25 de marzo de 2023
Muerto ya estoy...
Con el primer disparo, José Carlos hundió su cara en su propia sangre. Todos quedamos congelados viéndolo morir. La siguiente fue mi mujer, Mercedes. De su nívea blusa brotó un jardín carmesí. Todavía veo sus ojos verdes como esmeraldas, fijados en mí, pero muertos. El resto nos tiramos al suelo. Sonó el teléfono. Nadie se movió a cogerlo. Me arrastré yo.
19 de marzo de 2023
En la noche
En la noche
El pequeño ladrón
Lo despertó un ruido extraño…
Por la pequeña ventana de su tétrica habitación divisó a una
figura embozada en una capa negra, metiéndose en el callejón del frente y
dejando unos bultos detrás de sí.
La curiosidad pudo con el chico y este se bajó por la
destartalada escalera haciendo el menor ruido posible.
Gracias a su ingenio
y audacia Chris sobrevivió en las calles desde el niño y vio de todo. Pero lo
que encontró, lo dejó horrorizado: sus dos amigas, fulanas Katty y María,
estaban tiradas dentro de un enorme charco de sangre. La luz mortecina de la
farola se reflejaba en el líquido rojo creando un aura maléfico alrededor. En
los pechos blancos de las mujeres se veían unos enormes agujeros: les faltaban
sus corazones. ¿Qué monstruo pudo hacer esto? ¿Para qué?
El chico,
reprimiendo las arcadas, se santiguó y decidió seguir al asesino, ergo olvidar
del todo su instinto de supervivencia. Se metió en el callejón. Por el rabillo
de ojo vio a una sombra negra que entraba en un enorme y siniestro caserón. De puntillas y pegado a las paredes, Chris la
siguió y se coló por la ventana del sótano.
El oscuro interior
apestaba a la carne podrida y a algo más. Detrás de una vieja puerta se oía una
voz carrasposa murmurando: «Sirenia… Me obedecerás… Sí… Estés viva o muerta… Me
perteneces…»
La curiosidad pudo
con el chico y este, a través del resquicio de la puerta, vio una habitación lúgubre.
La luz azulada de alguna especie de fuego alumbraba una estantería llena de
frascos y libros, una mesa y a un hombre siniestro en ropajes arcaicos
practicando algún tipo de ritual.
—Te ruego que me
liberes… Deja que me vaya o mátame. — Suplicaba la voz de una mujer.
A su espalda
resonaron unos pasos y Chris se tapó la boca con las manos presa de pánico. Se
apretó lo más posible a la oscura esquina del pasillo. El hombre de negro pasó
a su lado casi rozándole. No lo ha visto. Gracias a Dios. El hombre con su mano
enguantada abrió la puerta y entró.
—Maestro, te traigo
un obsequio. Te complacerá. Son tres corazones muy frescos, todavía palpitaban
cuando los metí en la saca. Como me ordenaste. Ahora necesito verla. Me lo
prometiste.
—Tranquilo,
muchacho. Todo a su tiempo. Dame la saca… Bien… Bien… Bien… Muy frescos. Ahora
mi elixir estará listo. Vete. Y no te atrevas … La mataré si me desobedeces. Psss…
Oigo un ruido. Mira si tenemos a algún intruso…
Antes de que lo
descubrieran el pequeño ladrón se arrastró fuera de su escondite y salió
corriendo como el alma que lleva el Diablo.
23 de febrero de 2023
La justicia
La justicia
El ser que destrozó su vida, rompió su alma y su cuerpo en mil pedazos, saldrá de prisión en unos días, mientras ella lleva viviendo en una cárcel impuesta desde que se cruzaron sus caminos.
Rabia, odio y consternación la dejaron sin ganas de ver el día de mañana. El recuerdo de sus manos asquerosas, de su respiración y jadeos, del dolor entre las piernas y en la garganta, la hizo vomitar.
¿Cómo vivir sabiendo que él anda suelto?
¿Qué podría hacer al respecto?
Decidió esperar. Y esperó…
La discoteca está llena de gente apretujada. La espalda del hombre, al descubierto. Un tropezón, una disculpa acompañada con un «¿te acuerdas de mí?», y el cuchillo entrando… Una. Dos. Tres veces… Gritos y gente corriendo.
18/11/2022, Gijón
20 de noviembre de 2022
En la noche
En la noche
Hombre de negro
Es noche cerrada.
Silencio. No se ve ni un alma. El viejo barrio está sumido en un sueño
intranquilo. En alguna parte de la negrura empieza a oírse el eco de unos pasos
que poco a poco resuenan en toda la calle, pobremente iluminada.
Las paredes oscuras
de los edificios acechan al transeúnte. Las ventanas, cerradas a cal y canto,
son incapaces de proteger a sus habitantes de frío y humedad. Las sucias farolas
apenas dan luz para reunir enjambres de insectos. La atmósfera execrable llena
cada recoveco. Parece que el mismo mal está al asecho de algún incauto.
Al acercarse los
pasos, un gato callejero, muy cenceño, queda atónito en medio de la calle. Él
conoce el comportamiento insidioso y atrabiliario de los humanos y se mete en el
primer agujero que ve. Por ahora, estará a salvo. Los pasos continúan su
camino.
De repente unas
risas y el jolgorio rompen el tenso silencio cuando una taberna escupe a un
borracho. El tipo profiriendo obscenidades y con ganas de una buena trifulca
grita algo al transeúnte. Este se le acerca. Con un movimiento rápido un puñal
atraviesa las ropas andrajosas y el borracho cae con la mirada perpleja,
balbuceando un galimatías. El asesino limpia la daga con un pañuelo níveo y
prosigue su camino.
Más adelante, en una
pequeña plaza, un par de prostitutas se acercan a una farola para contar los
míseros peniques. Con este frío hay pocos clientes. Apenas les llegará para
pagar el cuartucho de mala muerte. Y para comer habrá que seguir trabajando. La
noche es larga. Igual les cae algún ricachón generoso.
La figura oscura con
pasos firmes se dirige hasta ahí. No lo esperan. Ellas, tan denostadas por los
demás, son una presa fácil. Nadie las echará en falta. No son nada, pero sus
corazones frescos serán perfectos para que el experimento siga adelante. El
Maestro estará complacido y le permitirá verla, aunque un minuto.
La daga brilla en la
noche…
9 de noviembre de 2022
El sacrificio
El sacrificio
Siente
el tacto de metal en la nuca, justo detrás de la oreja derecha. Otro
intento de lucha y sus sesos decorarán el salpicadero. El asaltante
lo dejó claro.
Lo
ha cogido por sorpresa, justo cuando entraba en el coche, y hasta
ahora no ha pedido nada, salvo conducir por la oscura y solitaria
carretera hasta su casa. Él no puede permitir que el desconocido
invada su hogar: su familia está ahí.
Cada
curva les acerca al destino. Los intentos de convencer al individuo
dejaron su cara hecha carne. Él sabe que más adelante hay un viejo
roble, pegado a la carretera. Pisa el acelerador a fondo.
El árbol
entra en el coche…
14 de octubre de 2022
La huida
La huida
Ya son las nueve de la noche. El polígono está desierto. La ventana de mi oficina, que está al ras de la calle, es un faro. Todo el mundo ya se fue, pero yo sigo trabajando. El cierre del año me tiene exhausta y quiero irme ya. Por fin termino con el papeleo y salgo a la oscuridad.
El silencio me rodea. Estoy sola. Empiezo a caminar. Las escasas farolas, como silenciosos guardianes, apenas alumbran la calle. Huele a lluvia. Las primeras gotas me salpican la cara.
Detrás de mí oigo unos pasos. Me giro y no veo a nadie. Pero me siento observada y el escalofrío recorre la espalda. Otra vez el ruido, pero de algo metálico, arrastrado por el asfalto. Busco el móvil. Me tiemblan las manos. Estoy muerta de miedo. ¡Mierda! Lo he dejado cargando en mi mesa. Tengo que llegar al coche. Los cuarenta metros que separan mi oficina de la plaza del aparcamiento, ahora son kilómetros.
Empiezo a correr.
Los pasos, también...