La Ciudad Oculta, con toda su majestuosidad y opulencia, se abría el camino entre las nubes. De color blanco níveo y las cúpulas doradas, sus palacios se alzaban al cielo. Se oía el tañido cristalino de unas campanas y, apenas perceptible, canto de muchas voces. Una escalinata, bellamente tallada en la roca, daba la bienvenida a los visitantes.
Casi podían tocar la ciudad con las manos, pero todavía les faltaba pasar por la sinuosa carretera de piedra blanca, que volaba por encima de aguas cristalinas. Los delicados pilares, incrustados en el fondo del lago, aguantaban su colosal peso.
Se veía algún que otro caballo salvaje, pastando tranquilamente. Las bandadas de pequeñas aves, surcaban los cielos y lo llenaban de colores. Y el aire embriagador, lleno de fragancias indescriptibles, lo rodeaba todo...
La Pluma del Este
10/08/2023, Gijón