19 de marzo de 2023

En la noche

En la noche

El pequeño ladrón



 

Lo despertó un ruido extraño…
Por la pequeña ventana de su tétrica habitación divisó a una figura embozada en una capa negra, metiéndose en el callejón del frente y dejando unos bultos detrás de sí.
La curiosidad pudo con el chico y este se bajó por la destartalada escalera haciendo el menor ruido posible.
   Gracias a su ingenio y audacia Chris sobrevivió en las calles desde el niño y vio de todo. Pero lo que encontró, lo dejó horrorizado: sus dos amigas, fulanas Katty y María, estaban tiradas dentro de un enorme charco de sangre. La luz mortecina de la farola se reflejaba en el líquido rojo creando un aura maléfico alrededor. En los pechos blancos de las mujeres se veían unos enormes agujeros: les faltaban sus corazones. ¿Qué monstruo pudo hacer esto? ¿Para qué?
   El chico, reprimiendo las arcadas, se santiguó y decidió seguir al asesino, ergo olvidar del todo su instinto de supervivencia. Se metió en el callejón. Por el rabillo de ojo vio a una sombra negra que entraba en un enorme y siniestro caserón.  De puntillas y pegado a las paredes, Chris la siguió y se coló por la ventana del sótano.
   El oscuro interior apestaba a la carne podrida y a algo más. Detrás de una vieja puerta se oía una voz carrasposa murmurando: «Sirenia… Me obedecerás… Sí… Estés viva o muerta… Me perteneces…
»

   La curiosidad pudo con el chico y este, a través del resquicio de la puerta, vio una habitación lúgubre. La luz azulada de alguna especie de fuego alumbraba una estantería llena de frascos y libros, una mesa y a un hombre siniestro en ropajes arcaicos practicando algún tipo de ritual.
   —Te ruego que me liberes… Deja que me vaya o mátame. — Suplicaba la voz de una mujer.
   A su espalda resonaron unos pasos y Chris se tapó la boca con las manos presa de pánico. Se apretó lo más posible a la oscura esquina del pasillo. El hombre de negro pasó a su lado casi rozándole. No lo ha visto. Gracias a Dios. El hombre con su mano enguantada abrió la puerta y entró.
  —Maestro, te traigo un obsequio. Te complacerá. Son tres corazones muy frescos, todavía palpitaban cuando los metí en la saca. Como me ordenaste. Ahora necesito verla. Me lo prometiste.
   —Tranquilo, muchacho. Todo a su tiempo. Dame la saca… Bien… Bien… Bien… Muy frescos. Ahora mi elixir estará listo. Vete. Y no te atrevas … La mataré si me desobedeces. Psss… Oigo un ruido. Mira si tenemos a algún intruso…
   Antes de que lo descubrieran el pequeño ladrón se arrastró fuera de su escondite y salió corriendo como el alma que lleva el Diablo.


  





                                                                                                                   19/03/2023, Gijón



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