No seas
Narciso
I
Narciso se mira en el espejo de agua.
Encontró un
lugar tranquilo, el remanso de un lago, donde el agua es la más limpia, donde
no hay ni plantas ni peces; donde no hay nada que perturbe su imagen perfecta.
Con la punta de los dedos se toca su cara, los labios, se regala una sonrisa de
un enamorado, se tira un beso, suelta su magnífica melena… No hay nadie más
bello en el mundo. De repente el agua se ondula y el reflejo de Narciso se
vuelve borroso.
—¡Pero
bueno! ¡¿Quién osa molestarme?! ¡Márchate! ¡Serás…! — Estas eran las últimas
palabras antes de que un enorme cocodrilo arrastrara a Narciso en las
profundidades…
II
Narciso se mira en el espejo de estaño pulido.
Le costó
una fortuna, pero no pudo resistirse: se veía como una criatura
celestial. Iba al mercader de espejos tan solo para ver su hermoso reflejo. Y,
cuando por fin tuvo uno en posesión, lo colocó en su alcoba, donde horas y
horas contemplaba y adoraba a uno mismo. Cuando el estaño se opacaba, mandaba a pulirlo
o compraba otro espejo. Los años pasaban y Narciso envejecía. Ya era un anciano
desdentado y mal nutrido, pero aun así se veía más bello que nunca. Se murió
solo…
III
Narciso se mira en el espejo de cristal.
De vez en
cuando echa su propio vapor y con una manga limpia la superficie. «¡Qué guapo
soy! Nunca se ha visto un ser tan apuesto; con esta piel inmaculada, con los
dientes como perlas, con estos ojos que enamoran y la cabellera tan frondosa.
¡Y la osamenta de un guerrero! Por donde voy, me adoran. Soy un arcángel. ¡No! Soy el Dios».
Gracias al espejo, Narciso pudo ver a su asesino cuando este le clavaba un puñal en la espalda y las gotas de sangre salpicaban de rojo su perfecto reflejo…
Gracias al espejo, Narciso pudo ver a su asesino cuando este le clavaba un puñal en la espalda y las gotas de sangre salpicaban de rojo su perfecto reflejo…
IV
Narciso se mira en el espejo que ahora es una pantalla
del móvil.
Y no de un móvil
cualquiera, sino de un iPhone 16 Pro Max. Hace decenas de selfis a diario: en
el gimnasio, en su coche, en la playa, comiendo, bebiendo, bailando… Y todos
sus viajes están documentadísimos. Narciso vive por y para sus seguidores.
Espera por los “me gusta” y “corazones” como alguien que espera por un amor.
Son los que le dan la vida. Gasta dinero en las campañas de publicidad para
conseguir más y más fans. Su teléfono tiene varias aplicaciones de filtros para
parecerse más guapo, más joven y más perfecto todavía. Un día, lo reconoce un
grupo de fans. Sin embargo, no le piden hacerse una foto con ellos… Como antes.
La frase: «Jolín, cómo ha envejecido. No se parece al de las fotos» —lo deja
temblando. Se mira en el teléfono apagado. La negra y fría pantalla le devuelve
una imagen. Y se ve a uno mismo como es en realidad. Y no le gusta…
16/04/2025, Gijón
© La
Pluma del Este