La Obra
Cuando nacemos, delante de nosotros se abre un lienzo casi en blanco. Casi, porque la voz de nuestra madre y el sonido de su corazón, son sus primeros trazos.
Con cada fragmento del tiempo, que se multiplica en segundos, minutos, horas…, nosotros convertimos en pintores, escritores y protagonistas de nuestra vida. Añadimos personajes, nos enamoramos de ellos, los apartamos y sacamos fuera del camino, lloramos por ellos. Cubrimos el lienzo, mojado por lágrimas, con las capas secas. Y seguimos sobreescribiendo. Hasta el final…
Algunas veces apartamos la mirada de los quehaceres y la alzamos al cielo estrellado, reconociendo nuestra pequeñez e insignificancia. Y, aun así, nos sentimos amados por el Dios.
25/05/2023, Gijón