La nueva capa
Tenía
que ver a la abuelita.
Puso
su vieja capa roja, cogió la cesta y entró en el bosque. ¿Por qué la yaya viviría ahí? Otra vez se enganchó con las ramas. Le venía
bien una nueva capa. Pedirá que la abuela que le haga una.
El
sendero culebreaba entre los árboles, adentrándose en la oscura
espesura. El silencio apagaba los cantos de los pájaros. La muchacha
iba absorta en sus pensamientos. El sonido de una rama rota la hizo
parar. Oyó un jadeo justo detrás. Poco a poco empezó a girar…
—Hola,
preciosa. ¿A dónde…?
El
desagradable olor a pelo quemado le entró por la nariz. El taser,
que tenía muchas ganas de estrenar, ha funcionado de maravilla.
Ahora, a ver a la abuela…
El apetecible aroma de una barbacoa atrajo al leñador hacia una casita justo en el más profundo del bosque. ¿Quién en su sano juicio viviría aquí?
Le
abrió la puerta una guapa moza con una tremenda capa de piel de
lobo.
—Hola,
forastero. Vienes en un buen momento. Yo y mi abuela justo sentábamos
a comer una rica barbacoa. ¿Te apuntas?
07/05/2023, Gijón