La última bola
Nuestro
calvario empezó cuando en el joyero de mamá descubrimos un precioso
collar de perlas. Por supuesto, lo quisimos probar. Y sin saber cómo,
Manuela se quedó con el hilo en la mano y el resto de perlas explotó
en todas las direcciones. Nos
pusimos como locas a buscarlas. La Tiffany, que “costaba
un ojo de la cara”, ha
sido el daño colateral. Después han caído dos jarrones de Bohemia.
Pero hemos recuperado las perlas. Menos una. Cuando mamá entró por
la puerta, ha pisado la última bola que quedaba… Ahora
nos toca hacerlo todo hasta que no le quiten la escayola.
13/02/2023, Gijón
Ya dicen que la curiosidad mató al gato ja ja.
ResponderEliminarMuy bueno.
Un abrazo.
Jajaja, suele pasar. Muchas gracias por leerme. Un saludo.
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