Siente
el tacto de metal en la nuca, justo detrás de la oreja derecha. Otro
intento de lucha y sus sesos decorarán el salpicadero. El asaltante
lo dejó claro.
Lo
ha cogido por sorpresa, justo cuando entraba en el coche, y hasta
ahora no ha pedido nada, salvo conducir por la oscura y solitaria
carretera hasta su casa. Él no puede permitir que el desconocido
invada su hogar: su familia está ahí.
Cada
curva les acerca al destino. Los intentos de convencer al individuo
dejaron su cara hecha carne. Él sabe que más adelante hay un viejo
roble, pegado a la carretera. Pisa el acelerador a fondo.
El árbol
entra en el coche…