8 de septiembre de 2023

Bailar contigo


Bailar contigo





   Los acordes inconfundibles de un tango, el olor a puros y café, el murmullo de conversaciones, alguna que otra risa, acompañada del tintineo de copas, son típicos del Tortoni. La créme de la créme de la sociedad intelectual argentina se reúne aquí. No es raro ver a Alfonsina Storni, rodeada de jóvenes postulantes a escritor, o a Jorge Borges, leyendo sus cuentos. El mismísimo Carlos Gardel es un cliente asiduo. Y otros tantos que se dedican al oficio literario. Pero yo no vengo aquí por eso. No. Solo quiero ver bailar a Ella.
   Son casi las once de la noche y su pase está a punto de empezar.
   Como una diosa surge detrás de las cortinas de terciopelo. Su pelo azabache brilla sobre el rojo de su vestido. Las piernas torneadas, envueltas en medias negras, calzan unos zapatos de tacón. Un chal con flecos rodea sus hombros y acaricia las caderas. La boca roja con media sonrisa pide ser besada, pero los ojos negros, matarían a uno si se atreviera a hacerlo.
   Su compañero la sostiene con una fuerza delicada, llevándola con el movimiento sensual al mundo seductor del tango. Dos pares de pies, en completa sincronización, encadenan intrincados pasos al son de la música. Giros, caminatas y ganchos se suceden a lo largo de la coreografía. La espalda de la bailarina es firme y a la vez, gatuna. Sus brazos se mueven con gracia y no dejan de abrazar a su pareja. Parecen estar unidos con los hilos invisibles de la danza.
   Yo quiero ser él. Con cada poro de mi piel. Con cada gota de mi ser. Es mi único deseo. Pero es imposible: la silla de ruedas ahora son mis piernas. Ir a la guerra tiene su precio. Por lo menos volví. Muchos no han tenido esta suerte.
   A las doce, ella desaparece como la cenicienta. Su galán se queda a coquetear con las mujeres. Dicen que no son pareja y es un tremendo alivio para mí. Sí. La amo. Pero desde mi mesa solitaria, en el rincón más alejado del salón. La llevo en mi corazón antes de irme al frente en la lejana Europa. Ella es la razón por la que sobreviví y volví de aquel infierno.
   Ahora, como tantas veces, desde hace un año, en su camerino la espera un ramo de rosas amarillas con una nota: «Eres mi luz en la oscuridad…».









                                                                 07/09/2023, Trabada, Lugo


6 comentarios:

  1. Me fascinó!. Excelente!. Siempre con el toque de La Pluma. Lo leeré en el encuentro radial de la próxima semana. Gracias.

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    1. Me alegra tanto que le guste. No hay un mejor crítico que una amante de tango. Un saludo y muchísimas gracias, Mariel.

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  2. El que consigue sobrevivir a una guerra, necesita algo a lo que aferrarse aunque sea algo inalcanzable.

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  3. Me compenetre con el relato de el manifestando la aparición de la chica como se desenvolvía su cuerpo que volví a la realidad cuando dice que se encuentra en una silla de ruedas ! FABULOSO!

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    1. Muchísimas gracias por su comentario. Y, me encanta dejar una sorpresa al final de cada relato. Un saludo.

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