace casi
treinta años y antes, cinco en Cuba, y todavía no llevo lo de dar dos besos para
saludar. Los que me conocen saben cómo soy. Prefiero un apretón de manos.
Sincero. Formal. Por el tacto y la manera de dar la mano se puede sentir cómo
es el otro. Hay manos como si estuvieran muertas, flojas, frías y húmedas… Para
mí, son personas que evitar.
» Perdón, señor, me he ido
por las ramas… Uff, es difícil… Creo que lo que estoy contando no tiene
sentido… ¿Sigo?… Vale… Mmmmm… Me gusta leer. Pero debería leer más. Tengo unos
cincuenta libros nuevos sin abrir. Antes era compradora compulsiva. En un
almacén guardo cajas y cajas de libros porque no tengo suficiente sitio en casa. Libros… Quiero escribir uno. Aunque sea
chiquirritico… Para cuando yo ya no esté en este mundo, alguien lo lea y se
acuerde de mí…
» Por favor, tengo la
garganta seca. ¿Me podría dar un poco de agua?… Gracias. Todo esto me pone
nerviosa. Ah, soy puntual. Casi siempre. No me importa trabajar más, si se
requiere.
—Muy bien, señora. Ya tenemos una idea
sobre su perfil y creemos que encaja perfectamente en nuestra empresa. Un par
de preguntas más y terminamos. ¿Está usted dispuesta a viajar acompañando a
nuestros huéspedes? Imagino que sabe conducir. ¿Tiene el carné?
—Sí. De hecho, lo saqué a la primera.
Pero lo de conducir lo tengo medio apartado. Cada vez que cojo el volante,
pienso que voy a matar a alguien… Pero en el anuncio no decía que tenía que
conducir. Viajar, sí, no me importaría.
—Bien. Y una última pregunta. En el
dosier que nos pasó un colaborador pone que en su juventud tuvo la preparación
militar que incluía armas. Exactamente, AK-47. Lanzamiento de granada.
Supervivencia. Lucha cuerpo a cuerpo. Participación activa en los juegos de
guerra. ¿Es cierta esta información?
—Bah… Esto fue hace tantísimo tiempo
que ya ni me acuerdo. Pero si el puesto lo requiere, tendré que ponerme al día.
Aunque es del todo sorprendente. Una ya no tiene edad para estas cosas. Ahora
yo funciono más con la cabeza. Decía mi padre, que era un hombre muy sabio, que
la mejor manera de ganar una pelea es evitarla. Huyendo, claro… Señores, he de
reconocer que esta entrevista me tiene muy confundida. No… No estoy segura de si
todo esto es necesario para trabajar en una residencia de ancianos.
—No es una residencia corriente, señora,
ni los ancianos son los normales. De hecho, todos son los ex activos de las
FSE. Empieza mañana.
© La
Pluma del Este
No hay comentarios:
Publicar un comentario