Ella está de pie, observando. Ve el paso de los años con sus inviernos escarchados, las primaveras con estampado floral, los veranos, llenos de risas, y los otoños de mil colores.
Todo cambia alrededor, pero no ella. Solo una vieja patina, que capa a capa va cubriendo su cuerpo.
Ella no odia a los pájaros. Le encantan sus revoloteos y cuando le hacen las cosquillas. Son los únicos que valoran su existencia.
Hace tanto ya que nadie le pone las flores ni hace reuniones solemnes alrededor. De hecho, ya ni se ve su nombre, borrado por los años de caprichos del tiempo.