Un amor imposible
Él la ama. Han llegado a este lugar casi al mismo tiempo.
Años de contemplación han hecho que él memorice cada detalle de su rostro, de
su cuerpo; cada pliegue de su efímero ropaje que con delicadeza enmarca su
bello cuerpo. En el ocaso, el sol poco a poco se va perdiendo entre los tejados
y con los últimos y rebeldes rayos alumbra el cuerpo de su amada en oro con
destellos de fuego. En estos momentos es cuando ella se ve más bella y vibrante
que nunca.
Su amor es
correspondido. Ella también lo ama. Desde siempre… Ama su cuerpo de un gran
luchador que la protege de las inclemencias del tiempo en el gélido invierno; del
sol abrazador en verano; de las lluvias y del despiadado viento del norte. Ella
conoce cada rasgo de su inmutable cara. Lo ve envejecer y no le importa. Ellos
son los únicos en este mundo. Están hechos el uno para el otro. Sin embargo, aunque
se miran con amor, están condenados a no tocarse jamás.
Ambos fueron tallados por la mano de un artista que insufló sus almas a la fría y perfecta piedra, dos estatuas en la fachada de un majestuoso y antiguo edificio: el hombre, un guerrero helenio, y la mujer, vestida en una túnica y con su largo cabello
recogido bajo una diadema. Pero la historia de su amor imposible llega a su final,
ya que pronto, en este lugar, se erguirá una mole de hormigón y cristal, y los
dos amantes de piedra, por fin, se unirán, convertidos en trozos y polvo del
mármol blanco.
24/04/2025, Gijón
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